No te le acerques

1.1K 74 4
                                    

El sol que entra por las ventanas golpea mi rostro e intento removerme para evitarlo pero es inútil. Me pongo de pie y cierro las grandes cortinas para luego tirarme nuevamente en la cama. Observo mi muñeca y veo ahí el brazalete con el nombre de Emily y de inmediato el sueño se va. Las últimas noches han sido pesadas, y no por mi alergia la cual ya se esfumó, sino por ella, cada día que pasa la ausencia de su persona se siente más. A veces no la veo en todo el día, en otras ocasiones solo la veo pasar y evitar mi mirada.

Voy a mi ropero y saco un álbum de fotos que tengo con ella, recuerdo que su madre siempre nos tomó muchas fotos y todas me las daba a escondidas a mi, se que ella sabía que yo quería hacer de este álbum un regalo, un regalo que tal vez nunca pueda dar, pues Emily parece no querer saber nada de mi.

Inicio a ver las foto y la melancolía me abunda. La extraño, mierda que lo hago, quisiera devolver el tiempo y nunca haberla besado pues aparentemente ese beso desató todo esto. Trago el nudo en mi garganta y guardo el álbum de nuevo en el ropero, observo la hora y es momento del desayuno, pero hoy más que otros días no quiero ir al comedor. Pido el desayuno a la habitación aún que esto irrite a mi madre. Luego de desayunar y de tomar una ducha, decido bajar a caminar un poco.

Escucho el relinchar de los caballos y me asesoró de que nadie me vea para ir a donde estos y preparar uno para montar. Le pongo su debida silla a uno de estos y cuando estoy por sacarlo de la caballeriza una voz me interrumpe.

-Cabalgar solo no es buena idea, majestad- me giro para ver como Frank alista otro de los caballos.- me gustaría hablar con usted príncipe Leopoldo, ¿me concede un poco de su tiempo?.

-Si, no es problema alguno- ambos nos montamos en nuestro debido caballo e iniciamos con la cabalgata.

-¿Cómo ha estado príncipe?.

-Ve al punto Frank- pido y parece sorprendido por el tono tan seco en que se lo dije. Nunca suelo ser así, pero Frank últimamente me ha dado muy mala espina.

-Se escogió a un par de princesas que vendrás un poco antes para el baile, y me comprometí a hacer un listado de labores y actividades que a ella y a usted príncipe, le agradan.

-¿Quiere que salga con ella?- detengo el caballo en seco.- ¿por qué tanta insistencia señor Frank?, soy joven, aún tengo mucho por vivir y mujeres por escoger, ¿no es así?.

-Si majestad, siempre y cuando este dentro de la realeza- y así, llegue a donde temía pero quería llegar. Frank tiene las mismas ideas que mi madre, y ella no está a favor de mi amistad con Emily, cosa que me pone a dudar de ambos.

-Dejala sobre mi buro- estoy por avanzar cuando me detengo y lo observo un poco.- y Frank.

-¿Si príncipe?- me acerco a él para decir lo siguiente.

-No te vuelvas a acercar a Emily.- exijo en un tono frío y seco. No sé que planean él y mi madre, pero Emily no cambia así de la noche a la mañana y ahora lo entiendo.

-¿Y si la reina lo pide?.

-Me encargaré de que no sea así- dicho esto tiro del caballo y cabalgó hasta llegar a aquel lugar que se ha vuelto mi refugio un poco antes de que todo colapsara.

El coraje de que Frank pudiese haber lastimado a Emily, pica bajo mi piel y calienta toda mi sangre. Siento mi cuerpo temblar gracias al coraje. Mi respiración se vuelve inestable y cada ve más acelerada.

