"El roce de sus manos al sostenerme me hizo sentir una conexión instantánea, como si el destino nos hubiera unido en ese caótico momento."
Unas horas más tarde, finalmente había terminado de preparar el menú del día. La voz persistente de mi jefe resonaba en mis oídos como un zumbido constante, recordándome que los clientes llegarían pronto y tenía que estar lista. Me lancé a servir y atender a los clientes por mi cuenta, ya que mi jefe se negaba a contratar más personal. Según él, mantener a los empleados contentos era una tarea imposible. Nuestros clientes habituales eran principalmente conductores y taxistas, quienes no tenían tiempo de regresar a casa para almorzar, aunque comer en nuestro restaurante implicaba un buen porcentaje de su salario. Cada uno de ellos solía lamentarse de la difícil situación que atravesaba el país.
Es realmente desgarrador y frustrante para mí querer cambiar las cosas pero carecer de los medios para hacerlo. Cada día es un eco de lo mismo: los lamentos de los clientes me afectan profundamente, especialmente cuando veo a niños y ancianos acercarse sin dinero, esperando obtener las sobras. A escondidas del jefe, les servía tazones llenos de comida y sus ojos brillaban de gratitud al recibir algo decente para comer. Un simple "Dios le pague" era suficiente para mí; verlos marcharse contentos siempre me dejaba una sonrisa triste en el rostro, sintiendo el peso de sus vidas difíciles en un país tan golpeado como el nuestro.
Me preparé con rapidez para atender a cada cliente que llegaba, deseando que mi sonrisa pudiera alegrar la mañana de todos, como dicen que puede hacerlo.
Una hora después, salí de la cocina para atender a otro cliente. Estaba de espaldas, así que me acerqué con pasos rápidos para tomar su pedido. Cuando se giró, no pude evitar poner los ojos en blanco y soltar una ligera risa mientras negaba con la cabeza. No podía creerlo, era como si el destino estuviera jugándome una broma.
—¡Tú! — exclamó él al encontrarse con mi mirada, sus ojos destilaban diversión mientras yo lo observaba incrédula —. ¿Trabajas aquí? — preguntó, mordiéndose el labio inferior con una sonrisa juguetona.
Asentí con la cabeza, sintiendo cómo mi corazón comenzaba a latir un poco más rápido ante su presencia.
—Parece que nos encontramos otra vez — comenté, con el ceño ligeramente fruncido pero una leve sonrisa asomándose en mis labios.
Él se encogió de hombros, sus ojos brillando con complicidad.
—La vida siempre tiene sus maneras de sorprendernos, ¿verdad? — dijo, con una chispa traviesa en su mirada.
Mordí suavemente mi labio inferior, sintiendo una ligera complicidad entre nosotros.
—Y tú, ¿qué piensas de nuestro encuentro? —pregunté, buscando en sus ojos alguna señal de lo que estaba ocurriendo entre nosotros.
Pero él guardó silencio, sus labios entreabiertos mostraban una tensión apenas perceptible.
Pasaron unos minutos en los que yo me quedé ahí, con los brazos cruzados, reflexionando en silencio sobre la extraña casualidad de nuestros encuentros. ¿Era el destino jugando con nosotros, o simplemente una coincidencia en medio del caos de la vida?
Finalmente, él giró lentamente sus ojos verdes hacia mí, con una mirada que parecía contener todo un universo de emociones. El brillo en sus ojos revelaba algo más profundo, algo que no podía ignorar.
—Sabía que te volvería a ver, pero no esperaba que fuera tan pronto, ni menos en el mismo día —dijo, su voz suave resonando en el aire entre nosotros.
Mi corazón empezó a latir más rápido, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo que me hacía temblar ligeramente. ¿Qué estaba sucediendo entre nosotros?
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Un amor fugaz ©[✔]
Romance«Qué lo único fugaz sean las estrellas. Tu quédate por siempre« Lucas y Camila se encuentran en el metro de la ciudad de Caracas ¿Es acaso una jugada del destino? Desde ese día la atracción entre ambos es evidente. Una vez que ambos se junten, inici...