XXXI

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El día era muy bello esa mañana, el sol resplandecía erradicando el rastro del frío de los días pasados, dejando solo un simple aire que convinaba perfecto en el contraste del calor. Los pájaros cantaban, las flores brotaban, pero en la cama de una chica de aquel clan, el día que apenas comenzaba estaba siendo una mierda.

— Mina... Creo que voy a morir. — Dijo abrazándose a sí misma con las rodillas flexionadas en posición fetal. Cerraba sus ojos, pues los fuertes retortijones no la dejaban ni siquiera hablar bien.

Mina en cuanto la escuchó dejó su libro a un lado y se acercó preocupada, pero grande fue su sorpresa al notar la mancha de sangre que comenzaba a marcarse en las sábanas y recurrían de la parte baja de Sana.

— ¿Estás en tu período? — Quizo reír al escuchar el gruñido de parte de la mayor que demostraba que por mucho que lo odiase, estaba en lo correcto. — Bien, déjame revisar si tenemos algo.

Acarició su espalda antes de retirarse, sabía lo fuerte que le eran los dolores a su amiga cuando se encontraba en su periodo. Afortunadamente ya sabía con qué medicamentos actuar, sin embargo dudaba que hubiese en aquel hogar. Entró al baño buscando del botiquín alguna pastilla, incluso las toallas sanitarias, pero lo único que ahí había era alcohol, gasas, y cosas extrañas que servían para Solar, pero ni siquiera un paracetamol tenían. Suspiró y bajó a la cocina, era muy temprano con lo cual nadie estaba despierto, puso a hervir algo de agua, y teniendo ventaja de estar en el bosque utilizó hierva de manzanilla para realizar un té que en menos de diez minutos estuvo hecho.

Lo sirvió, y justo antes de darse la vuelta para ir hacia Sana, sintió la cabeza de Chaeyoung posarse en su hombro, sin abrazarla ni nada, haciendo que su respiración chicas con su cuello causándole un cosquilleo.

— ¿Qué haces tan temprano? — Preguntó, aún sonaba adormilada. Mina rio y le acarició el cabello con su mano libre.

— Me acostumbré a levantarme temprano, al que madruga Dios lo ayuda. — Chaeyoung soltó una risilla, y cuando sintió a Mina moverse, se alejó. — Además, debo darle esto a Sana, tiene problemas, ya sabes... De cada mes.

Chaeyoung giró su cabeza unos cuantos grados sin entender. Mina viró los ojos y luego volvió a reír. Se dirigió a las escaleras para volver a su habitación seguida por Chaeyoung.

— ¿De qué hablas? — Preguntó inocentemente en el camino.

— Nada, nada. Por cierto, más tarde necesito que me acompañes a la farmacia a comprar medicamentos, hacen falta muchos que son muy básicos.

— Pero nosotros no necesitamos, solemos eliminar bacterias y esa clase de enfermedades nosotros solos. — Nuevamente se notaba que aún seguía dormida. Mina le dio un pequeño golpe en la cabeza juguetonamente.

— Sí, pero no olvides que tienes dos humanas también. — Se detuvo al llegar a su habitación, se dio la vuelta antes de entrar y se sonrojó ligeramente al tener de nuevo tan cerca a Chaeyoung. — Bien, nos vemos al rato.

Un beso casto fue lo que dejó en los labios de la, ahora, rubia antes de adentrarse a la habitación que compartia con Sana, dejando con esto a una embobada Son tras la puerta.

Caminó a la cama de Sana, quién no se había movido ni un pelo de la posición que tenía hace unos minutos. No le gustaba verla así, pero en estos casos era inevitable. Se sentó al borde de la cama y la movió para que pudiese sentarse a beber del té.

— Toma, creo que esto bastará por ahora. Más al rato iré con Chae por medicamentos, y también por toallas, mientras usa papel de baño o algo para que no sigas manchandote. — Le dejó un beso en la frente antes de volver a su cama. Sana se levantó a duras penas sentandoce y colocando su espalda en el respaldo.

El lobo que se enamoró de la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora