Mejor amigo

344 20 0
                                    


—¿Estás listo para ir a la fiesta? — le codeó un costado de su cuerpo haciendo que el otro diera un ligero respingo por el golpe.
—Preferiría no ir — sintió la mano del moreno en su hombro y el ligero cosquilleo que le provocó ese contacto le hizo sonreír suavemente —, pero sé que no puedo faltar porque si no "no me lo acabaría" — el moreno rió por aquella expresión y la mueca de reclamo en la cara del asiático.
—Vamos, no pongas esos gestos — tomó las dos mejillas de Hiro entre sus manos y lo obligó a sonreír —, sabes que lo hago por tu propio bien — el chico preso de aquel contacto apartó aquellas manos de su rostro y le dió la espalda, su cara ardía y podía sentirlo perfectamente así que dedujo que en su piel se podía ver el evidente rojo y no quería que Miguel viera su momento de debilidad.
Era problemático ocultar algo que se desbordaba con tan sólo una mirada del mexicano.
—Como sea, vámonos — abrió la puerta y esperó a Miguel afuera, entre la brisa de octubre, minutos después los pasos del chico contrario le distrajeron del paisaje nocturno y ante su cuerpo el rostro moreno de su amigo le paralizó el corazón y un cosquilleo bastante intenso se alojó en su estómago, sí que era problemático ocultar un sentimiento que crecía por una persona con la que estabas 24/7, pero cómo no iba  a crecer ante alguien que te trataba con cariño.

