Era un nuevo y maravilloso día que se asomaba por mi ventana, estaba decidida a que sería maravilloso. Los días con Lucas, estaban siendo mejor que los anteriores, siempre sorprendiéndome con su increíble personalidad y humor, siempre estando uno para el otro, para escucharnos, apoyarnos; de eso se trata tener una relación con alguien, dar todo de la misma manera, que sea equilibrado, estar para el otro cuando lo necesita, estar para escuchar, para hacer reír, para cambiar el dolor por una hermosa sonrisa. Lucas solo me debe sonreír, para enamorarme más de él día a día, esa sonrisa que cambia mis días grises por los más hermosos y luminosos del planeta.
Me dispuse a prepararme como todos los días para ir al trabajo y enfrentar un día más con una gran sonrisa en mi juvenil rostro.
—Buenos días, mi amor. ¿Cómo dormiste? —preguntó mi madre mientras se levantaba de la mesa a darme un beso.
—Bien, mami —respondí mientras con mi mano recogía mi cabello con una cola que estaba en mi muñeca.
Pero algo me puso alerta era que conocía a mi madre y la notaba preocupada, así no era ella.
—Toma, mi amor. Desayuna este pan con aguamiel*. No conseguí alimentos ayer, amor.
Recibí el pan con aguamiel de las manos de mi madre mientras le di una sonrisa triste ya sabía porque está preocupada era por no tener nada que comer di un suspiro melancólico.
—No pasa nada, mami. Esto es mucho para quienes no tienen nada. Porfa me esperas aquí en la tarde y yo te acompaño a buscar algo en el centro, ¿sí?
Mi madre asintió dándome una sonrisa forzada. Pero yo ya estaba preocupada por si no conseguimos nada en algún abasto, debo buscar soluciones y la tenía, le pediré al señor Marcos que me descuente del sueldo unas cosas para comer, pero que no se entere Lucas, porque sé que me las regalará, y ya ha hecho mucho por mí no, quiero fastidiarlo más-
Me marché al trabajo recibiendo un beso de parte de mi madre y la bendición trate de decirle que no se preocupara que todo estaría bien, yo esperaba lo mismo.
Todo el camino me rodaban una y otra vez el pensamiento nunca había pedido nada en el trabajo pero tengo que hacer lo que sea para que mi madre no pase hambre, una vez lo pasamos por días y fue muy duro, no por mí, era por verla a ella tan mal, esa vez vendí gran parte de mis libros con todo el dolor de mi alma, para que ella tuviera que comer.
Cuando mire al señor Marcos en la cocina, me prepare mentalmente para pedirle esas cosas. Me acerque y me dio una sonrisa, que casi nunca me daba.
—Señor, marcos —llamé nerviosa.
—Dime, muchacha.
—¿Puedo pedirle un favor? —pregunte viendo por lo bajo.
—Claro, muchacha.
—Es posible que me pudiera vender una harina, una azúcar y una mantequilla. Y me lo descuenta de mi sueldo.
Con cada palabra que salía de mi boca me sentía más avergonzada por tener que pedirle esto a mi jefe. Él asentía con una sonrisa triste porque sabía lo que se pasaba en este país para conseguir alimentos.
—Llévate de la despensa lo que necesites muchacha. Eres muy buena trabajadora te lo mereces. Pero no te voy a descontar nada.
—No, no —murmuré avergonzada negando varias veces con la cabeza.
—¡Claro que sí! Tú lo necesitas te lo llevas, punto y se cierra el caso.
A pesar de mis protestas se negó sabía que era de testarudo como Lucas y cuando sonreí se parecía mucho a él, algo que no había notado antes.
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Un amor fugaz ©[✔]
Romansa«Qué lo único fugaz sean las estrellas. Tu quédate por siempre« Lucas y Camila se encuentran en el metro de la ciudad de Caracas ¿Es acaso una jugada del destino? Desde ese día la atracción entre ambos es evidente. Una vez que ambos se junten, inici...