Borgues

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Recuerdo el sol de la mañana y unas palomas en lo alto del cielo, recuerdo que corría por la calle con mi guitarra en mano y el sonido de la música al fondo, el mercado del jueves estaba puesto en la plaza y Dante se había perdido entre las calles siguiendo a un gato negro, recuerdo que sentado en la fuente había una piel blanca que parecía tomar color rosa y unos ojos rasgados con pestañas medianas me miraban llorando. No recuerdo si ese día me insultó o si me dijo que tenía un bonito lunar, no recuerdo si ese día lo invité a mi casa o él empezó a reír tan bonito que revolotearon mariposas monarcas en mi estómago. No recuerdo si ese día fue el primero en el que empecé a vivir de verdad.

—Entonces lo que me estás diciendo es que nace Venus y Primavera se encomienda a ella.
—Así es, además de una ninfa y un Dios que... No recuerdo sus nombres, sabes que son raros y yo soy muy malo para recordarlos — me sonrió de lado y sus gestos negativos me dijeron que era un tonto.
—Entonces investigalos y más tarde me dices quiénes eran — sus piernas delgadas se estiraban en el escritorio de mi cuarto, me seducían, me gustaba la piel que cubría sus huesos, el color crema, las cicatrices de sus rodillas rosadas y esos vellos blancos adornando su tes.
—Claro, sólo espera a que termine la tarea — aparté mis ojos de aquellas grandiosas extremidades largas y me concentré en las funciones irracionales y sus raíces. El silencio de mi cuarto era llenado con electrónica proveniente del celular de Hiro y él sólo observaba por la ventana de mi cuarto ese cielo lleno de nubes y lluvia.
—¿Puedo... Besarte? — aparté mis ojos de la tarea, de pronto ya no me interesan si se podía gráficar, si era función o si era correcto el rango y su dominio. Tragué saliva y miraba expectante sus labios rosados, la abertura de aquellas perlas, estaba perdiéndome en su boca, en su pecho intranquilo y sus ojos buscando los míos.
—Sí — inquietos nos acercamos, con los poros sudorosos y un ligero temblor en las manos, él bajó sus piernas y se estiró hasta mi cama y yo le seguí hipnotizado por sus ojos que no soportaban mi mirada. Tomó mis manos y le compartí de mi calor y un poco de mi vida.
—Siempre estás calientito — susurró a centímetros de mis labios y sólo así pude comprobar que esa tarde había comido 19 panditas.
—Y tú frío — conectó la punta de su nariz con la mía, veía su cara distorsión pero aún así me parecían las constelaciones más hermosas que había visto en mi vida. Fuí el primero en cerrar los ojos y acortar cada centímetro de espacio vacío y cada roce, cada movimiento en los labios de piñón, cada suspiro que soltabamos al aire, cada caricia regada en la dermis del otro era el más dulce placer de los malditos. Me acostó en la cama y metió sus manos dentro de mi playera de algodón con la rapidez que los jinetes cabalgan las llanuras y devoró mi piel de fuego como dulces, la temperatura de nuestros cuerpos iba en aumento y aún así era insatisfactorio.
—Miguel — aguardó una pausa larga mientras recolectaba aire en sus pulmones —... ¿Podemos? — suspiré ante su pregunta tentadora, de sólo pensar que lo haríamos ya estaba jadeando, me sentía bastante exitado. Enrollé mis piernas en su delgado torso y mis manos recorrieron su espalda hasta su cuello, atraje su cabeza en el hueco de mi hombro y aspiré su aroma dulce que desprendía su cabello y en su oído susurré palabras que salían temblando de mi garganta.
—Mamá está en casa, nos puede escuchar — mis mejillas estaban calientes  y mis manos aferradas a su cabello, el sólo mordisqueaba mi hombro y daba besos húmedos a mi cuello, la excitación subía de golpe a mi vientre dejando débil al pensamiento —. Promete no ser brusco — agarró mi vientre con sus dos manos y encajó sus dedos, mi respuesta había aumentando su felicidad más de lo que había pensado.
—Lo prometo — y las palabras se ahogaron en jadeos y besos, fuimos llenados del dolor y el placer, la combinación perfecta para quedarnos en nuestro pequeño infierno.

Ese día me entregué a todo aquello que estaba mal, era pecado, era inmoral.

Ese día cedí a mi felicidad.

🎏 Drabbles H I G U E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora