Eran las ocho de la mañana cuando desperté y Elizabeth no estaba en su cama, yo tenía una de sus frazadas puesta en mi espalda, al parecer ella me la había puesto. Miré a todas las partes de la habitación, efectivamente ella no estaba. Fui al comedor y llegué a la cocina, allí se encontraba, cocinando, sonreía, ¿qué había pasado?, era la misma de antes. La miré y me sentí tan feliz que comencé a llorar, corrí a abrazarla.
-Buenos días Leo...
-Elizabeth estás devuelta.
-¿Qué haces?, vas a tirar las cosas.
-No me importa- la besé cálidamente, era como si nada hubiese pasado, nada había cambiado.
Los días pasaban y el estado de Elizabeth sólo mejoraba. Me alegraba tanto, ahora si creía que eso iba a perdurar.
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La joven del listón azul
RomanceEl protagonista de esta historia es un joven solitario que por casualidad conoce al amor de su vida, quien cambiará su vida totalmente, incluso desde antes de lo que él recordaba. A lo largo de la historia se presentan situaciones cómicas y hasta a...