Nos quedamos sentando en unos bancos viendo cómo las personas pasaban corriendo por toda Sabana Grande, eso nos hacía burlarnos de ellos; por cómo corrían desesperadas para encontrar el metro, hacer la cola para los autobuses, la cola para el pan; porque aquí en Venezuela se hacía cola para todo, hasta para entrar a un baño público donde te tocaba pagar hasta por el papel de baño, ya que no se encuentra y está muy costoso.
Dirigí mi mirada a una señora con su hijo, estos dos simplemente compartían un helado pero ese pequeño niño lo dejó caer, su madre lo correntío por todo el lugar muy molesta, porque el helado le quitó gran parte de su quincena. Él chico desconocido y yo nos mirábamos con una pizca de diversión y sonrisas reprimidas.
—¿Qué te parece si vamos por uno de esos helados? —me dijo.
Alzó una de sus cejas con una media sonrisa, mientras yo le hacía una mueca con mis labios de indecisión
—¿Si se me cae me correntiaras como la señora? —conteste burlona
Movió su cabeza de lado con unas sonrisas para tomarme de las manos, yo intenté protestar pero me lo impidió. La verdad, era que no quería que me invitara nada, no estaba acostumbrada a eso y además no quería que gastara dinero innecesario en mí.
A pesar de mis reproches me impidió que lo ayudara a pagar por los helados, no salió casi toda la medía quincena, eran de chocolate que ni tenían tanta leche y de paso era de vaca, porque la leche en polvo casi no se encuentra. Al ser líquida hacía que lo helados perdiera su sabor. Pero con él y su buena intención para mí era más que suficiente.
Caminamos por todo el lugar en un silencio con pasos lentos, compartiendo nuestros helados, ese silencio que decía a la vez tanto, me estaba alegrando de su compañía cada vez más. Se paró frente a mí y alce una de mis cejas porque no entendía nada cuando de mis labios se iba a despegar una palabra me unto un poco de su helado en mi nariz.
Mi boca se abrió de sorpresa y lo mire perpleja pestañeando varias veces. Pero no me iba a quedar con esa, Hice una señal con mi cabeza para que se acercara, pero este negaba con la suya y sus ojos destilaban desconfianza y diversión.
Me acerqué más lentamente y lo unté con mi helado en su cara, esté se estaba riendo pero era una risa contagiosa que yo también empecé a reír.
Cuando de la nada, tomo mi cara entre sus dos manos para que nuestras miradas se penetraran, me puse muy nerviosa y pude notar como mi helado se estaba derritiendo, o no sé si era yo la que me estaba derritiendo por él. Me soltó a los pocos segundos creía que me iba a besar, pero solo metió unas manos en su bolsillo y con la otra tomo mi helado y comió de él le reproché con la mirada y mi boca muy abierta.
—Lo merecías por botar mi helado —dijo burlón.
Le lancé una mirada feroz e iba a decirle que era tonto, ¿cómo me iba a quitar mi helado?
Pero creo que fue divertido.
—¿Eso te divertido? —preguntó arqueando su ceja.
Le di una sonrisa triunfante con miradas burlonas y divertidas.
—No tanto como a ti —respondí para picarle el ojo.
—Pero se te miraba muy bien ese helado, bonita.
Volqué mis ojos, para y seguir caminando, quería preguntarle más sobre él, esa duda invadía mi subconsciente. Lo miraba de reojo, era muy alto, con un hermoso perfil, era un chico tan lindo pero no se parecía en nada a su padre. Este chico es blanco y su padre es más oscuro, sus ojos son verdes y los de su padre marrón, pero no aguante más y pregunté porque era un poco curiosa.
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Un amor fugaz ©[✔]
Romance«Qué lo único fugaz sean las estrellas. Tu quédate por siempre« Lucas y Camila se encuentran en el metro de la ciudad de Caracas ¿Es acaso una jugada del destino? Desde ese día la atracción entre ambos es evidente. Una vez que ambos se junten, inici...