Cattleya -[Yoontaegi]

Epílogo

❝Nunca sueltes mi mano, porque yo nunca soltare la tuya.❞ —First love, Suga (BTS).

Soltó un largo suspiro intentando relajarse, pero la gran aglomeración de gente entrando en aquel lugar no lo ayudaba, cerró la puerta recargándose en ella. Hoseok lo observaba divertido desde una de las esquinas de la habitación, caminó hasta él y posó ambas manos sobre sus hombros, para darle una gran sonrisa.

—¿Nervioso? —cuestionó el pelirrojo sin borrar su sonrisa. Yoongi asintió energéticamente.

—Ni cuando la metí por primera vez estuve así de nervioso.

—Es entendible, la primera vez lo hiciste con la luz apagada —el pálido blanqueo los ojos y Hoseok rio—. Solo es una broma Min, ya sabes para aliviar tensiones.

—No eres el mejor en eso Hoseok.

—Tienes razón, nunca ha sido lo mío —palmeo su hombro—. Siempre Jimin fue el encargado de ayudarnos en situaciones así.

Una sonrisa triste se posó sobre los labios del pálido. Cuánto extrañaba al rubio en momentos como esos, 5 años habían pasado y aún no podía con el hecho de que Jimin ya no estaba en aquel mundo, pero de alguna manera estaba tranquilo, porque sabía que él lo cuidaba y que en aquel momento lo miraba con una brillante sonrisa desde el cielo.

—Ha pasado tiempo desde su muerte —recordó melancólico el pelinegro mirando a la nada—. Aún me cuesta creerlo —admitió.

—Pues somos dos —sonrió —. ¿Pero sabes qué es lo que aún no puedo creer? —le cuestionó Hoseok.

—¿Qué?

—Que hayas tardado tanto tiempo en pedirle matrimonio a Taehyung —confesó—. Tengo que admitir que pensé que te casaría primero que Jungkook y yo.

La verdad es que hasta él se sorprendió de que aquel par de relación un tanto complicada se hubiese casado, nunca podría olvidar aquel día que se presentaron en su casa a altas horas de la madrugada solo para decirle: «Nos vamos a casar».

—No encontraba el momento correcto.

—Correción, tu no estabas en el momento correcto.

Y tenía razón. 

Luego de la muerte del rubio, Yoongi creía que no tenía derecho a ser feliz, creía que él debía haber muerto en su lugar, pero tras meses de fuertes discusiones con Taehyung comprendió que el destino era sabio y aunque hubiese querido evitar su muerte, pasaría tarde o temprano, pues era algo que tenía que suceder.

Unos golpes en la puerta lo hizo sacudir su cabeza, una bella chica asomó la cabeza de entre la puerta y sonrió.

—Yoongi debes salir, ya todos están aquí —sin más decir desapareció.