Estaba recostado en mi cama mirando el collar que me había dado Elizabeth y poco a poco me fui quedando dormido. Soñé nuevamente con aquella niña que encontré llorando en la plaza. Estábamos jugando cuando llegó mamá con la mamá de la niña, era momento de despedirnos y mamá dijo que la abrazara en señal de despedida y lo hice, ella juró que volveríamos a vernos para jugar y me dio las gracias por estar con ella mientras su mamá no estaba. Desperté ya era momento de ir a trabajar.
Luego del trabajo tenía mucha hambre y decidí comprar una pizza para compartirla con Elizabeth.
Cuando llegué a la plaza ella no estaba, tenía demasiada hambre como para esperar a que llegara. Al poco tiempo llegó.
-Hola, siento llegar tarde.
-Hola, y yo siento no haberte esperado para comer la pizza, tenía mucha hambre, nunca desayuno, y eso aumenta mi apetito- se sentó junto a mí y tomó un trozo de pizza. Luego de un rato habló.
-¿y por qué no tomas el desayuno?
-Pues porque mi padre pasa todo el tiempo en viajes de negocio, yo estoy solo y es aburrido comer sin una compañía, ¿o no lo crees así?
-Supongo que así es- y sonrió.
-Siento lo que ocurrió ayer.
-¿Qué cosa?
-Lo del abrazo…
-No te preocupes por ello, es sólo que… emmm…no es nada.
Después de un buen tiempo nos despedimos y cada uno por su lado.
Estaba dormido y algo me despertó, alguien tocaba a la puerta, me levanté y fui a abrir, era Elizabeth. Me sorprendí al verla, no recordaba haberle dicho donde vivía, pero como tengo mala memoria tal vez se lo había dicho en algún momento, así que preferí no preguntarle acerca del tema. Cuando abrí la puerta un frío recorrió mi cuerpo, era totalmente distinto al calor que me proporcionaba la cómoda cama.
-Buenos días Leo, ¿cómo amaneciste?
-Bien, pero ahora pasa que hace mucho frío fuera…- ingresó a la casa y traía cosas de comida.
-Traigo el desayuno, como me dijiste que no desayunabas, vine a hacerte compañía… no tienes problema, ¿o sí?
-Ninguno, siéntete como en casa. Papá no está así que no hay problema, iré a cambiarme y vuelvo enseguida- y me dirigía a mi habitación.
-Hace tiempo que no venía aquí…- murmuró Elizabeth.
-¿Qué dijiste?
-Emmm… nada.
Y me fui a cambiar, cuando volví donde estaba Elizabeth, tenía la mesa ya puesta, parecía saber dónde se encontraba cada cosa. Nuevamente sentía esa extraña sensación que desde ya mucho tiempo nos conocíamos, pero trataba de no pensar en eso.
Ya se me hacía tarde para ir al trabajo, Elizabeth dijo que se iría una vez de haber lavado la loza que se había ensuciado en el desayuno.
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La joven del listón azul
RomanceEl protagonista de esta historia es un joven solitario que por casualidad conoce al amor de su vida, quien cambiará su vida totalmente, incluso desde antes de lo que él recordaba. A lo largo de la historia se presentan situaciones cómicas y hasta a...