Froto mi cabello desesperado sin saber por donde comenzar o como sacar este coraje. Me vuelvo a montar en el caballo y tiró de este para que avance más rápido. La adrenalina me llena y me hace aumentar la velocidad. Llego y de inmediato me bajó del caballo amarrandolo a un árbol de manera rápida. Corriendo entro al palacio por la cocina para ver si encuentro a Emily ahí, y averiguar si Frank es el problema pero no hay nadie, sigo buscándola hasta en su habitación pero no está. Recorro cada cuarto que puedo pero no esta ahí. Rendido subo a mi habitación y antes de llegar a esta me detengo en seco al verla ahí, a las afueras de aquella capilla. Sus rodillas están recogidas y su cabeza recargada sobre esta. La observo un poco más y pienso en si este sera un buen momento. Cada parte de mi inicia a vibrar al saber que esta mal, y me destrozó al no saber que hacer. Al fin me decido y estoy por ir con ella cuando mi madre me detiene en el pasillo.

-Aquí estás Leopoldo, ¿qué haces corriendo como si nadie durmiera en este lugar?.

-Estaba buscando algo.

-¿Y lo encontraste?- si, esta ahí afuera, llorando y no puedo correr a abrazarla porque eso te haría hacerle probablemente más daño.

-No, mañana seguiré buscando.

-Perfecto, porque quiero charlar un poco contigo- voy detrás de ella seguramente al su habitación. Sigo observando a Emily desde los ventanales hasta que la pierdo de vista. Llegamos a la habitación de mi madre y todo se torna extraño cuando empareja la puerta, porque eso solo significa algo; Quiere hablar de algo serio.- Toma asiento cariño.

-¿Qué pasa madre?.

-Mañana vendrán las princesas más influyentes para este reino, Frank se encargó de hacer actividades para ti y para una de ellas, ambas tienen mucho en común, así que sea quien sea que escojas la pasara muy bien contigo.

-Si me lo dijo Frank.

-Perfecto.

-Pero mi pregunta es- me giro para observarla.- ¿por qué tengo que "escogerlas" como si se tratase de un objeto?, digo, y que tal que ninguna de ellas me atraiga, que tal si ya hay alguien más.

-Leopoldo- la mirada de mi madre se torna insegura y asustada.- ¿quién es ese alguien más?, ¿conociste a alguna princesa sin comentarmelo?.

-No, no, no- la detengo antes de que se vuelva paranoica.- no todo en mi vida tiene que ser tu asunto madre.

-¡Leopoldo!- se pone de pie ofendida, y yo hago lo mismo harto de sus manipulaciones.

-¿Por qué si tengo la edad suficiente para llevar la corona, no la tengo para decidir que hacer con mi matrimonio o mi vida personal?, que poe cierto, nunca ha sido personal, siempre pareces querer saberlo todo.

-Necesito estar al tanto de ti Leopoldo, un error y todo puede convertirse en un caos.

-No es motivo madre, ¿cómo saber manejar las situaciones que la corona traerá sino puedo manejar ni siquiera mi propia vida?

-Entiende que esto no es una elección Leopoldo, tu vida siempre ha girado entorno a ese puesto, a esa corona, lo que decidas con tu vida será en torno a esa corona, a ese puesto tan importante.

-Al que seré ascendido obligatoriamente- muerdo uno de mis labios lleno de coraje.

-Las cosas ya están hechas y planeadas Leopoldo, mañana ellas vendrán al castillo y tendrás que elegir a una, con quien te casara más adelante para luego ascender- se acerca a mi amenazante.- te guste o no Leopoldo, esta es la realidad y no hay alternativas o elecciones, a menos que quieras hundirte en la miseria y hundir al pueblo contigo.

-Madre- intento detenerla.

-No pienso seguir escuchandote Leopoldo- esta por continuar con su caminata fuera de la habitación cuando se detiene y se gira para observarme.- y Leopoldo, por el bien de tu imagen y tu posición crucial, aléjate de esa plebeya, no quiero rumores.

Me tiro de nuevo en el sofá donde estaba sentado e intento no pensar más en lo que esta pasando, en evitar cansarme aún más de lo que estoy. Un error y el caos se desata, un beso y todo se fue a la mierda...

Enamorado de una plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora