Los niños del dibujo

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Al término del trabajo fui directamente a casa, estaba muy cansado, había sido un día agotador. Cuando llegué a casa estaba papá, había vuelto la mañana de ese día.

-Hola papá, veo que llegaste hoy temprano.

-Sí, ¿cómo has estado, hijo?

-Bien papá, ¿cómo estuvo tu viaje?

-Como de costumbre. En la mañana me encontré con tu amiguita, la pequeña Eli, dijo que había venido a darte el desayuno, me ofreció un café y luego de hablar un poco se fue, es tan agradable volverla a ver tan feliz por aquí.

-¿A qué te refieres con lo de ‘‘volverla a ver’’, papá?

-Tú sabes, no te hagas el tonto.

-Pero es la primera vez que viene aquí, ¿o no?

Pero mi papá no me alcanzó a oír, había entrado al baño a tomar una ducha.

Al día siguiente desperté y entré en el comedor, papá y Elizabeth estaban desayunando en la mesa.

-Buenos días Leo, enseguida te hago un tecito- y ella se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina.

-Buenos días, hijo.

-Buenos días… ¿hoy también vino Elizabeth?- me senté.

-Sí, es una excelente persona, sería mejor que atinaras ahora y la convirtieras en tu esposa- y Elizabeth lo alcanzó a escuchar, porque venía entrando al comedor, con la taza de té en las manos.

-No diga cosas tan vergonzosas señor Cortés…- se sonrojó y soltó una carcajada, puso la taza en la mesa frente a mí y se sentó a mi lado.

-Pero, ¿no es cierto eso?- dijo mi papá guiñándome un ojo, luego le habló a Elizabeth- al fin y al cabo vas a seguir viniendo a esta casa, como siempre, eres bienvenida, puedes venir las veces que quieras.

-Gracias señor…- así veía como mi padre y ella se llevaban muy bien, yo no decía una palabra, aunque las cosas que decían eran la mayoría sobre mí, me sentía con demasiado sueño y sin la capacidad de formular una palabra que interviniera… Era del completo inútil como para hacer algo por mi voluntad, estaba como zombi o sonámbulo.

Cuando desperté de ese estado, no sé cómo, me encontraba lavando la loza. Al terminar, iba pasando por el pasillo y me encontré con mi padre.

-Elizabeth dijo que te esperaría en la plaza o algo así, luego de que lavaras la loza.

- O sea que ya se fue…

-¿no es obvio?

Me fui a cambiar y me dirigí a la plaza, era Domingo así que no había trabajo.

Cuando llegué ella estaba allí en esa banca sentada como siempre, pero esta vez no estaba leyendo, estaba dibujando. Me acerqué sin que se diera cuenta y miré su dibujo, era como esa misma plaza, pero una niña y un niño jugando. Miré a todos lados, para saber quiénes eran los modelos del dibujo, pero no había nadie parecido.

-¿Quiénes son los niños del dibujo?

-¡Ay!, me asustaste, no te vi…

-Lo siento.

-Los niños del dibujo… pues no sé, es algo que deberías saber.

Me senté a su lado mirando atentamente lo que hacía, era un dibujo muy bueno, como de profesional, pero algo me hacía recordar… ni si quiera  me di cuenta cuando lo terminó, estaba perdido en mi concentración, cuando estaba a punto de recordar eso tan importante, ella me habló.

-Está terminado, toma, te lo doy, es un recuerdo de mi parte, espero que te guste…- y me lo entregó.

-¿eh?, gracias, sí, está muy bueno, dibujas muy bien.

-¿Quieres ir a algún lugar ahora?

-No lo sé, si quieres vamos a algún lugar que a ti te guste, yo no tengo nada en mente.

-Te parecería bien si… ¿si vamos a un karaoke?, conozco a uno de aquí cerca.

-Sí, es una buena idea, no tengo nada en contra, aunque no canto bien, y además nunca he ido a uno…

-¿Qué?, ¿cómo es que nunca has ido?

-Pues no, según yo, es mi primera vez.

-¿Ni si quiera con tus amigos?

-Pues verás, es que yo… nunca he tenido muchos amigos, recuerdo que tuve uno que otro, pero de esos que uno tiene en el colegio para no estar solo.

-¿Y se podrían saber las razones?

-Nunca supe porque era así, supongo que era tan amable con todos que al mismo tiempo me aborrecían, pero no me sentía solo, tener amigos no lo era todo para mí.

-Pero ahora estás aquí conmigo y tienes que aprovechar lo bueno que te da la vida. Lo importante es divertirse.

Y fuimos, quedé muy sorprendido, Elizabeth cantaba muy bien y yo hacía grandes esfuerzos por seguirle el ritmo. El tiempo se pasó volando, creo que estuvimos allí toda la tarde, ya eran las siete y media. Luego salimos del lugar y nos tuvimos que despedir.

-Ahora nos tenemos que despedir, mañana tengo trabajo, ojalá tuviéramos más tiempo para estar juntos…

-No estuviste tan mal, yo diría que demasiado bien para ser tu primera vez en un karaoke.

-Sé que soy pésimo.

-Podríamos ir a otro lugar el otro Domingo, me la pasé bien hoy, entonces nos vemos mañana… Adiós- se acercó a mí cara y besó fugazmente mi mejilla, se fue casi corriendo.

-Adiós…Elizabeth…

La joven del listón azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora