"Capítulo QUINCE"

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|Adam Ambransem|

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|Adam Ambransem|

Llevo minutos despierto sin dejar de observarla anhelando la posición en el que ambos estábamos formando. Después de tanto tiempo que no había compartido una noche o la cama con alguna mujer desde aquella vez que la embustera decidió irse a los brazos de otro. La luz que provenía de la ventana de al lado, reflejaba las facciones de Gabriella dejando en descubierto algunas marcas que yacían en su hombro derecho que aún eran cubiertos por la tela del vestido. Ahora entiendo que ella no solo estaba a punto de perder la cordura sino que también había vivido un momento que marcó su pasado. Solo entro en sospechas que la cicatriz que a cabo de encontrar forma parte de lo sucedido en Israel y que la belleza que ella condena no permite que estas la opaquen. 

Me cuesta creer tenerla tan cerca, sintiendo la seguridad de que ella este sintiendo cierta química que ambos guardamos en lo más profundo. No cualquiera puede pedirte que te quedes, que la escuches y la comprendas. Sé que Gabriella está buscando el cariño que le puedo llegar a ofrecer. 

 Se veía tan tranquila, como si nada en el mundo existiera que solo nosotros dos. Siento como logra movilizarse lentamente, unos bellísimos ojos parpadean un par de veces hasta hacer contacto con los míos. Me mira esbozando una hermosa sonrisa, esas de las que puedes admirar por horas y solo te quedas pensando en ellas cada segundo. 

 —Te quedaste...—fueron sus primeras palabras. 

 —Te lo dije, además es demasiado temprano—digo— y tuve suficiente tiempo para solo observarte, y no sabes cuánto anhelaré este día. 

 —¿Sabes que tan incomodo es usar un vestido en una cama?—la escucho reír tímidamente. 

 —Pero eso no quita lo bella que eres,Gabriella. Mirame a mí, tener los pantalones del día anterior tampoco es tan cómodo que digamos. 

 —Confías tanto de tus palabras.—balbucea tomando un poco de aire. 

 —Siempre será así—respondo, mi mundo solo gira al rededor de ella y eso me cautivaba más de lo esperado.

Aparta con cuidado su rostro de mi brazo para levantarse. Observo a detalle que el vestido marcaba bien sus ligeras curvas, y la hacía ver más elegante, a pesar de lo alborotado que estaba su cabello. 

 —Son más de la siete...—deja su cartera sobre la mesita de noche para regresar a mi lado doblando sus rodillas sobre las mantas.

—Te recuerdo que hoy tienes que ir a Inglaterra. 

 —Y tu también... . Por favor cuidate—le digo tomando una postura más cómoda sobre la cabecera de la cama.—no quisiera que la mujer que para muchos admiro se vea implicada en un torbellino de sentimientos incontrolables de tristeza. 

 —Sé que mientras este contigo, nada de eso pasará. 

 —¿Por qué?—me acerco más a ella, tomo de sus muñecas delicadamente. 

AMAR PARA PERDONAR| Pasiones secretas N°2 (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora