Sucedió un día que iba llegando a casa y uno de mis vecinos, Randy, había comenzado a rondar la casa, bueno lo que pasó es que estaba a punto de abrir la puerta y justo él iba saliendo.
-Hola Leo...
-Hola Randy- entré y Elizabeth estaba sentada en el sillón del living tomando un té.
-Buenas tardes Leo.
-Buenas Elizabeth, acabo de ver a Randy saliendo de la casa...
-¡Ah! Sí, me vio en apuros cuando estaba trayendo los alimentos a la casa, estaban muy pesados y me ayudó a traerlos.
-Ah, está bien entonces, supongo...- fui a mi habitación a cambiarme de ropa.
Pero esas idas a la casa se volvieron más frecuentes. Confío en Elizabeth, pero a cualquiera se la comerían las dudas. No quise preguntarle, creí que se enojaría conmigo.
Después de varios días tuve la mala suerte de encontrarme con él en la calle, por no ser descortés, hablé con él unos momentos.
-Leo, me parece que tu novia es muy linda, no sé cómo se pudo haber fijado en alguien como tú.
-¿Cómo yo?
-Sí, cómo tú, yo creo que se merece a alguien mejor.
-Ella está bien conmigo.
-Eso es lo que piensas tú, pero ¿qué pensará realmente ella?
-¿Y tú qué sabes?, sólo te la pasas yendo a mi casa como un perro a mendigar comida.
-Sí, algo así, puede que tengas razón, sólo que en este caso, la comida es tu novia- una rabia me estaba rebasando los límites.
-¡No vuelvas a hablar así de Elizabeth y no vuelvas a mi casa!- ya le estaba gritando.
-Yo hago lo que me plazca, y te tengo una noticia, me gusta Elizabeth y le pediré que se case conmigo- quería golpearle el rostro hasta que ya no se diferenciara si era él o no, pero me controlé y me fui a mi casa.
En esos momentos que me encontré con Randy, yo había ido a comprar pan. Al llegar a casa arrojé la bolsa en la mesa y algunos panes rodaron y cayeron al suelo. Tenía una inmensa rabia. Elizabeth estaba en la cocina y oyó que algo se había caído, pero era lo que yo había tirado.
-Leo, ¿eres tú?- pero no contesté, estaba muy enojado. Entré en mi habitación, me tiré en mi cama boca abajo, casi no respiraba.
Elizabeth salió de la cocina y golpeó la puerta de mi habitación. Yo no abrí y desde afuera me habló.
-Leo, ¿estás bien?
-Vete, no quiero ver a nadie... - lentamente la puerta se fue abriendo y Elizabeth entró. Se recostó a mi lado y acarició mi cabello.
-¿Me dirás qué pasa?- lo dijo en voz baja.
-Es ese idiota de Randy...
-¿Qué ocurre con él?
-Respóndeme algo, ¿Randy te gusta?
-Por supuesto que no, yo estoy contigo por algo, te amo, eres l único con el que quiero estar...- volteé a ver su rostro, sonreía, pero yo no. Me cargué en su pecho y luego la besé.
-Te amo Elizabeth, no me dejes... Te quiero aquí conmigo para siempre...- entonces guardé silencio y estaba aferrado a ella, no quería que se apartara de mí.
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La joven del listón azul
RomanceEl protagonista de esta historia es un joven solitario que por casualidad conoce al amor de su vida, quien cambiará su vida totalmente, incluso desde antes de lo que él recordaba. A lo largo de la historia se presentan situaciones cómicas y hasta a...