La capilla

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Me doy el último vistazo en el espejo y ajusto la muñeca de mi camisa antes de bajar a desayunar. Mis ojos viajan a un extremo del espejo y me topó con una foto de Emily desprevenida mientras se reía de alguna idiotez que seguro dije sólo para escucharla reír. Doy un largo suspiro y bajo al comedor a pesar de no tener siquiera ánimos de levantarme de la cama.

-Buenos días madre- saludo sin observarla, se que Frank esta aquí también y si quiero descubrir que pasa tengo que verme lo más relajado posible aún que esto sea dificil.- buenos días para ti también, Frank.

-Buenos días príncipe.

Mi madre parece estar a punto de decir algo cuando las puertas de abren y dan paso a las personas que sirven el desayuno. Subo mi mirada y mi estómago es un nudo cuando veo a esa pelirroja. Busco su mirada, pero es evidente que me evade, yo en su lugar tal vez también lo haría.

La observo servir ágilmente los platillos y aprovecho su cercanía para pedir un poco de fruta y así ganarme su mirada. Se que no está bien, pero su mirada nunca miente y se que con solo ver sus ojos sabre que tan mal la está pasando.

-Disculpa- me observa y mi corazón se acelera, trago grueso para evitar el efecto que tiene en mi y continuo- ¿podrías traerme un poco de frutos rojos?.

Asiente y desaparece del lugar. Mi madre me observa intentando descifrar que quiero o estoy intentando hacer, pero es evidente que ella no lo entendería, ni siquiera me conoce bien a mi, mucho menos conocería la mirada de Em.

Inicio a comer intentando evitar más a mi madre pero Emily entra nuevamente y es imposible no observarla, mucho menos con ese par de trenzas rojas que la hacen resaltar de entre todos.

-Aquí tiene majestad- deja la fruta y le lanzo una mirada que sólo pregunta ¿cómo estás?, pero ella la evade, justo como ambos estamos evadiendo la mirada de todos en el lugar que seguro no entienden que carajo pasa o porque ya no hay más Leo y Emily, sino príncipe o majestad  y señorita.

-Hoy vendrán algunos de los invitados.- interrumpe mi madre para ganar mi atención y la observo.

-Me alegro madre- intento ocultar mi confusión de porque me dice esto si ya lo sabia, después observa a Emily y entiendo a donde va.

-Y entre ellos está alguien que quiero que conozcas.

-Debería esperar madre.- intento evitar seguir con este tema. Se lo que quiere, y se que busca hacer sentir mal a Emily, como lo ha hecho toda la vida desde que ella y su madre llegaron aquí.

-Este reino necesita de su rey, Leo.

-Y lo sé, sin embargo todo es muy rápido, ¿no crees?.- mi respiración aumenta y es por lo exaltado y harto que me tiene este tema. Muchos quieren cumplir 18 para poder entrar a lugares que antes no se les permitía, en la vida de muchos príncipes herederos, ese es el comienzo de la más grande mierda.

-Ya fueron muchos años sin rey, Leo, ¿crees que no hay más personas ahí afuera queriendo tu puesto?.

-Tal vez lo merezcan- escupo harto

-¿Qué estás diciendo Leopoldo?.

-No me siento listo para la corona madre, este reino merece un rey como mi padre, un rey que no hay en mí.

-Lo forjaras- exige con determinación y cansado sólo asiento. No quiero tocar más este tema, no por ahora, no con tanto cansancio, no cuando la relación con mi madre puede fragmentarse cada día más, porque al final del dia, esto ya estaba planeado desde antes, y haga lo que haga, mi coronación se llevará a cabo

-Así será madre.

-Majestad- todas las miradas van a Frank quien le susurra algo a mi madre, una muy buena noticia de seguro, pues ella se levanta de inmediato y con entusiasmo.

Enamorado de una plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora