Me quedé paralizado por unos segundos y luego le saludé como correspondía, extrañamente se sentó junto a mí y me habló como si ya lo hubiese hecho antes, con tal naturalidad que pareciese que nos habíamos conocido desde hace tiempo.
-Me di cuenta de que has estado viniendo muy seguido a esta plaza, como yo…y que me has estado observando…y te sentaste junto a mí, después te fuiste sin darme tiempo de decirte algo… luego te sentaste junto a mi nuevamente y me hablaste…siento no haberte respondido en ese momento…- la miraba mientras hablaba, estaba sorprendido, ella si sabía lo que yo hacía a su alrededor-…pero es que me surgió algo y tuve que acudir enseguida.
-Y entonces, ¿por qué no viniste en mucho tiempo?...- pensé que tal vez mi pregunta la había incomodado, su rostro, su bello rostro se tornó triste.
-Lo que me pasó fue que alguien muy importante tuvo un problema y tenía que estar a su lado…- como me pareció que ya estaba triste la invité a tomar helados, no me ocurrió otra cosa, y aceptó, la pasamos muy agradable ese día, no sé cómo, me hice el gracioso y le conté unos chistes, que eran fomes, pero igual sacó sonrisas, todo con verla sonreír.
Me sentí muy bien, al fin le había hablado a aquella chica que tanto me llamaba la atención, su voz resonaba en mí cada vez que pensaba en ella, la hermosa Elizabeth.
Esa noche tuve un extraño sueño sobre mi infancia. Yo acostumbraba ir a la plaza cuando era pequeño, pero hubo una razón por la cual no había vuelto hasta que apareció Elizabeth, pero no recordaba que había pasado cuando iba a la plaza y cuando dejé de ir, solo tengo memoria de cuando iba en enseñanza media, porque aparte de eso tengo mala memoria. En mi sueño yo caminaba junto a mi madre por la plaza, aquella tan común como las son todas, con bancas, piletas y árboles con pastito a su alrededor y cercados por un pequeño alambrado, y veía a una niña llorar, me acercaba a ella.
-¿Por qué lloras?- Le preguntaba.
- N-no s-se dónde está m-mi mamá- decía entre sollozos y ahogándose con sus propias lágrimas.
-Oh, pequeña no te preocupes, yo iré a buscarla- dice mi madre, y dirigiéndose a mí- Leo cuídala hasta que vuelva, no se muevan de aquí, vendré enseguida- y mi mamá se alejó preguntándole a señoras si se le había perdido una niñita.
-¿Quieres jugar conmigo?- Le pregunté
-E-está bien- y se secó las lágrimas.
-¿Cómo te llamas?...- pero allí el sueño se volvió nebuloso y desperté, no alcancé a saber su nombre. El sueño fue tan fugas que desperté enseguida, fue extraño, aún era temprano y seguí durmiendo.
ESTÁS LEYENDO
La joven del listón azul
RomantizmEl protagonista de esta historia es un joven solitario que por casualidad conoce al amor de su vida, quien cambiará su vida totalmente, incluso desde antes de lo que él recordaba. A lo largo de la historia se presentan situaciones cómicas y hasta a...