La fiesta no podía ser peor, mucha gente, mucho ruido, muchos olores, habían chicos poniendo alcohol en las bebidas, uno que otro vomitando en el pastor de la entrada principal, grupitos dispersos fumando y tomando pastillas de aspecto y procedencia rara y él estaba en medio de dos parejas, una nada decente que estaban fajando en su cara y la otra que sólo estaban coqueteando, lo más normal que pudo ver en esa fiesta. Jamás volvería a salir con Miguel a alguna reunión de la Universidad para que lo dejara solo en un lugar donde no conocía a nadie. Cansado del olor y las personas salió al patio trasero donde se encontró a un perrito encadenado a su casa, sin tener el interés de convivir con universitarios alcoholizados y drogados tomó al perrito entre sus brazos y lo puso entre sus piernas y empezó a jugar con él y este que le mordía suavemente los dedos de sus manos mientras Hiro pensaba profundamente en una silueta cantando en la oscuridad.
Iba a volver a salir con él, a donde sea que fuera iría con Miguel porque no podía decirle que no, estaba conciente de que estaba siendo bastante estúpido pero no podía evitar serlo con Miguel en su camino, un camino que seguro sería incompleto sin ese chico latino.
—Con que aquí estabas — desde el suelo volteó a verlo y entre las sombras del lugar  distinguió que le tendía un vaso de plástico rojo, aceptó la bebida y sintió cómo el otro se sentaba a su lado, rozando su hombro —, que lindo bebé — acarició el perrito que se encontraba inquieto entre las piernas de un Hiro que tan sólo de probar la bebida supo que había sido una de las víctimas de aquellos chicos de antes.
—Tardaste bastante, te perdiste un faje en vivo — bromeó dejando su vaso de lado, acariciando al cachorro por detrás de sus orejas.
—Lo siento, me crucé con alguien de la facultad y me presentó a varios — silencio entre ellos que sólo el ruido de la música de la casa podía rellenar —. Es un lugar tranquilo... Siempre escapas a sitios como este.
—No escaparía de sitios como aquel — señaló a sus espaldas la casa llena de chicos pasados de copas y la música retumbando en los cristales —, si no me dejaras solo.
—Owww, mi chinito no puede estar ni un segundo sin mí — ante la expresión de burla y el abrazo que le dió por arriba de los hombros, rodó los ojos.
—Cállate, Miguel.
—Para compensarte, bailemos — observó con asombro como Miguel bebía de golpe su bebida, alzó una ceja y tragó saliva al ver al chico levantándose y extender su mano hacia él. Tal vez era el efecto del alcohol en su refresco o las luces rosa neón en la piel morena de su amigo, o el sonrojo de Miguel y esos ojos llenos de brillo, pero sintió que todo el amor le aplastaba, todo el amor que Miguel le daba, que le dió por tanto tiempo.
—¿Con qué música?
—Te canto — y ahí estaban una de sus muestras de afecto que le comían el corazón de forma bella y dolorosa. Suspiró, dejó al pequeño cachorro en su casita y tomó la mano extendida del chico —. Te toca ser la mujer — tomó la mano izquierda del pelinegro y la juntó con la suya y con la otra le tomó de su cadera, una cadera bastante huesuda.
—Yo... — calló, estaba bastante avergonzado como para poder bromear con su 'mejor amigo'.
—Sólo escucha la letra atentamente — tragó saliva, lo pudo escuchar por la cercanía que tenían —, te la dedico — y empezaron a moverse viéndose a los ojos, con la sensibilidad en la piel y el aire fresco alborotado uno que otro cabello, Hiro se encontraba debatiéndose si estaba bien mirar así a Miguel, querer sentir de manera diferente a Miguel porque eran mejores amigos y eso no lo quería arruinar.
—Mi...— antes de que le dijera al moreno que esto no estaba bien, él ya había empezado a cantar y esa voz de angel le atravesó el corazón y no pudo ir en contra de un poder tan divino y celestial.
Put your head on my shou~ulder — oh no, esa canción que ponía tía Cass en las mañanas para empezar a hacer las cosas de la cafetería. Las piernas le empezaban a temblar — hold me in your arms, baby. Squeeze me oh-so-tight — el corazón le golpeaba el pecho, pero por más vergüenza que tuviera no iba a apartar su vista de aquellos ojitos chocolate amargo —, show me that you love me to~oo — el vibrato de aquella voz siempre le traía un buen sabor, como los panquesitos de manzana de la tía Cass, como el buen sabor de café que solía hacer Tadashi cuando aún vivía, como el sabor de unas buenas gomitas de oso —. Put your lips next to mi~ine, dear, won't you kiss me once, baby? — sonrió, no pudo evitar hacerlo al ver a Miguel avergonzado en esa parte de la canción, si por Hiro fuera le daría dos, tres, veinte, mil besos —... Put your head on my shou~ulder — y así lo hizo, sonriendo posó su cabeza en el hombro de Miguel haciendo que la cercanía incrementara, haciendo que sus pasos fueran más lentos y cerró los ojos y notó la sorpresa de su amigo —, whisper in my ear, baby — y su voz sonó más segura — words I want to hear, tell me, tell me that you love me to~oo entonces pararon de moverse, la respiración del de piel canela era igual de nerviosa que el de piel durazno, lo confirmó al sentir su pecho subir y bajar tan rápido, al escuchar por un segundo el palpitar galopante del corazón de Miguel —... Put your head on my shou~ulder — y cuando acabó, Hiro no pudo ser más feliz, ni más afortunado.
—¿Cuánto valor tomaste para hacer esto? — preguntó en un susurro.
—Para ser sincero, me costó un huevo y... — el golpe de Hiro en la cabeza le detuvo y sonrió al saber que ese tipo de expresiones no le agradaban aún del todo al nipón.
—No lo arruines — con nervios levantó su cabeza del hombro ajeno y sus ojos conectaron con esas pupilas dilatadas del Rivera. Sí, confirma que él pertenecía a la vida de ese chico.
—Lo siento — sonrió tímido —. Te quiero, te quiero, te quie... — cálido, como el calor del sol en una mañana húmeda. Cerró sus ojos disfrutando el contacto, la cercanía, la fuerza de Hiro atrayendolo a su cuerpo.
—Yo también — un abrazo más y todo volvió a ser ligero, seguían siendo los mejores amigos, compañeros, un músico y un nerd, un asiático y un latino, seguía siendo el mismo girar  del mundo, el mismo norte, las mismas personas y el mismo sentimiento en el corazón.
—¿Entonces sí eres mi novio?
—Humm... Lo pensaré — se despegó del abrazo y fue a ver al perrito para despedirse.
—¿Qué?, no hablas en serio, ¿verdad?— lo arrastró por el patio y por entre las personas.
—Miguel, deberías de escuchar todas las canciones de Cass, sólo si me las vas a cantar a mí.
—Bobo, todo lo que canto es para ti.
—¿En serio?, ¿y esa vez que le cantaste a tu compañera en horas de clases?
—Es que... Le debía un favor.
—Ajá ¿y el día en que constate frente a toda la escuela? — salieron tomados de la mano, caminado por las calles solas de San Fansokyo.
—Hiro, ¡era un evento!
—Aún así, no todo es para mí.
—¿En serio?, no llevamos nada siendo novios y ya me estás reclamando — arrastró las palabras con un toque de berrinche y el pequeño Hamada se sentía orgulloso.
—¡Que te he dicho que lo voy a pensar!

Ya era tarde, ya estaban dispuestos a ir tranquilamente a su habitación compartida junto a su gato que se alojaba ilegalmente.

Just a kiss goodnight, maybe

—Hiro~o
—¿Qué?
—Te amo.

You and I will fall in love

🎏 Drabbles H I G U E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora