Un castillo sin su rey

1K 70 11
                                    

-¡Dimelo!- grito exasperado y Frank de inmediato se mete en medio.

-Leopoldo tranquilizate.- me intenta tocar pero lo evito. Lleno de coraje lo tomo del cuello de su camisa y lo estampó contra un mueble.

-¡Leopoldo!

-Tu tuviste que ver en todo esto imbecil, siempre has estado a la merced de... de la mujer detrás de mi, tu eres quien hizo el trabajo sucio- me acerco a su rostro y siento que en cualquier momento podría golpearlo de sólo imaginar como Emily lloro frente a él al recibir tantas malas noticias, y tantas probables amenazas. Alzo mi puño al aire pero cuando lo dejo caer, es en contra del mueble y no de él- hijo de perra.

-Leopoldo, relájate por favor.

-Ni siquiera te me acerques o me toques.- Detengo los pasos apresurados de la reina.- no puedo verte igual, no luego de ver como desrozaste a alguien inocente, una persona que nunca te hizo nada.

-¡Podría haber creído que era tu hermana si hubiera nacido aquí!

-¡Pero no fue así!- me giro y ella retrocede.- Sólo estabas dolida porque mi padre le dio resguardo a una mujer.

-Una mujer a quien parecía amar.

-No lo culparia- su seño cae y su mirada muestra dolor. Me da una cachetada y sale de ahí. Frank se acerca a mi y también tengo algo para él.

-O te encargas de que Emily tenga una vida digna donde está, porque seguro estoy de que luego de todo esto no va a querer volver, o el pueblo sabrá lo que hiciste no creo que la reina y mucho menos yo meta las manos por ti ante tantos rumores, no sólo eso, también serás botado del castillo y el pueblo tendrá la orden de no darte alojamiento o trabajo, y si así lo quiero, puedes ser hasta sentenciado a años indefinidos de cárcel por delito de asesinato al duque de Normandia,.- me acerco al hombre atónito y pálido que tengo en frente y le susurró las últimas palabras antes de salir.- es peligroso cuando alguien se encierra en un estudio y se pone a leer cartas y artículos escondidos, ahora dime, ¿qué se siente saber que tu vida está a sólo una noticia de ser destrozada?, y por último, quiero la dirección de Emily y número donde pueda localizarla, más te vale que sea real o no esperaré para hacer que todos lo sepan.

Me da una tarjetita y dicho esto abandonó la habitación. Las miradas son tardan en lanzar sus preguntas y yo no pretendo responderlas. Me acerco a uno de los mayordomos y él con algo de temor se acerca a mi.

-Majestad.

-Necesito que hagan mis maletas lo más rápido que puedan, los papeles están debajo del colchón de mi cama, sí hace días que los saqué de los archivos que tienen bajo resguardo, los quiero todos en esa maleta sin excepción alguna, más el máximo de mi ropa de diario.

-Majestad pero esos papeles es peligroso llevárselos a menos que usted ya no plane...

-Aun no lo sé.

-Principe si usted deja el castillo se desatará un caos por la Corona, el reino no está preparado para una guerra.

-Sólo hagan mi maleta, gracias.

Salgo a buscar a los choferes mientras llamo para preparar el Jet y me alegra saber que no tuve que buscarles mucho.

-Majestad- hacen una reverencia.

-Tengo un vuelo dentro de dos horas, preparen los autos.

-Pero no recibimos ninguna orden de la reina, o de seguridad, ni siquiera de sus representantes u organizadores, o de sus protectores.

-Ahora la estan recibiendo.

-Majestad...

-Veanlo por este lado, si no mandas a preparar los autos, perderás tu trabajo.

-Majestad así lo haga lo perderé de todos modos por tan impulsiva decisión.

-No durara despedido por mucho si es que eso pasa, no olvidemos que estamos a poco de mi coronación, y no voy a permitir que alguien que me ayudó pase hambre y carencias.

-Entendido.

Vuelvo al castillo y en sólo 40 minutos que aproveche para hacer llamadas y tener permiso de salir y aterrizar en otro lugar de manera imprevista y no planeada bajan un par de trabajadores con maletas en mano. Hans, el plebeyo me da una mirada preocupada pero al ver la serenidad en la mía lo tranquiliza.

-Aqui tiene todo majestad- me muestra la maleta con algo de miedo.

-Volvere Hans, créeme que lo haré, y cuando entré por esa puerta nuevamente las cosas se harán como yo digo, no habrá más un Frank, ni una reina detrás de todo.

-¿Entonce irá a hacer una investigación o a alguna escuela de preparación?

-No Hans, iré por lo único que me hace falta para tomar las riendas de todo esto, y no pretendo volver sin ella.- entiende a quien me refiero y su sonrisa se agranda mientras se llena de emoción.

Me adentro en uno de los autos de la realeza y parto al aeropuerto para montarme en el Jet e ir a buscarla.
Saco de mi saco una fotografía de nosotros dos juntos y mi valentía titubea, ¿qué tal si ella no quiere verme más?, tal vez después de aquella ultima noche ahora me detesta. Ignoro todos los pensamientos anteriores y me centro en el remolino de emociones que me invaden. Pero ante todo, gana una sonrisa boba, una sonrisa que sólo expresa una cosa: "Un hombre enamorado está a punto de ver a la mujer que más ama".

Enamorado de una plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora