Cobarde

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Llego a una parte desconocida del bosque y me tiró en un árbol mientras lloró desesperado.
No merezco siquiera tu odio Emily, no lo merezco, no merezco tu sufrimiento, ni tus lágrimas, no merezco tu tristeza, ni tu dolor, no merezco siquiera tu tiempo, y lo siento tanto, lamento el haberte hecho tanto daño, pero soy un cobarde, y un egoísta, soy un miedoso que decidió alejarse por miedo y lo siento tanto.

Entierro las uñas en mis brazos y solo deseo perderme, quiero desaparecer, que la tierra me trague y no me escupa más, solo sé hacer daño, solo se lastimar, emily no merece esto, y tampoco la princesa, nadie lo merece, así como yo no merezco nada bueno, solo lastimó.

La desesperación inicia a adormecer mis piernas y mis brazos, mientras el coraje me hace apretarlos un poco más. Odio solo sobrevivir, odio hacer las cosa spor instinto, sin sentir, sin emociones.

No quiero esta vida, no quiero esto, no si es así. No quiero darle gusto a otros y dejarme de lado, ya no más.

Me pongo de pie y me montó de inmediato en el caballo para partir a velocidad hacia el castillo, llego y aún sin terminar de avanzar me bajo, me adentro y observo como los presentes me examinan extrañados. La reina habla con la princesa mientra sme observan decepcionadas. Haciéndole caso omiso llamo a Susan mientra subo a mi habitación. Saco las maletas e inició a empacar todo lo que puedo y lo más necesario. Meto ahí la ropa más "casual" que tengo, y mis documentos.

-Leopoldo, ¿qué sucede?.- escucho detrás de mi a Susan.

-Aydame Susan, tengo que empacar en solo minutos, me largo de aquí.

-¿Co... cómo?, ¿cuándo vuelve?, ¿a dónde vas?.

-Susan ayúdame a empacar por favor.- pido aún estando con las rodillas sobre el piso, examinando mis papeles.

-Leopoldo, piensa por favor las cosas, relájate un momento, respira.- se postra frente a mi buscando mi mirada.- Leopoldo.

Toma mi mano y es ahí cuando siento su preocupación, la observo y sus ojos cristalinos me ruegan silencio.

-Susan...

-Tal vez es egoísta Leopoldo, pero nos dejas a mucho aquí, eres un rey Leopoldo, ya no eres solo un adolescente, ahora la vida de muchas personas dependen de ti, y no nos puedes dejar al abismo.

-Yo... lo sé Susan, lo sé, no soy tonto, pero estoy cansado de vivir una vida que no es mía, antes buscaba sentirme mejor, ahora solo pudo ocultar lo mal que me hace un nuevo día, estoy cansado de sobrevivir, de intentar llenar un vacío con más vacío, eso es imposible Susan, yo no puedo seguir así, por la poca cordura que me queda, no puedo. Ese trono no es mío Susan, es de un rey déspota, de un rey egoísta e inhumano, yo no soy eso, no puedo. Soy duro pero es porque me perdí, me perdí entre tantos problemas, tantas dudas, tanta presión, y solo actúo de manera defensiva y protectora.- tomo su mano al ver como una lágrima rueda por su mejilla.- estoy muy roto, y cada vez se me caen más y más los pedazos, y si huir o alejarme de todo esto por un tiempo es una solución, entonces lo haré Susan, porque si me quedo no creo durar mucho.

-¿Tan vacío estás?

-Voy a estar bien, solo necesito repararme un poco, respirar, estando aquí solo pienso en esa corona, y en ella, ¿lo peor?, es que no tengo a ninguno de los dos, pero si obtengo uno, pierdo el otro, y créeme cuando te digo que ella vale más que un cargo, yo valgo más que eso, peor parecen no verlo, para todos soy el príncipe, o majestad, el legítimo etc... pero ella, ella abrazo mis miedos, beso mis demonios, ella me veía por lo que soy, no solo por quien soy, porque soy un príncipe, soy el legítimo, pero para ella soy Leo, un ser frágil, inquebrantable, alguien que siente, llora, grita, cae, sangra y se rompe, alguien que es incapaz de construirse, un ser vivo, un humano, y no un objeto con poder en su palabra.

