Emily, no duermas

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Voy de un lado a otro del bosque, siguiendo el hilo que el equipo de rescate Real va atando a los árboles para no perderse.

Escucho el crujir de un par de ramas y detengo el caballo en seco. Alumbró hacia aquella zona y no hay absolutamente nada. Mi corazón retumba en mis oídos pues la esperanza de que sea ella lo hizo acelerarse.

Continuo con la búsqueda mientras ruego que no se encuentre en peligro o se enfrente con algún animal peligroso. Hago a un lado mis pensamientos y acelero el paso de mi corsé pues la lluvia inició a ser más pesada y eso corta mi visión.

Observo a lo lejos unas luces y me acerco con cautela. Me topo con el equipo de rescate inspeccionando una de las zonas.

-Alteza- todos hacen una reverencia con la cabeza.- tenemos que volver, la tierra se vuelve fango cada vez más y los caballos se están resbalando y estancando.

-No, no podemos volver- contradigo al capitán de rescate.

-Alteza, fue orden de la reina- interviene Frank y me sigo negando a abandonar esto.- mañana volveremos a buscar, con más luz, prometo que será todo el día.

-Muchas cosas pueden pasar por la noche, y no estoy dispuesto a dejar que Emily se enfrente a más.

-Leo, no te lo tomes a mal, pero las condiciones climáticas, más la poca grasa que hay en el cuerpo de Emily, y la delgada ropa que llevaba puesta cuando desapareció, son muchos indicativos de que ella tal vez...

-¡Calla!- exploto con las lágrimas en los ojos, lleno de coraje y prepotencia.- tu no la conoces, ella es demasiado fuerte.

-Leo a veces hay que aprender a renunciar...

-Vallanse ustedes, yo no lo hare- salgo de ahí de inmediato sin ser detenido. Y hago a mi corsé correr con mucha velocidad. Las lágrimas nublan mi vista y tengo que detenerme a respirar un poco. Intento no frustrarse más pero es imposible. Mi respiración es inestable y jadeante. Mi cuerpo tiembla lleno de terror y pavor a lo que pueda pasar sino la encuentro. Mis músculos se contraen de coraje y mi mandíbula se aprieta cada vez más. Froto mi cabeza con fuerza e intento pensar donde mierda puede estar, pero es inútil intentar pensar en un punto fijo cuando hay tantos kilómetros y lugares dentro de esta bosque en los que puede estar.

Observo como el caballo inicia a tener dificultades para recorrer los estrechos caminos del bosque pero a pesar de ello continuó, y si es necesario lo haré caminando.

Voy con la lámpara en su máxima luz, alumbrando todo lo que puedo a mi paso.

La lluvia inicia a cesar peronista cuerpo reclama calor. El frío me penetra hasta los huesos y hace que cada uno de mis movimientos duela.

Decido volver al castillo para cambiarme de prendas e ir por ayuda.

Entro al castillo y la primer persona a quien veo entrando es a mi madre con su expresión seria y molesta.

-Leopoldo di una orden- se acerca a mi.

-Y yo di otra- me desago de la capa, guantes y botas. Para recibir toallas y un par de pantuflas en su lugar. La mirada de la reina se llena de desconcierto y confusión como si mi respuesta fuese la menos esperada.- Necesito a más hombres para la búsqueda.

-No, no se concederá, no esta vez.

-¿Entonces es un trato de sólo horas?- arqueo mi ceja y ella sabe que me refiero a Escarlett.

-Te estás equivocando Leo, te estás equivocando- niega varias veces.

-Puede que quien se esta esquivando sea usted majestad- es lo último que digo para subir a cambiarme rápidamente. La fiesta aún sigue pero no me interesa esa estúpidamente celebración. Cierro el cierre de mis botas cuando escucho que alguien toca a mi puerta. Giro mi cabeza en esa dirección y me topo con uno de mis primos bajo el umbral.

Enamorado de una plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora