La promesa

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-Feliz cumpleaños a ti...- inicio a escuchar un poco más fuerte cada vez. Abro mis ojos con pereza para después ver Emily frente a mi, con el desayuno en manos. Mi corazón se acelera de inmediato y si, este será por mucho el mejor despertar. Sonrió como tonto mientras veo las panquecas de plátano con velas encima, y se que son obra suya.

-Buenos días príncipe Leopoldo- finge mucha elegancia en su tono- me han mandado para entregarle este regalo.

-Dígame quien tuvo tan grande dicha, señorita Emily- le sigo el juego sin poder ocultar lo fascinado que me tiene el verla aquí.

-Me pidieron discrecion- sonrie ampliamente y una corriente electrica me recorre- no creo que te guste comer panquecas con velas derretidas.

-Le da un sabor especial- estoy por apagarlas cuando recuerdo mi deseo.

-No se te olvide el deseo- me recuerda y la observo mientras lo digo en mi cabeza

<<Por un año más al lado de Emily>>

-Eso jamás se me olvidara- soplo las velas para luego llevar una deliciosa fresa a mi boca.- ¿Sólo me verás comer?.

-Tengo más deberes por hacer su Alteza- una desilusión me llena, pues yo quiero estar este día sólo con ella, un dia sin deberes, ni tareas, solo nosotros dos, divirtiendonos- si así lo gusta puedo retirarme.

-Atrapala- le lanzo una fresa intentando detenerla un poco más. Para mi sorpresa la atrapa con todo y la comida aún en sus manos- buena esa.

-Viejo truco- sonrió ampliamente pero la confusión llega a mi cuando la veo dejar la charola y sentarse sería a mi lado.- ¿Recuerdas cuando me fuge para ir al pueblo y nunca te di explicación?.

-Si, recuerdo lo preocupado que me tenías.

-Relajate princesa, sólo fui a por unas cosas- me muestra un brazalete que parece ser personalizado. Observo encantado la forma en la que un par de hilos rojos han sido trenzados para sostener una pequeña placa con mi nombre. Aquella leyenda Japonesa viene a mi mente y es como si Emily supiese lo que espero del destino.- ten, me dijeron que el rojo resalta tus ojos.

-¿Tu cres?, pensé que me quedaba más el verde ya sabes... verde moco.

Mis ojos van a aquel brazalete y me cuesta esconder todo lo que en este momento siento.

<<Espera un poco más Leopoldo, piensalo bien>>

Pasa una y otra vez esa frase por mi cabeza, desde hace mucho tiempo, pero cada vez todo parece ser más difícil de ocultar.

-Y... ¿Te gustó?.

-Esta genial Em- la abrazo fuertemente mientras me inundo de su calor, de su incomparable aroma- gracias.

-Escogí el rojo por la antigua leyenda japonesa, dice que si atas esto a tu muñeca, tendrás una conexión especial con la otra persona que lo lleve- me muestra su muñeca y no puedo creer lo que veo frente a mi. Ella lleva puesto un brazalete similar al mío.

-Nuestra conexión no necesitaba de una pulsera y lo sabes- sus ojos captan los míos y el terror a dejarlos de ver algún día, vuelve a mi. Odio sentirme así, odio tener tantos miedos, y que todos giren en torno a una sola persona; Emily.
Despegó nuestras miradas mientras me siento en la orilla del colchón.

-Solo es recordatorio.

-Ya sé

, tengo una mejor idea- me dejo llevar por mis impulsos, tomo su meñeca y le quito su brazalete para despues ponerle el mio, yo me pongo el de ella y solo puedo sentir su mirada sobre mí- tu tendrás mi nombre en tu muñeca, y yo el tuyo, así cuando este lejos del palacio...

Enamorado de una plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora