Quiero que sea mi novia

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Así pasaron los días, era agradable vivir con Elizabeth y cada vez que venía papá me sentía más en familia. Había veces, tengo que admitir, que me comía la idea por dentro de abrazar y besar a Elizabeth, tenía que aguantar. La encontraba cada día más bella y alegre, conversábamos largas horas juntos, veía como pintaba, hizo una hermosa pintura que pusimos en el comedor, también hizo una para mamá, una pequeñita que papá llevaba a todas partes, había una infinidad de cosas entretenidas que hacíamos.

Ya no podía resistir más, tenía que hacerlo, le pediría a Elizabeth ser mi novia, ya le había confesado mi amor, pero no le había mencionado algo sobre ser novios, si me rechaza desistiré y haré cono si nada hubiera pasado. Tenía que elegir el momento y lugar adecuado para decírselo.

Pronto sería el cumpleaños de Elizabeth y quería que ese día fuese el mejor de todos para ella. Considerando que ya no estaba con sus padres… Sí, ese día sería el mejor que pudiese vivir, pero algo inesperado ocurrió.

El día de su cumpleaños llegó a las casa un tipo que venía de la ciudad en  la cual Elizabeth había vivido la mayor parte de su vida. Venía diciendo que necesitaban a Elizabeth devuelta, porque pronto llegarían allí diversas exposiciones de arte de muchas partes de mundo, querían que ella representara a su ciudad, ella era la mayor exponente en esos momentos. Esa seguidilla de eventos tomaría que ella estuviera allá alrededor de seis meses…

Aquel mismo día viajó, a pesar de yo ya tener todo preparado, pero no viajó para quedarse, sino que para solucionar el problema con los representantes y encargados de admitir esos eventos.

A los dos días volvió, me alegré de verla, pero no se podía volver el tiempo atrás para hacerle un cumpleaños como se debe. Y, a pesar de ello, le dije feliz cumpleaños. Cuando regresó dijo que no se iría los seis meses, pero que viajaría constantemente para asistir a las exposiciones. Eso me hizo sentir mejor, aunque ella viajaría mucho, no dejaría de verla… pero estaría igual que al principio, sólo en parte, porque además mi padre, al fin y al cabo, también viaja demasiado. Eso sí, sabía que cada momento que pasaría con Elizabeth lo aprovecharía, igual sé que no va a estar aquí por siempre, aunque es lo que yo quisiera.

Yo pensaba preguntarle a Elizabeth hace ya bastante tiempo lo de ser novios, pero como tenía que asistir a esas exposiciones, preferí aguardar hasta que terminaran, así ya estaría desocupada y sólo para mí.

Al cabo de los seis meses, y luego de haber pensado la mejor forma de decirlo, era como si estuviera en blanco. No sabía qué hacer, además que siempre que hago un plan, nunca resulta como lo planeo, en fin, tarde o temprano ese momento llegaría.

La joven del listón azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora