Capítulo 16

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Estaba muy cómoda con mis sábanas entrelazadas en mi cuerpo, pero varios gritos en la calle y explosiones me levantaron con el corazón acelerado a mil nuevamente.

Corrí con rapidez hasta mi ventana y mi boca se abrió al igual que mis ojos, porque había comenzado una nueva protesta. Había muchos manifestantes y guardias por las calles desesperados entre gritos y lamentos. Corrí con todas mis fuerzas a ver dónde estaba mi madre, pero era obvio que se había marchado muy temprano porque me dejo el desayuno en la mesa con una nota de amor. Pero no tenía hambre, mi vista estaba dirigida a la calle donde los manifestantes estaban quemando cauchos, había muchos cacerolazos. Me iba a ser imposible trasladarme al trabajo el día de hoy. Miré nuevamente con mi corazón oprimido, donde varios jóvenes tenían tapado sus caras con trapos que de seguro tenían vinagre por el gas que estaban lanzando los guardias.

Mis nervios estaban de punta en punta, los cabellos de mis brazos estaban levantados del escalofrío que recorría por todo mi cuerpo, y la sensación de terror era horrible. Había mucho gas por todas parte de la calles, los guardias lo lanzaban con mucha precisión, pero esto no les importaba a los jóvenes porque luchaban aún más con todas sus fuerzas, y eso me dolía, porque en muchas protestas ocurridas en todos estos años, muchos jóvenes inocentes habían muerto, y todo por querer ser libres y con una Venezuela con futuros y posibilidades.

Sonaban tiros por todo el lugar que aceleraban mi corazón con mayor temor, tiraban bombas, piedras, cosas envueltas, botellas, de todo estaban lanzando, hasta perdigones* se miraban volar por los aires, y era de parte de los desgraciados guardias, que apuntaban sus armas al mismo pueblo.

Mi perro estaba muy asustando a mi lado, aullaba muy feo de terror porque le tenía miedo a todo esto, y quién no. Si todo parecía una batalla de guerra.

Sin pensarlo tanto agarre a Tomas y lo metí en mi baño porque hay no se escuchaba tanto ruido y estaría bien. Yo por mi parte me coloqué lo más rápido un pantalón con una camisa sencilla que encontré en mi cama. Busque en mi cocina un poco de vinagre, y unos paños de cocina para ver a quién podía ayudar afuera. Sabía bien que si mi madre me viera en esto le daría un infarto.

Pero tenía que ir, debía ayudar a quienes más lo necesitaban, porque todos compartimos un mismo objetivo. En la puerta de mi casa, había una señora muy mayor, ella necesitaba mi ayuda, estaba llorando con sus manos en su rostro, y como pude sacando fuerzas de todos lados la apoye en mi hombro porque pesaba y yo era muy débil, mis ojos ardían, era por el gas que picaba con más intensidad en mis ojos y gran parte de mi cara, como pude metí a la señora a mi porche donde la senté en la baldosa de mi entrada.

—Hija, tengo miedo... me duele mucho.

—Tranquila, señora. Va a estar bien. Inhale esto y yo voy a curar su herida. Al parecer sólo la rozó un perdigón y no afectó ningún órgano. Gracias a Dios —comunique a la señora que estaba muy asustada, le di un paño con vinagre para que oliera. Yo sabía un poco de estas cosas porque había hecho un pequeño curso de enfermería, donde me enseñaron a curar heridas de bala como la que traía la señora.

—Eres un Dios, hija —sollozó la señora, yo le di un fuerte abrazo, de seguro lo necesitaba —. Yo no estaba en esto, hija.. todo comenzó desde la madrugada, yo solo estaba acompañando a mi hijo al colegio desde muy temprano porque no había trasporte, y él tenía muchas ganas de estudiar.

Yo asentí con cierta tristeza con sus palabras. Se escuchaba devastada y muy triste. De la nada comenzó a toser, y sin pensarlo me fui a buscarle un poco de agua para que se tranquilizara. Yo por mi parte me sentía mal por no poder ofrecerle una pastilla para el dolor, pero no tenía.

Solo como pude con mis dedos temblorosos marqué una y otra vez a una ambulancia, pero como siempre no contestaban, así era, ellos aparecían cuando la personas fallecían, siempre tarde. Eso me enfureció, sentí unas ganas terribles de llorar porque en todas las protestas del país había desde niños a ancianos que querían un futuro mejor, y pedir que les devolvieran sus sueños que fueron arrebatados cruelmente.

Un amor fugaz ©[✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora