Rojo

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Las calles pequeñas de la ciudad se hundían en la sombra de la tarde, con el cielo cítrico y las sombras ardiendo en el suelo.

Su piel canela se camuflajeaba con la luz naranja del día oscureciendo, un calor cálido como sus ojo y un sol que no lastimaba la piel, a su lado había un chico bastante acalorado, ligeramente sonrojado, mirando cómo su compañero le hacía aire con sus manos.
—Ya deja eso — le bajó las manos a la banca que compartían en el parque, dejándolas suavemente lejos de él —, se me pasa en un rato.
—Sólo quería ayudar a que pasara más rápido — el chico se cruzó de brazos y se hundió en su asiento tratando de que el mal humor de su cómplice no se le pegara —, es que estás todo rojo... — se quedaron un rato a descansar en el silencio que les rodeaba y Miguel entre la distracción de su amigo y la sombra del árbol espiaba aquellos ojos rasgados del mitad nipón, su cabello desaliñado y sus mejillas llenas del rojo vivo de la grosella, sus manos haciendo movimiento rápidos en su ropa para hacer aire, espiaba con cuidado sus labios secos, su nariz y el color de su piel y después de observar bien sus rasgos, sus ojos chocolate volvían a aquel color carmín en las mejillas de Hiro, sus manos se movieron solas a las mejillas ajenas y con fuerza las pellizcó.
—¡Auch! — Hiro volteó a ver al mexicano con enfado mientras sobaba su mejilla dañada, víctima de los dedos cautelosos de Miguel —, oye, no hagas eso, duele.
—Me gusta — le acarició la mejilla libre, la que aún no había apachurrado —, me gusta tu color rojo — y la reacción del otro se la esperaba, su rostro completo lleno del color cálido que le encantaba y sus balbuceos, y su: "Miguel, basta, basta, basta, no digas cosas tan tontas", sus manoteos cuando intentaba abrazarlo y después su resignación y que dejara besarle sus mejillas y su nariz.

Le gustaba el color rojo, no porque representara fuerza, no porque representar amor o porque los súper héroes tengan la tendencia de vestirse con ese color, o porque los autos último modelo salieran con ese tinte, no, le gustaba el color rojo porque siempre estaba en Hiro, cuando hacía frío, cuando hacía calor, cuando estaba feliz y cuando estaba enojado, cuando se enfermaba y cuando hacía ejercicio.

Le gustaba el color rojo porque era de Hiro.

—Hiro, me encanta el rojo de tu piel — acunó el rostro del otro entre sus manos morenas y le robó un beso casto e inocente, uno que avivó el tinte sangre en su rostro.

🎏 Drabbles H I G U E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora