Cattleya -[Yoontaegi]

#26 Destino.

❝Dime si no debería alejarme de mi mismo.❞—Singularity, Kim Taehyung (BTS).

Observó el estudio de Taehyung encontrándose con el lugar completamente a oscura y sin ni un alma a la vista, y tal como aquella vez la misma chica se acercó a él. 

¿Era alguna especie de Deja vú?

—Oh, eres tú otra vez —sonrió la chica—. De nuevo no te avisaron, ¿cierto? —se cruzó de brazos mirándolo con una ceja alzada. 

—¿Qué paso esta vez? —bufó con molestia, ya era la segunda vez que se levantaba en vano y no era porque quisiera trabajar, aquello solo era un excusa para ver al peligris.

—Lo que pasa todos los años querido Yoongi-shi, hoy es el aniversario de la muerte de la madre del joven Taehyung —informó borrando la sonrisa de su rostro—. Si que eres despistado, hoy casi no hay personal trabajando.

Miró a su alrededor confirmando las palabras de la muchacha. La verdad es que si había notado que había escaso personal, solo que nunca analizo el motivo a fondo, pues simplemente pensó que más de algún empleado venía con retraso, ya que al ser el primer día de la semana el trafico se volvía todo un caos.

—Solo pensé que venían retrasados o yo muy temprano —confesó encogiéndose de hombros—. Bueno, me voy a mi casa a dormit —mintió caminando directo al ascensor.

Su destino era algo bastante obvio, pero claro que aquella muchacha no lo sabia. El pelinegro iba directo a la casa de Taehyung, pues una extraña combinación de números en su cabeza lo confundieron y necesitaba confirma lo que su mente estaba procesando.

—Adiós Yoongi-shi —fue lo último que escucho al cerrarse las puertas del ascensor.

Su mano se deslizó dentro del interior de su bolsillo delantero, tomando su celular y tres familiares nombres aparecieron en su lista de contactos: Hoseok, Jungkook y Jimin. 

Suspiró con resignación y volvió a guardar su celular.

Todos estaban trabajando y no precisamente en una oficina, sabía que si los llamaba los distraería y aquello traería grandes consecuencias.

Las puertas del ascensor se abrieron, dio un paso fuera chocando con un fuerte cuerpo que lo hizo tambalear, definitivamente tenía que ser más cuidadoso. Alzó la mirada topándose con unos conocidos ojos marrones, Namjoon, una sonrisa se deslizó en sus labios y unos hoyuelos a ambos lados de su boca no tardaron en aparecer.

—Buenos días Yoongi, ¿qué te trae por aquí? —cuestionó el moreno. Los ojos del pálido recorrieron su cuerpo deteniéndose en la fina caja de chocolates que sostenía en su mano izquierda.

—Al principio trabajo, ahora me voy —confesó. Namjoon lo miró confundido—. Sabes Namjoon-shi voy aprovechar que te vi para quejarme, ya van dos veces que no me avisan que no hay trabajo y vengo a pasearme por aquí —el moreno rio por la osadía que tenía al hablar libremente con él, si fuera otro empleado ya estaría cruzando las puertas con un despido entre las manos.