#0.6 Dejame aliviarte hyung. +18

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❝Tú quien eras más delicada y frágil fuiste castigada en mi lugar. ❞—Stigma, Kim Taehyung.

—Bien hecho pequeño, vuelve al auto —el pequeño sin emitir ninguna palabra se marchó de aquel lugar, el cual marcó un antes y un después en su vida—

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—Bien hecho pequeño, vuelve al auto —el pequeño sin emitir ninguna palabra se marchó de aquel lugar, el cual marcó un antes y un después en su vida—. ¿Qué tan bien se puede esconderse un niño de 7 años?, ¿dónde estás pequeño? El tío Soojuk sólo quiere hablar contigo caminó en aquel oscuro sótano, pero un ruido en particular lo hizo sonreír.

El pequeño Yoongi lloraba en silencio tanto por el dolor de la muerte de sus padres, como también por el miedo a morir.

Unos pasos acercándose lo hicieron cubrir su nariz de tal modo que no fuera audible, ni siquiera para él, sin embargo el sonido de múltiples disparos a escasos metros de su presencia lo hicieron soltar un quejido.

—Sólo una rata —bufo disparando reiteradas veces hasta destruir por completo el cuerpo del pequeño animal.

Yoongi suspiró con cierto alivio al no ser oído, pero para su desgracia el temblar de su cuerpo lo delató, pues había movido una pequeña pieza del ascensor provocando un sonoro ruido.

Uno de los hombres de Soojuk lo vio. Vio al pequeño niño cubierto de lágrimas y temblar cuál cachorro asustado, sin embargo no lo delató y Yoongi se lo agradecería en un futuro.

—Debe ser otra rata señor, es mejor irnos la policía no tarda en llegar —comentó el cómplice de Yoongi observando a su jefe.

Soojuk dudo un momento pero finalmente asintió.

—Andando —ordenó el sr.kim saliendo de aquel lugar, en el cual dio fin a la vida de quienes alguna vez fueron sus amigos y el amor de su vida.

Aquel hombre observó por última vez a Yoongi, quien con sus delgados labios formuló un silencioso: "Gracias".

El sonido de los motores alejándose lo hizo salir de su escondite con lentitud, se deslizó fuera del pequeño ascensor y observó su alrededor completamente consumido por la fría oscuridad, sus ojos recorrieron las estancia hasta dar con el inerte cuerpo de su madre.

Sus pequeñas piernas corrieron al encuentro de su progenitora.

—Mamá —lloró sobre su pecho, su manos vagaron hasta el rostro de su madre y lo acariciaron con delicadeza manchando sus manos con sangre en el acto—. Debí ser yo —los sollozos sacudieron su delgado cuerpo impidiendole continuar—. ¡Lo siento mamá!, ¡Lo siento!

Cattleya -[Yoontaegi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora