Los días fueron pasando lentamente y para ser honesta, fueron los más relajantes. No volví a cruzar ninguna palabra con Jungwoo desde que acepté su misterioso trato. De hecho, no lo veía como era de costumbre. No es que me gustara viéndolo todo el día, pero su ausencia me tomó a la deriva.
Su rutina era salir a correr por las mañanas, y por las tardes se iba con algunos de sus amigos. Regresaba a horas inapropiadas, algunas veces llegaba al amanecer y nadie se veía consternado por eso. Me pregunté cuántos años tendría para que tuviera esa libertad de volver a casa a la hora que se le antojara. Debía tener veinte a lo mínimo, pero aún así, debía tener un poco de respeto y consideración hacia nosotros. Pero parecía que yo era la única que se mortificaba con respecto a eso ya que ni mis padres, ni Melina -que era aparentemente la responsable de Jungwoo- se daban la molestia de llamarle la atención.
Sabía con certeza que si fuera yo la que actuara así, papá ya estaría inscribiendome en una escuela de monjas con la finalidad de tener un comportamiento adecuado. Me parecía totalmente injusto que estuvieran preferencias con Jungwoo sólo por el hecho de que era hombre.
El sábado por la mañana, inicié el día con una deliciosa ducha. Luego de terminar, baje felizmente por las escaleras y me dirigí a la cocina. Mi alegría se debía a la armonía de no ser molestada por el intruso. Era como si se hubiera rendido a fastidiarme, pero a pesar de la inmensa felicidad, se escondía una inseguridad detrás de ello. Sabía que tenía que seguir alerta a cualquier comentario o movimiento, a Jungwoo lo consideraba como un felino que en cualquier momento podría atacar, tomando a su víctima desprevenida.
El desayuno, que estaba compuesto por huevos fritos, tocino, fruta y té fueron suficiente para que estuviera satisfecha. Después de todo no era una mala cocinera. Aunque debería aprender un poco más sobre cocinar, no sobreviviría a base de cereales y comidas rápidas todo el tiempo. Había que compararse con ese adictivo juego llamado "Los Sims" , los tentempiés y pizzas no era suficientes para cubrir sus necesidades. Lo mismo pasaba en la vida real, a menos que llevarás una dieta estricta.
En ese instante, Jungwoo llegó a la cocina y trate no de atragantarme. Diablos, si que era atractivo apesar de que estaba vestido de manera informal. Llevaba una camiseta de tirantes blancas, shorts negros que le llegaban por debajo de las rodillas y tenía deportivos dignos de soportar carreras olímpicas. Su aspecto era lo que me ponía nerviosa. Tenía que admitir que se veía sexy sin importar que su rostro estuviera asoleado y transpirado. Me parecía una locura pensar que las gotas de sudor que caían por su frente, formaban parte de su atractivo.
Me miro de reojo, mientras tomaba un vaso de agua. Sabía que lo estaba admirando. Sonrió por encima del caso, descubriendo la debilidad que sentía. Lo ignore lo más que pude, pero mi mirada parecía estar en mi contra porque viajaba hacia el, observando sus bíceps. Afortunadamente, salió de la cocina, permitiendome respirar con normalidad. Tenía que acostumbrarme a verlo todos los días y esperaba poder lograrlo porque las hormonas se despertaban cuando estaba cerca.
🌤
Por la tarde, estaba descansando luego de haber limpiado mi cuarto. Creo que me sentí un poco avergonzada por saber que la habitación de Jungwoo estaba más ordenada que la mía, pero ya di mis razones para no volverme una adicta a la limpieza. Anormalidad era una de ellas. Mientras estaba leyendo, me acorde que no había pedido permiso acerca se la fiesta de esta noche. Me golpee la frente y cerré el libro. Nada más faltaba que no me dejaran ir por no haber avisado antes.
Mis papás no se encontraban en ninguna parte, por lo que me pareció un tanto desconcertante. Generalmente se quedaban los sábados en casa. No había señales de ellos e incluso de Melina. La habitación de la planta baja estaba vacía. Busqué en el jardín y en la cocina, pero no tuve éxito. Fui a la sala y me dirigí directamente a la ventana. La camioneta de mis padres no estaba así que tenía que esperar a que regresaran. Eran las seis de la tarde y si por alguna razón no llegaban antes de las nueve, tenía que despedirme de las cuatro ventajas que había contemplado. Suspire y dejé caer mi frente contra el vidrio. Quería ir a esa fiesta.
ESTÁS LEYENDO
ᴇʟ ʜᴜᴇsᴘᴇᴅ; ᴋɪᴍ ᴊᴜɴɢᴡᴏᴏ
RomanceUn intruso llegó a mi vida causando problemas y despertando emociones. HISTORIA ADAPTADA. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A SU AUTOR ORIGINAL