-Promete una cosa por favor, solo una.- asiento, mientras toca mi mejilla.- no regreses sino eres feliz, no regreses sino te has encontrado, si estás en ella, como ella en ti, entonces hablaría el plural.

-Cuidate mucho Susan.- beso su frente mientras siento su cuerpo temblar.

-No me gusta sentir que te despides, es como sí tuvieras poca fe, como si sintieras que no vas a volver.

-No todas las despedidas son malas, y no en todas hay regresos de ese tipo, pero vamos a estar bien.

Con desicion se limpia las lágrimas e inicia a empacar junto conmigo. Sonrió a lo bajo mientras sigo observando los papeles, veo una invitación colorida y me quedo atónito ante está, la abro y veo que es en 2 días. La guardo en mi saco y continuo.

-Listo, ya cerré la última maleta.- anuncia incorporándose a mi, frente a la ventana.

-Gracias Susan.

-Fue solo un par de maletas, majestad.

Me giro para observarla pero ella renuente se niega.

-Sabes a lo que me refiero.

-No me gustan las despedidas majestad, aparte, los gracias y los perdones no sirven de nada hasta que se demuestran con acciones, de ahí en más solo son palabras, vacías.

-Lo sé.- la abrazo muy fuerte y siento como, sin así quererlo, en silencio se despide de mi.

-Vamos abajo, le pedí a los demás que me ayudaran a alistar las cosas.

-¿Sabias de esto?.- tomo las maletas.

-No es necesario que lo expreses para ver cuán roto estás, tus ojos lo dicen todo, tu sonrisa nula terminaba de afirmarlo.

-No sé que habría hecho sin ti, Susan.

-Preocupate por aquello que harás por ti, te lo debes majestad.

Asiento, le doy una última reverencia mientras inician a meter mis maletas en el taxi que pidieron, no planeo viajar en el auto de la realeza, y mucho menos en sus aviones o Jets.

Hago una reverencia para todos mientra sla veo venir hacia mi.

-Leopoldo, detente, te lo estoy ordenando.

-Majestad.- hago una reverencia para la reina y la princesa quien se oculta tras de ella.

-¿A dónde crees que vas?- se acerca a mi.

-Estoy escapando, como un maldito cobarde.

Me d auna cachetada mientras sus dientes rechinan y sus ojos se agrandan.

-¿Eres imbecil acaso?, ¿te das cuenta de lo que estás haciendo?, ¿te da cuenta de cuántas cosas estás arruinando por tu simple egoísmo?

-Has arruinado más vidas de las que yo podría arruinar, Emily.- trago grueso.- es la más reciente, pero detrás de ella hay una fila entera de personas que no tenían la culpa de tus días malos, de tus despachos, de tus malas decisiones, e igual las desterraste, masltrataste e insultaste. Si quedarme aquí es convertirme en una persona como tú, entonces me voy, prefiero morir en paz y caer en una fosa común, que tener un mausoleo lujoso, hecho base de personas con hambre, de mentiras, de sabotaje y crueldad.

-Es la última advertencia Leopoldo, si te subes a ese taxi serás desterrado  y haré hasta lo imposible para que se te considere como un mendigo, voy a hacer de tu desicion una miseria, tanto que vas a querer regresar.

-Me va a tocar protegerme entonces.- saco la caja con el anillo y se la entrego en su mano. Le hago una reverencia y me subo al taxi, veo como sus ojos están rojos del coraje y su mano presiona con fuerza la caja en sus manos.

Tal vez es una desicion idiota, tal vez si estoy jodiendo muchas vidas con irme, y esto de negarme a mi destino no es más que una estupidez o un capricho, pero sé que sí me quedo, no durará mucho, sé que sí me quedo me convertiré en nada más que libros, y órdenes.

Salimos del palacio y siento que respiro.

Mierda, lo logré, salí de ahí, lo hice....

Enamorado de una plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora