Capitulo 4. Trato con Jungwoo

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  La rabia surgía nuevamente cada vez que leía el mensaje. No lograba entender su insistencia en hacerme la vida imposible. Maldito el día en que mis padres les ofrecieron hospedaje aquí. Melina no estaba incluida en mi lista negra; ella era amigable y solidaria desde que llegó a casa. Y sobre los otros dos niños, que ni siquiera llegue a tratarlos, estarían en el campamento hasta que las vacaciones terminarán.

  El error aquí era con el intruso, que parecía disfrutar cada detalle que me hacía enojar. Con un gruñido, eliminé el mensaje. El estómago se me removía al imaginarlo escribir el texto con una sonrisa de satisfacción. ¡Agh!
  Tome una respiración profunda, intentando guardar compostura pero no ayudaba de nada. Las inmensas ganas de golpear su sexy rostro se hacían cada vez más tentadoras, pero beso conllevaría problemas con mis padres, castigos, regaños, etc. Así que descartaré esa opción por ahora.

  Sin perder más tiempo, camine hasta la puerta de su habitación, que como siempre, permanecía cerrada. Pensé en tocar, pero no creía que era merecedor de tal gentileza. De manera decisiva,  giré la parrilla de la puerta de un movimiento y agradecí que no tuviera el pestillo puesto. Lo menos que quería era tocar su puerta, esperando a que se dignara a abrirme y era posible que me ignorara, sabiendo que venía a reclamar.
  Al instante en que abrí la puerta, un aroma masculino se apoderó de mis fosas nasales. Era la primera vez que entraba a su habitación. Me había dicho a mi misma que no pondría un pie aqui, pero debido a las circunstancias, no tenía otra opción.

Ignorando la culpa, examine discretamente el interior. Sinceramente, me lo imaginaba hecho un desastre, o por lo menos, algo cercano a un contenedor de basura. El tipo de habitación que los hombres como él serían dignos de vivir. Pero ¿quién iba a imaginar que el lugar estaría impecable? Por un momento pensé que esta no era su habitación, pero no tuve más que aceptarlo.
  Las paredes eran de color oscuro, podía darle un aspecto espeluznante y tenebroso pero el lugar se veía cálido y en cierta parte, acogedor. Las cortinas estaban delicadamente recorridas, permitiendo la entrada de la luz natural. El pequeño tocador estaba, para mi sorpresa, ordenado. Cada perfume y loción que alcazaba a ver, estaba perfectamente alineado uno con otro.

  Lo que me faltaba, ahora además de idiota, era un compulsivo con el orden. Ni siquiera había ropa tirada o algo parecido. Esperaba ver el suelo con manchas o desastre de revistas y ese tipo de cosas, pero estaba completamente libre de cualquier estorbo. La cama estaba perfectamente acomodada con sabanas poliéster en azul marino. 

  Diablos, este chico tenía su cuarto más limpio y ordenado que el mío. No me juzguen, un poco de desorden no dañaba a nadie. Dicen que lo perfecto es aburrido ¿no?  Bueno, pasa lo mismo con la limpieza. Si tu habitación estaba extremadamente perfecto, eras un anormal y desde mi perspectiva, Frank lo era.

  El intruso estaba sentado en el borde de la cama. Sus manos descansaban en sus rodillas flexionadas, sosteniendo el control de videojuegos. Sus dedos se movían rápidamente sobre las teclas del control y por un momento me sentí mareada. Estaba tan concentrado en el juego, que no noto mi presencia al instante.
  Pasaron unos cuantos segundos y finalmente giro su cabeza hacia mi dirección. Me miro de reojo y logre ver la sonrisa formándose en su rostro,  mientras volvía su atención al videojuego. Arqueé las cejas, ridículamente. ¿En serio? A estas alturas, esperaba quejas de su parte por entrar sin permiso.

–¿Y buen? –inicié la conversación, ocultando la ira en mi voz. Tenía que ser amable y paciente.

–¿Y bien, qué? –contestó, sin apartar la mirada de la pantalla.

  Genial, ahora se hacía el desentendido. Sabía exactamente a que venía, no veía el caso tener que recordárselo, pero por el bien de su retraso, lo haré.

ᴇʟ ʜᴜᴇsᴘᴇᴅ; ᴋɪᴍ ᴊᴜɴɢᴡᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora