Capítulo 15

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Teníamos el día libre porque el señor Marcos se encontraba ocupado haciendo un pequeño inventario. Veníamos de camino de averiguar para apostillar* nuestros documentos que era muy compilado por las citas, los precios y la corrupción que se vivía, también pasamos a averiguar sobre mi pasaporte pero aún no estaba, y esta era otra de las cosas con la que los Venezolanos debíamos vivir. Esperar nuestras apostillas y pasaportes para ser tomados en cuenta fuera del país, pero muchos no se esperaban a tenerlos porque la situación les ponía una soga al cuello, y se debían marchar sin sus documentos de identidad.

Lucas me dijo que su amigo estaba agilizando ese trámite y debíamos pasar seguido porque pronto estaría listo, yo ya me había hecho la idea con los días de que me debía marchar con todo el dolor de mi corazón. Estábamos camino al Banco porque Lucas necesitaba un poco de efectivo, pero nos encontramos con la sorpresa que los bancos no tenían dinero, solo había para consultar y de nada nos serviría eso, la moneda se encontraba muy devaluada y ya muy poco efectivo quedaba. Apreté las manos y le di una sonrisa de ánimos y me la devolvió pero sabía que estaba muy enojado. Nos encaminamos en una tienda y por el letrero de la entrada sabía que tenía en mente Lucas.

—¿Vende efectivo? —preguntó Lucas a una mujer sentada en el mostrador que estaba inhalando un cigarrillo.

Eso me recordaba los primeros días que conocí a Lucas cuando fumaba que ya no lo hacía y eso me hacía sentir mejor.

—Sí al cien por ciento —respondió ella de lo más normal.

¿Cien por ciento?

Yo no podía creer que tocara pagar el doble por la suma que se fuera a requerir pero también sabía que no era culpa de la mujer si no de la situación. Lucas dio un suspiro de frustración y sacó su tarjeta de su billetera.

—Quiero comprar —dijo Lucas mientras daba su tarjeta a la chica y le decía el monto.

La comenzó a pasar por el punto de venta por el doble de lo que pidió era una barbaridad, al primer intento no pasó porque también los sistemas bancarios y Internet fallaban mucho, al tercero paso y le entregó el efectivo con una sonrisa porque sabía que había hecho muy buena ganancia.

—Es una locura, bonita. Pero esperemos que esto acabe muy pronto. Y ya verás que cuando nos marchemos del país tendremos grandes oportunidades para ayudar a nuestras familias y todo mejorará.

Me sonrió una forma adorable y se la devolví asintiendo porque esperaba que todo fuera así, aunque aún me invadía la tristeza de tener que marcharme pero todo era para mejores oportunidades, y un mejor futuro.

Pasamos por el boulevard de Sabana Grande y varias veces unos muchachos muy jóvenes nos ofrecieron cómpranos oro y plata pero ninguno de nosotros tenía nada de eso, y con esta delincuencia que se asoma cada día en las calles menos, una persona no puede estar en la calle con cadenas, anillos ni ningún tipo de adorno, porque te roban y hasta te pueden matar por estas simples cosas. Es que ni tu celular puedes sacar en la calle, todo el mundo lo guarda hasta debajo de los zapatos para que no se los roben, es frustrante llegar a esos extremos.

Lucas me tenía de su mano, para seguir emprendiendo nuestro camino a casa pero Lucas se alejó y yo lo miraba extrañada y baje mi mirada a mis zapatos para atarlos un poco.

—¡Corre! —gritó Lucas pasando a mi lado, le di una mirada confundida porque no entendía a qué venía aquello.

—¡Toque el timbre de aquella casa! —gritó entre risas mientras me señalaba una casa al fondo donde se estaban abriendo las puertas una señora mayor que empezó gritarnos barbaridades.

¡Mierda!

—¡Estás loco! —grité echa dome a correr a tras de él ignorando las groserías de la señora.

Un amor fugaz ©[✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora