Capítulo 10

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Cuando mi mirada lo encontró con la de, Lucas sonreí para acercarme con pasos vacilantes a la cocina, donde ahora se estaba lavando las manos, su cocina estaba brillante y limpia. En un mesón plateado había harina esparcida y varios ingredientes para preparar la pizza.

—¿Dónde conseguiste todo esto, Lucas? —pregunte asombrada mordiendo mis labios.

—Eso no importa, bonita. Ve a lavarte las manos para enseñarte.

—¡A la orden mi capitán! —conteste con burla mientras saltaba como niña pequeña hacía el lavamanos.

—Es muy fácil, ¡Bambina!

—¿Bambina? — pregunte burlona con las una ceja arqueada.

—Es italiano, bonita.

Asentí entre risas, pero yo no sabía italiano. La que sabía era una amiga que estudió cuatro idiomas. Todo para ampliar su currículo y así tener la oportunidad de un buen trabajo. Sin embargo, nadie la contrató pese a todos sus años de estudio en el extranjero no le valió de nada todos esos años quemándose sus pestañas, ahora trabaja lavando platos para con lo poco que gana, sobrevivir fuera del país y ayudar a su madre que aún se encuentra en este país, ella siempre se preocupa por su madre que le dice que está bien, pero ella sabe que no es así, solo lo dice para no preocuparla.

—Bonita, mete la mano sobre la masa, con confianza y seguridad, pero también con delicadeza, ¿capisci?

Asentí feliz desviando mis pensamientos, me daba una risa como hablaba pero necesitaba concentrarme.

¡Concéntrate!

—La presionas con la palma de la mano derecha, con la izquierda la giras, con la derecha espolvoreamos un poco la harina y entonces con otro movimiento giratorio con la otra mano y así sucesivamente.

Asentí mordiendo mi labio, tenía todo recordado paso a paso, era buena para recordar cosas. Y comencé a hacer lo que me dijo el sonreír y por su sonrisa creo que lo estaba haciendo bien.

—Naciste para esto, bonita.

Yo seguía entusiasmada. Continuaba amasando con delicadeza como me enseño. Al terminar él hizo el voleo porque la primera la dañe yo. Pasamos a rellenarlas juntos con la salsa, usamos mortadela porque era más económico que el jamón y pepperoni, usamos tomates, queso rallado del más económico, y la metimos al horno. Al terminar sin notarlo me lanzo harina en mi cara, donde quede perpleja sin pestañear, di un suspiro y corrí tras él, porque no me iba a quedar con esa, y lo logré, lo pude llenar también de mucha harina, donde casi se ahoga por mi culpa, pero me la debía.

Pero mis ojos se dirigieron por un momento a la mesa, luego a Lucas donde lo miraba con cara de confusión por lo que acababa de ver.

—Tienes una foto de mí en tu cartera —dije con una gran felicidad y asombro, señalando con mi dedo índice a la mesa donde su billetera estaba abierta.

Lucas se encogió de hombros y se acercó a mí mordiendo sus labios.

—Si, imprimí una foto de las que te tome la primera vez que salimos, bonita —soltó una respiración alegre y continuó: —Tengo tu foto en mi cartera para cuando tenga problemas o me sienta triste, sé que solo debo sacar mi cartera y ver tu foto, porque sé que aunque seas una loca que me voltea sus ojos y mil cosas, tengo a la chica más linda dándole color a mi vida.

Mi cerebro no procesaba bien creía que esto era un sueño, pero no Lucas es real más real que nadie, y es mío, solo y completamente mío.

[...]

Un amor fugaz ©[✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora