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Tzuyu caminó perezosamente rumbo al hogar, en su lomo Sana montaba su cuerpo presa del sueño que finalmente la consumió esa noche después de estar horas y horas admirando la luna y de brindarle al animal a su lado todos los mimos con los que quería expresar lo mucho que la quería y que no le importaba su condición. Las manos de la japonesa vagaron por su pelaje, masajeó sus puntiagudas orejas, y peino su pelo con la yema de sus dedos. Irónicamente, aunque la más relajada en esa situación fuera Tzuyu, Sana terminó rendida ante la fatiga.

Sin embargo, solo hubo una cosa que Tzuyu no soportó y le dolía. En verdad le dolía. Y eso era escuchar como Sana intentaba entablar conversación con ella, sin recibir respuesta a cambio, siendo consciente de ello por su indeseable estado.

Esa noche, a pesar de todo, le pareció agradable, por primera vez en días no había llorado pues la compañía de la japonesa le brindó toda la calma que su corazón necesitaba, aún si después siguiera inquieto.

Entró desde la parte trasera donde se encontraba el garage, su ahora "habitación" y la única forma en la que podía acceder a la casa. Pero una cosa le sorprendió, o más bien alguien.

— Eh... No te preocupes más, Zhou. P-Puedes dejarme a Sana, yo la llevaré a su habitación... — El australiano pasó su mano sobre su nuca, estaba ruborizado y le temblaban las piernas.

Tzuyu lo miró de pies a cabeza, sus ojos rojisos lo examinaron como una bestia a su presa y eso lo detectó Chan. Resopló y soltó un gruñido con lo que Chan asustado se hizo a un lado de la puerta, dejando libre el paso a Tzuyu quien con más razón ahora quería dejarla con completa seguridad en su cama. No le tenía confianza. A pesar de su tamaño, logró subir las escaleras y entrar a la habitación que ahora compartía con Mina. Ésta al verla entrar trató de ocultar su miedo, sin embargo, aún le era extraño verla en esa forma de animal salvaje.

— Tzuyu... ¿Q-Qué haces...? — Tzuyu no le hizo caso y solo avanzó a la cama.

Como pudo logró que el cuerpo de Sana cayera al colchón, esperando que Mina entendiera que ahora ella debía cambiarle de ropa y abrigarla con las sábanas. No hizo nada más, salió golpeando sus garras con el suelo y volvió al garage. Cerró los ojos, pero de nuevo Sana la encontró ahí.

En sus sueños sólo podía verla a ella, no hacían nada, sólo estaba ahí, ella, con su cabello ondeando por el viento y sonriendo. Se sintió extraña.

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— W-Woojin... Necesito hablar contigo. — Chan caminó apresurado al lado de su hermano, quien lo miró apenas oyó su voz. Éste le sonrió tratando de tranquilizar el notable estado nervisio del rubio.

— ¿Qué pasa?

— Yo... Creo que he hecho algo muy malo. — El menor alejó su mirada y rasco su nuca. La sonrisa de Woojin desapareció a penas pronunció las palabras.

El castaño coloco su mano sobre la espalda de Chan, y ligeramente lo empujó haciéndolo caminar fuera del hogar, podía notar el estado de arrepentimiento de su hermano, y eso le dolía. ¿Qué tan malo pudo haber hecho algo? Se aseguró de que no hubiese nadie cerca, porque conocia al australiano, y por ello entendía que necesitaban privacidad.

— Ahora si, puedes decirme. — Posó si mano sobre su hombro transmitiendole toda su confianza. Los ojos de Chan se dilataron, parecían ligeramente rojizos, como si estuviese a punto de llorar.

— Creo... Creo que... — El nudo en sí garganta no lo dejo hablar. El miedo a lo que siempre temió lo inundó. — L-La imprimación... Sana...

— ¿Qué?... — Woojin entendía su nerviosismo, pero su tartamudeo lo puso a pensar e intentar adivinar lo que quería decir. No trado en comprender la gravedad del asunto. — No... ¡Chan pero que mierda!

— Lo siento, no fue culpa mía, yo solo intente ayudarla y protegerla cuando intento ver a Tzuyu. — Exasperado, el chico tomó entre sus dedos mechones de su cabello y jaló de ellos. — No fue voluntario, ni siquiera sabía que por algo tan sencillo podría pasar... Cuando me di cuenta, mi Alfa no paraba de pensar en ella.

