Renunciar a ti

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-Leo- me aleja de ella aterrada por lo antes dicho.

-Emily perdón- me intento acercar a ella mientras toma las cosas para limpiar- Emily por favor, disculpame, no quise decir eso.

-Alejate de mi Leo, por el bien de ambos, hazlo- me detengo en seco y sólo la observo salir del lugar.

-Si es lo que quieres, así será- musito para mis adentros lleno de coraje.
Subo a mi habitación pero antes de entrar a ésta el consejero Real me detiene.

-Majestad- lo observo fastidiado. Llevo días pensando en que le está sucediendo y que pudo acusarlo, y todo me lleva a Frank, pues luego de que él hablara con ella todo cambio y se volvió una mierda, así que me es imposible no sentirme irritado antes presencia.

-¿Qué quieres Frank?- se detiene para mirarme señudo. Nunca respondo de está forma, por respeto, pero a la mierda el respeto cuando él no lo tiene por el resto.

-Su madre me pidió que hable con usted.- recargo mi frente en la puerta de mi habitación para cerrar los ojos en espera de cualquier estupidez sobre el matrimonio.

-Ve al grano, ¿qué es lo que quiere mi madre?

-Quiere que des el siguiente paso con la princesa Scarlett, tal vez un beso, ya queda en usted encontrar el momento correcto.

-Un beso- me mofó a lo bajo recordando lo que pasó cuando besé a Emily- los besos siempre terminan en catástrofes Frank, algunas más buenas que otras, pero todas son catástrofes.

Dicho esto, me encierro en mi habitación y me tiro en la cama observando a la nada y pensando en la mierda de vida que estoy por tener. Mi mano punsa y solo la sovo. No pienso salir de ésta habitación, no por hoy, no hasta que todos estén dormidos y no exista molestia alguna.

Observo por la ventana y veo la densa oscuridad. Abro la puerta y no hay sonido alguno así que, sin saber siquiera la hora, salgo y voy al corral por uno de los caballos para alistar lo y montar. Un poco antes de mi cumpleaños inicié a frecuentar un sitio; el sitio al que mi padre acudía tanto para tomar decisiones importantes. Pero parece que mis decisiones sólo se vuelven cada vez más mierda, nada parecido a mi padre. Me montó en el caballo pero antes, siento un mirada sobre mi. Dirijo mis ojos hacia una de las ventanas del castillo y me topó con Emily siendo iluminada por la poca luz que la luna le brinda al lugar.

<<Aléjate de ella Leopoldo, ella lo pidió>>

Repito una y otra vez en mi cabeza, y así le doy la espalda para emprender mi viaje al bosque y llegar a las ruinas donde encontré varias veces a mi padre.

Llego al lugar y me tiro a un lado de las columnas.

Tal vez las cosas así tenían que ser desde un principio. Yo basándome con una princesa, y Emily siguiendo adelante, pero mi necedad no me permite verlo así, pues sigo en la esperanza de encontrar a alguien que me haga sentir lo que Emily, aún sabiendo lo imposible que es. O tal vez deba ignorar a todo el mundo, y ser egoísta para iniciar a escucharme a mi.

Luego de varias horas de ideas erróneas, y pensamientos cansados. Observo como el cielo se inicia a aclarar. Rápidamente me montó en mi caballo y me dirijo al castillo. Entro con cautela al lugar, y agradezco tanto que apenas se estén despertando los empleados, aún que más de uno sabe que salgo de noche a cabalgar y no regreso hasta el amanecer o un poco antes.

Me dirijo a mi habitación y me tiro a dormir un par de horas.

Escucho algunos ruidos y me levanto alerta para ver frente a mi a una de las chicas de servicio acomodar mi traje y zapatos. De inmediato me transportó a mi baile pasado donde Emily se metía a mi habitación a hacerlo y después a ayudarme hacer bien el moño.

Enamorado de una plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora