La Casita del Horror (La parte más bizarra de esta historia)

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Y fue que un día tenía planeado ir a un viaje a  una ciudad lejana, a la casa de un familiar, desde que era pequeño que no iba y no recordaba mucho el lugar. Invité a Elizabeth, porque no me hubiera gustado dejarla sola en aquellos días, de hecho no quería dejarla nunca. Ella aceptó. Decidí ir en fechas feriadas, para que el trabajo no interfiriera.

Cuando llegamos escuchamos música de ballet. Toqué a la puerta, abrió mi tía Florencia. Algo había mencionado mi madre sobre una escuela de ballet en su propia casa, en todo caso, era una casa muy grande para una sola persona.

-Hola tía- señalando a Elizabeth- ella es la chica de la cual te había hablado por teléfono.

-Hola… soy Elizabeth Jhons…

-¡Hola, chicos!, ya veo que tan bien ha elegido mi sobrino a su novia…

-Tía ya te lo había dicho, no es mi novia- creo que ya me había acostumbrado a eso.

-Bueno, bueno, ahora pasen que la clase de danza aún no ha terminado.

Entramos y la sala de la parte delantera de la casa era muy grande, estaba habilitada para una sala de ballet, con una pared que parecía espejo, una barra y todo eso.

Esperamos sentados, pero luego salimos y también salió con nosotros una niña de la clase de danza, al poco tiempo la tía la llamó

-¡Mathilda, entra que la clase aún no termina!

-Entonces ya me voy, nos vemos…- y Mathilda entró a la casa.

-No es necesario que entremos nosotros también, ¿o sí?-dijo Elizabeth.

-No, ¿por qué?, ¿tienes algo en mente?

-Es que de camino aquí vi una “feria”…

-Sí, yo también la vi.

-¿Entonces vamos?

-Está bien.

Nos dirigimos a la feria. En cuanto llegamos vimos a gente muy extraña. Había personas disfrazadas de personajes de la historia antigua, como piratas, reinas, caballeros, y ese tipo de cosas. Uno se abalanzó sobre mí, creo que estaba borracho o fuera de sí, Elizabeth vino en mi ayuda, no sé cómo, creo que sabía técnicas de defensa personal y golpeó a ese personaje. Enseguida llegó un policía y se llevó detenidos a todos los que estaban disfrazados, al parecer causaban problemas a los transeúntes.

Entramos en una “Casita Del Horror”, pero algo allí no era normal, algo extraño pasó, se me habían perdido las llaves de la casa de la tía y las comencé a buscar, de un momento a otro me encontraba fuera de la casa, fue un parpadeo, y no supe más, no veía por ninguna parte a Elizabeth. La busqué por todas partes, se estaba oscureciendo. Me acerqué a la casita del horror y vi como Elizabeth perseguía al encargado del juego y como le daba una paliza. Después llegaron unos policías, se llevaron a algunas personas, desmantelaron el lugar, dentro habían alrededor de diez personas o más, no sé, entre ellas una anciana.

Elizabeth estaba parada frente a la casa observando todo como una estatua, me acerqué a ella, la sujeté del brazo y estaba temblando, no alcancé a decirle nada y dijo.

-Leo… quiero irme a casa...- pero no se movía, le tomé la mano y caminamos juntos hasta la casa de la tía. En todo el camino no dijo una sola palabra. Fuera de la casa, Elizabeth me entregó las llaves que se me habían perdido, pero no dijo nada, y entramos.

La tía tenía una habitación preparada para nosotros, en ella había dos camas. Ya era hora de dormir. Me acosté y luego de unas horas oí una voz, era Elizabeth.

-Leo, ¿estás despierto?

-Ahora si… ¿qué ocurre?

-Tengo pesadillas… ¿puedo dormir contigo?

-¿Eh?, está bien.

Se acostó a mi lado y ambos nos dormimos enseguida.

En la mañana Elizabeth seguía allí, dormida y la miré hasta que despertó, en cuanto lo hizo y se dio cuenta de que la estaba mirando, volteó rápidamente.

-¿Qué haces?

-Te miro solamente, ¿hay algún problema en eso?

-No… es solo que… Me veo horrible por la mañana.

-No es cierto, te ves tan hermosa como siempre- y no dijo nada más, al parecer se había vuelto a dormir.

Me levanté y fui al baño. Salí y me encontré con la tía, dijo que el desayuno ya estaba listo para que despertara a Elizabeth. Fui y la vi allí tan inocente, como un ángel, sentí un deseo por besarla y me iba acercando a ella lentamente, justo despertó, no alcancé a besarla.

-¿Qué haces?

-Emmm… la tía dijo que el desayuno estaba listo…

-Enseguida me levanto.

Estábamos tomando el desayuno y la tía preguntó.

-¿Y qué hicieron ayer que se perdieron por tanto tiempo?

-Fuimos a una feria que estaba cerca de aquí, una que vimos cuando llegamos a l ciudad.

-Debe ser un error, porque… es que en esta ciudad hace años que no viene una feria…- Elizabeth y yo nos miramos extrañados- la última que hubo pasó un incidente con una casita del horror o algo así, desde ese entonces que no aceptan que ferias se instales aquí.

-Bueno, entonces sea lo que haya sido nos divertimos, ¿verdad Elizabeth?

-Hummm… sí…

Luego del desayuno fuimos al lugar donde el día anterior se encontraba la feria, ya no estaba. Preguntamos a una persona que pasaba por allí, como la tía había dicho, hace años que no había una feria en la ciudad, ese hombre tenía algo familiar en la cara.

Caminamos hasta que encontramos un pequeño parque y nos sentamos en el pasto.

-¿No te parece extraño que ese sujeto al que le preguntamos se parecía al encargado de la casita del horror?...

-Sí…

-¿No me vas a contar lo que pasó ayer?

-Es que fue algo sumamente extraño…

-Sólo cuéntamelo, lo entenderé.

-Lo intentaré. Cuando entramos tú dijiste que se te habían perdido las llaves y las empecé a buscar… luego tú desapareciste. Las luces de la casa se apagaron, sólo distinguía a personas en rincones y que algunas se acostaban en camas como si fuera la hora de dormir, corrí por toda la casa gritando tu nombre y nadie me respondió. Llegué a una habitación, la que parecía ser la principal y la por donde habíamos entrado, se encendió una vela, habían más personas allí, una mujer muy anciana nos contó una historia, “Todo aquel que entra aquí no sale, es imposible escapar, una vez que cruzas por una puerta llegas a la misma u otra, pero no sales, yo llevo aquí más de 50 años…”, corrí por todas las habitaciones prendiendo las luces, tuve miedo de subir al segundo piso, sabía que no estarías allí, enseguida se apagaron las luces nuevamente, pero alcancé a ver en una mesita tus llaves y las tomé… volví a la habitación principal, justo en ese momento alguien nuevo entraba en la casita, aproveché justo cuando la puerta se estaba cerrando y salí, me encontré cara a cara con el encargado y lo otro ya lo sabrás…

-Todo esto es muy extraño…

Al día siguiente nos fuimos, nunca descubrimos el misterio de “La Casita Del Horror”.

La joven del listón azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora