Julio 16

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La tarde se tornó de un naranja intenso, iluminando las ventanas de los edificios enormes de la ciudad, hacía viento, habían personas corriendo al rededor, con perros ladrando a las bicicletas y el olor de la frescura acariciaba tus pulmones. Miguel estaba acostado a mi lado en el césped verde de un parque olvidado, la luz de la tarde entraba por los huecos de las hojas de verano y hacía manchas en su rostro. Sus ojos cerrados mostraban sus pestañas largas y el contorno de su cara acariciaba mi mano. Sonreí al verlo dormido y pensé en todas las veces que había dicho que jamás tendría a alguien y que no sería algo serio, recuerdo todas las veces que dije que no pensaba casarme y tener hijos y ahora esas ideas parecen tan lejanas al estar con él. No recuerdo la última vez que dije que no quería nada de eso, este contacto de manos, este sonreír discreto y los miles de susurros que se perdían en el viento.

Me abraza y besa mi frente, me susurra al oído que no puede tener ojos para nadie más y siento el acelerar de su pecho. Dios, si existes y me puedes oír, por favor no me lo quites, quien sea que gobierne este mundo, por favor déjame disfrutar de este momento con él. Pienso todas las noches en eso, en rezar, porque tengo tanto miedo a que esto se vaya y no, ya no podría vivir sin esto, sin el tierno roce de sus dedos en mi rostro, sin el sentir de sus labios en mi cuello, sin el escuchar de su voz diciendo mi nombre y mucho menos sin esa forma tan apasionada que tiene para amar.

Me toca la cadera, me toma las manos y en su mirada sólo hay palabras de posesión, me vuelve loco, me tiene en sus manos y él lo sabe, sabe que jamás amaré con tanta locura como lo estoy haciendo ahora. Cuelgo querubines en la entrada, pinto un lienzo del cielo, hago el café por la mañana y en cada cosa nueva que hacemos dejo un poco más de mí y sé lo desesperado que estoy de querer ser un sólo ser con él, sentir lo que siente, pensar lo que piensa, amar como ama. Como ansias porque siempre quiero más de lo que él me da.

Me alza en sus brazos, acaricia mis ojos y roza sus labios con los míos, sabe provocarme, sabe hacer que ruegue por amor, tienen ese encanto de hacer que todos lo miren, que todos caigan en el mar, sabe como hacerte sentir tan completo con él y eso lo hace ganar. Toma pedazos de mi alma y los devuelve bañados en oro, toma mi inseguridad y sabe volverla jazmín. Tengo un  jardín con todas la flores que me ha dado y pienso que jamás van a marchitar, es el jardín del Edén en la tierra, dentro de mi alma viva. No puedo estar más agradecido con él porque no encuentro la ecuación perfecta para llegar a ella.

Se despierta, me sonríe y tontea y sabe que siempre me voy a reír de sus ocurrencias. Le doy un leve golpe a su pecho y él me da muchos besos en el rostro. Se sienta en el pasto y su espalda ancha está llena de restos de césped, sacudo su playera y me lo agradece. Se levanta y me ayudaba a levantarme, parece que quedamos una eternidad acostados en un parque olvidado y todo parece perfecto, hay nubes negras dispersas en el cielo naranja y empieza a chispear rápido, sin dejarnos movernos por un segundo, toma mi mano y suelta al aire

"Dance with me this night, darling"

Y sabe que jamás habrá un no para hacer ese tipo de cosas. Tomo su mano mirando a sus ojos y hay decenas de estrellas en ellos. Damos vueltas por el pasto mojado, con la ropa empapada, con el cabello húmedo y la lluvia chocando con nuestro rostro, bailamos riendo y es bellísimo el cielo, cielo naranja de un julio 16. Toma mi mano y mi cadera, me besa con el viento y sabe a sal. Me empieza a cantar mientras hacemos movimientos raros que son todo menos un baile y aún así nos atrevemos a decir que bailamos como las estrellas, que bailamos con ellas. Canta sin pudor y el vibrar de su voz me eriza la piel, me hace llorar de lo irreal y fantasioso que es todo esto. Todos merecen una historia de amor que contenga escenas como estas, que te hagas llorar de la felicidad, que te hagan disfrutar realmente de la vida y te hagan gradecer a lo que sea que haya creado este escenario. Canta, se desvive en esas letras y me dedica cada palabra de amor, puede gritar que me ama a los mil vientos como si fuera todo, puede sacarme a bailar bajo una tarde de lluvia iluminada y todo el mundo se detiene a vernos. Somos el mundo, somos todo aquello que no existe en la vida real y se siente tan bien tomarnos de la mano y girar.

Dios, si existes y me puedes escuchar, por favor no me quites estos momentos, te lo ruego, no me quites a este ángel disfrazado de hombre. El cielo está conmigo, ha bajado un momento a decirme que soy afortunado, he logrado tener el pase a él unos minutos y puedo asegurar que no hay nada más celestial que esto. 

En su último aliento de canto nos detenemos, me acuna con sus manos grandes y morenas, manos que tocan guitarra y acarician mi corazón, me canta la última estrofa con tanto amor que el agua del cielo se confunde con el río que cae de mi rostro y al terminar de ese canto, me besa en los labios y puedo jurar que en el último minuto de vida que me quede recordaré este baile y mis sentimientos de un julio 16.























Bueno, tenía un feeling bien chingón atorado en el corazón y en mi garganta y la neta me da mucha felicidad  haber sacado esto.

🎏 Drabbles H I G U E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora