-04 Máscaras de la Muerte-

212 40 20
                                    

Pov Miguel

Ya habían pasado tres semanas de que habíamos llegado a esta ciudad. Aún se me dificulta el inglés que manejan aquí, hay gente que a veces me ha volteado la cara por ser extranjero, aún que para mí primo Marco, le vale una mierda lo que digan y piensen.

El único lugar que me he sentido cómodo es en nuestro barrio donde nos estamos quedando. Allí la mayoría son latinos, americanos, chinos, japoneses, alemanes, polacos, bueno, un sin fin de mundos. Es pobre, pero al menos no batallo mucho de mi idioma, a decir verdad, la señora del edificio le he caído muy "bien", siempre me anda echando perros. Siempre menciona que me parezco mucho a un joven que vivía aquí, siempre serio y en ocasiones ayudaba en lo que se presentará, como una vez ayudó en salir a una drogadicta que vivía en el edificio de lado.

En cuánto a nuestra estadía con la mafia, bueno, por el momento solo nos hemos dedicado a llevar paquetes y gente que le trabajan a la "patrona". Para ser honesto la paga a sido muy buenas y no hemos tenido ningún problema en nuestro departamento, hace un par de días le envié una parte a mi mamá para que le comprará lo necesario a Coco.

Aún que obtuve unas cuántas preguntas por tanto dinero, tuve que calmar a mi familia de ello, porque ya estaban concluyendo que era narco o algo así.

Marco desvío ese tipo de temas con nuestra familia, a ser verdad, si trabajamos enviando paquetes de drogas y lavado de dinero. El día de hoy según nuestra "patrona", nos iba remover y aumentar nuestro puesto, ya no seríamos más repartidores o transportistas. Sin embargo, ella nos iba llamar más noche para no levantar sospechas. Ya que hace un par de días agentes de la policía habían estado revisando los edificios y negocios. Por suerte el señor Hiro, nuestro vecino de frente no ha aparecido, tal vez, ha estado ocupado últimamente con sus casos.

Para ser sinceros, es un chico muy interesante, aparte de que pareciera que no le interesará nada, tiene un poco de humor. Sarcástico, pero lo tiene. No nos hemos cruzado tanto desde la última vez que me jaló dentro de su departamento, solo se puede escuchar a mitad de media noche cuándo no tenemos trabajo, que abre su puerta.

Hay veces que me dan ganas de saber de él, como que tiene algo que me interesa conocerle. Se que esa carita amargada debe ocultar algo. ¡Ay ya voy a empezar con mi joterías!

-¡Ya llegó por quién lloraban!- gritó mi primo quién había entrado de un golpe al departamento haciéndome saltar de mi lugar.

-¡Cállate cabrón!

-Ach, ya vas a empezar...

-Recuerda que no podemos hacer tanto ruido aquí. Ya algunos vecinos han venido a quejarse por nuestros gritos y peleas.

-Ay mi cariño, lamento que seas celosa y discutamos...- tomó mi mejilla apretándola sacando sus carcajadas, rápidamente me quité su mano de un golpe.

-No empieces a molestar.

-Ya relájate Migue...- se acercó al refrigerador y sacó una lata de cerveza, ya había empezado con el alcohol cuándo llegamos aquí. Diría mamá Elena cuando los gatos no están los ratones hacen fiestas, este ya se había dado vuelo.- Además...¿Aún no habla la patrona?.

-No aún no.

-Pues debería...porque ya la noche está cayendo.

-Hablando de eso...¿Dónde estabas tú?.

-Andaba por allí, Sabes, si te ligas a una gringuita de por aquí. Luego luego te las suelta, se me hace que por eso andas amargado. Te hace falta echarte un faje.

-Oye, yo no me meto de oquis con cualquiera...deberías cuidarte, no sabes dónde estuvieron esas viejas.- dije mientras me levanté de la mesa y fui por un poco de agua.

Liberty City Donde viven las historias. Descúbrelo ahora