— Muy bien, tranquilo. Sólo piénsalo un poco. — El castaño respiró profundamente e intentó calmarse. — ¿Seguro que ella no te atrajo desde antes?

— B-Bueno, tal vez se me hacia linda, pero no es la primera vez que veo atractiva a una mujer.

— Esto es muy difícil... — Cerró sus ojos. En el peor momento debía pasar aquello. — Si Tzuyu se entera te matará, sabes perfectamente que ella también se imprimó en Sana.

— ¿Y eso no podría ayudarme? Mientras Sana no se entere de que a mi me ocurrió, mi Alfa no se sentirá rechazado en cuanto ella decida irse con Tzuyu. — Dijo viéndolo como su única escapatoria.

— Sí, pero estando Tzuyu como se encuentra será muy difícil que decida irse con ella. — Woojin pasó su mano sobre su frente. Le había comenzado a doler la cabeza. — Lo último que debes hacer ahora es acercarte de más a Sana. Es más, de ser posible no le hables y le hagas caso hasta que Tzuyu vuelva a su estado de humana. Si no lo haces, entonces tú terminarás por enamorarte, y sabes hasta donde puede llegar si Sana llega a rechazarte.

El silencio reinó. Pará Woojin eso significaba que el menor acataba su orden, sin embargo, en el interior del australiano su alfa estaba que moría de celos. Su lobo no aceptaría tan fácil y sencillo que Sana se fuese con alguien más, así que sin pensar, soltó sus pensamientos.

— ¿Y si en lugar de que me rechace a mi, hago que rechace a Tzuyu?

El coreano lo miró atónito. ¿Estaba hablando en serio? Entre su trance, un lobo de gran tamaño se acercó lentamente apenas escuchó ruidos tras el hogar, se agachó sin ser vista por el par de hermanos, curiosa de saber por qué tanto sigilo en ambos.

— ¿A caso estas loco?

— Vamos, solo piénsalo, a estas alturas estoy seguro de que Tzuyu no volverá a ser humana nunca. Sana quedará devastada, y lo último que quiero es que ella sufra más de lo que ya vivió. — Las orejas puntiagudas de Tzuyu se estremecieron ante lo que escuchaba, una ira lentamente comenzaba a crecer dentro de ella hacia el rubio. — Estoy tratando de tomar esto como una buena acción. Estoy siendo realista.

— ¿Y traicionar a las personas que nos están brindando ayuda y un hogar donde dormir? Demonios, estas hablando de delatar la transformación de Zhou si llegan a encontrar el antídoto, y si Chaeyoung se entera estamos muertos. — El mayor dio un paso hacia atrás completamente descolocado. El rostro de Chan cambió a una mirada sombría, dejándose llevar por el sentir de su Alfa.

— No lo hará, es cuestión de seducir a Sana hasta que no piense que fue culpa mía que Tzuyu no se haya transformado. Debo ser capaz de ganarme el cariño y la confianza de todos, y así nadie pensara que yo fui el culpable.

— Lo siento hermano. — Woojin lo miro desepcionado, sabía que ese no era su hermano, pero no podía evitar creer que así lo era. — Pero está vez no te ayudaré.

— ¡Piensas abandonarme como a los demás! — Chan gritó empuñando sus manos con fuerza. — Solo te pido una cosa, ¡y me abandonas!

— No pienso perder mi lealtad por un capricho tuyo. Te di una opción para hacer las cosas más sencillas para que nadie salga herido, ni siquiera Tzuyu, y más te vale acatarla... — Se dio la vuelta y caminó dandole la espalda al menor que con furia lo fulminaba desde lejos. —... O sino, olvidate de mi y negaré ser testigo de tu plan.

Entre los arbustos, Tzuyu observó las pisadas molestas que el rubio dio al irse por el contrario de Woojin. Intentó no soltar un gruñido, pero simplemente la molestia la consumió y la impotencia de no perder hacer nada al respecto.

Ahora más que nunca debía proteger a Sana, aún si su físico se lo impedía.

El lobo que se enamoró de la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora