XIII

1.2K 184 5
                                    

Despertó con un dolor en su cabeza intenso, trato de levantarse pero el mismo dolor la invadió ahora en su pecho. Recordó el disparo que recibió, y completamente alarmada se revisó la zona afectada. Nada. No había una sutura, ninguna herida, solo el dolor y una pequeña marca como cicatriz era lo que en su pecho había. Escuchó voces en la sala y se levantó tambaleándose ligeramente para ir hacia lo que reconocía como la voz de Chaeyoung.

Esa no era la casa que solían tener, era más grande y pudo ver varias habitaciones en ella. Era de una aromatizada madera bien tallada, haciéndola más cálida y bonita que en aquel hostal.

— Entonces eso es lo que pasa. Tzuyu y yo no fuimos humanas al nacer, éramos lobos, y al ser transformadas en... Esto, rompimos un balance natural entre los verdaderos hombres lobos y los humanos. — Escuchó atenta la aclaración de Chaeyoung, esperando que las contrarias dijeran algo al respecto, siendo consciente de que el rechazo le llegaría como un balde de agua fría.

— Entonces esa noche... Q-Qué trabajé contigo, ese lobo era...

— Sí, la mordida que le dí transformó ese enorme lobo en lo que hoy conociste como Zhou Tzuyu.

La taiwanesa, escondida desde el primer piso, vió expectante la reacción de Sana, siendo ella su única preocupación. Notó la sorpresa en su rostro hasta que decidió hablar.

— ¿Qué pasó con su herida?

— Los lobos y licántropos tenemos una especie de defensa en nuestros cuerpos que hacen regenerar nuestra piel y huesos más rápido que cualquier otra especie. Sin nos llegan a apuñalar con una navaja común y corriente, incluso a amputar un dedo o hasta la mano, sería cuestión de segundos, días o semanas hasta que recuperemos ese pedazo de cuerpo que teníamos. Sin embargo la regeneración no sucede si el metal es de cadmio, como la bala que le dispararon a Tzuyu, o está cubierta de aconito.

— Entonces ¿No pueden morir?

— Solo con ese metal, o si sufrimos heridas graves en la columna o cuello.

— Dios mío... — Soltó Mina aún sin creer que todo aquello fuera posible.

Eso Zhou no lo sabía, debía agregar eso a sus notas mentales. Se hundió en sus pensamientos, tanto, que no se dió cuenta cuando Sana notó su presencia. Ésta corrió al verla llendo directo a dónde se encontraba, y fue que sin permiso revisó el área lastimada bajando la playera con la que vestía la más alta. Tzuyu Soltó un chillido de dolor por el impacto de sus manos sobre su pecho cuando Sana intentó verificar que en verdad no había rastro del disparo ahí. Al escucharla se asustó y ambas a la vez cayeron por el salto del susto que se dieron la una a la otra.

— Bueno, puede que se regenere la piel, pero el dolor persigue como si no hubiera sanado. Por cierto Tzuyu, te deje aquí en la mesa un poco de morfina, debe dolerte todo el cuerpo.

Tzuyu asintió levemente pasando tímidamente por el lado de la japonesa. Tomó asiento en el sillón frente a Son y Mina y se tomó la pastilla aún con la mirada de todas clavada en ella.

— ¿Y que haremos ahora? ¿Qué pasará si Moon intenta atraparnos de nuevo? — Preguntó Sana.

Chaeyoung se dejó caer con cansancio sobre el sillón, acariciando su frente y pensando que debería hacer ahora.

— Ustedes no harán nada, se quedarán aquí hasta que logremos hablar, o en todo caso, derrotar a Moonbyul. Nunca debieron involucrarse en esto, así que como no fue su culpa, Tzuyu y yo las protegeremos. — Dijo, pero algo en su voz sonaba nerviosa al decir lo último, y de no ser posible, todos en la sala hubieran escuchado el rápido latir de su corazón.

— ¡No! No quiero pasar más tiempo con ustedes dos, esto es una locura... — Era Mina con la desesperación clavada en sus ojos en forma de pequeñas lágrimas traicioneras. Sin embargo fue Chaeyoung quien estiró su mano hasta su rostro y borró todo rastro de ellas.

— Lo sé, pero debido a que las salvamos... N-Nuestro instinto creo un lazo con ustedes sin nuestro consentimiento. Prácticamente estamos amarradas a ustedes y obligadas a cerciorarnos de que estén a salvo.

El nerviosismo marcado en Chaeyoung le hizo saber a Tzuyu que estaba mintiendo, o más bien, algo escondía de nuevo. Odiaba eso de ella, aún cuando Tzuyu era su aliada le ocultaba tantas cosas que ella sabía merecía saber.

Tzuyu salto en su lugar al pensar un poco en las palabras de Son. Sabía de los lazos, y no creía en ellos, pues ella era fiel a la idea de que un lobo solo podía estar con su predestinado. Sin embargo, si se lo ponía a pensar, su estómago se revolvía en una sensación extrañamente satisfactoria al pensar en Sana y la forma en que la cuido y se preocupó por ella.

— ¿Qué clase de lazo? — Preguntó curiosa Mina Totalmente resignada.

"Qué no sea lo que creo que es, por favor ¡Qué no lo sea!"  Pensó Tzuyu sin saber que Chaeyoung podía leer sus pensamientos, a lo que le soltó una mirada de lástima y enojo al mismo tiempo.

Sí, sí que lo era.

— Una imprimación. — Y aunque ni Sana ni Mina entendieron el qué era eso, Tzuyu palideció ante sus ojos. — Así que Zhou, debo enseñarte como ser uno con tu instinto y ser como la cosa en que me convertí. Sólo así podrás luchar y tener tu paz, la que tanto buscaste.

Sus ojos penetraron los complemente negros de Tzuyu, a lo cual ella tragó un nudo falso en su garganta y asintió a sus palabras.

— ¿Puedes controlar esa transformación? — Preguntó asombrada Sana, imaginándose a la chica en frente suya, aquella que valientemente se sacrificó por ella, transformándose en esa bestia.

— No realmente, pero puedo intentarlo. Digamos que ambas aprenderemos al mismo tiempo. — Rió antes de irse a la cocina dejando con muchas cosas que pensar a las tres jóvenes en su nuevo hogar. — Por cierto, tengo spaghetti para cocinar ¿Quieren eso para cenar, o mejor pido una pizza? Aunque no sé si tengan servicio hasta este lugar... De hecho creo que ni hay calle, Ja.

El lobo que se enamoró de la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora