Uno de sus bolsillos

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La maraña de cabellos oscuros le hicieron cosquillas en la nariz y el olor de almohada en esa cabellera le hizo dar una ligera sonrisa aún cuando estaba adormilado. Por instinto llevó su mano morena al cuero cabelludo de su amante y en seguida sintió un ligero beso en su clavícula derecha y el sonido de un suspiro tranquilo le llenó de amor.

—Buenos días — le abrazó por encima de las sábanas y el quejido del chico abajo de él le causó gracia.
—Me acabo de levantar y ya empezaste con tus abrazos asfixiantes — y por más que se quejara no se apartaba de ese cariño agresivo.
—También te amo, Hiro.

Las mañanas no eran solitarias, el café era dulce y los lunes no eran una maldita patada en el trasero.

Miguel lo sabía, sabía que nada era tan malo con Hiro al lado y le costaba pensar que un día ese chico se iría con las maletas en la mano y el corazón de Miguel en uno de sus bolsillos, le costaba pensar que todo tenía un fin.

Miguel, creo que debemos terminar.
¿Por qué?
—... Ya no quiero esto... A ti.

Y cuando llegó el momento todo volvió a ser igual a la ausencia y a un gris cromático de olor a cigarros y fracaso, de sabor amargo y nauseabundo con el recuerdo.
Sus mañanas sin esa cabellera haciendole cosquillas en la nariz le pesaba en el alma, al respirar, el café volvió a ser desabrido y los lunes una tortura rutinaria.

Miguel lo sabía, sabía que nada era tan malo con Hiro al lado... ¿Entonces qué se suponía que tenía que hacer tras su partida?

🎏 Drabbles H I G U E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora