XX

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— ¿Acaso estas... Nerviosa? — Sonó burlona, y es que era verdad, nunca imagino ver en ese estado a la "indomable" Chaeyoung.

Mina caminaba a lado de Son y su amiga, en busca de las personas que Chaeyoung había recordado para pedir ayuda. Llevaban caminando ya más de tres horas sin parar, con lo que entre más avanzaban, las ansias en Chaeyoung eran más notorias para el par de japonesas que sólo se reían a escondidas.

— ¿Q-Qué te hace pensar que estoy nerviosa? — Le preguntó de vuelta con molestia. Mina no pudo evitarlo y soltó una ligera risa que contagió a Sana a su lado.

— No te ves tan segura ahora.

Chaeyoung bufó mientras caminaba a pasos pesados. Sabía que estaban cerca de donde vivían a quines buscaba, así que trató de ir más lento para ganar el mayor tiempo posible. Como siempre, era una caja de sorpresas, y eso no pasó desapersivido por las japonesas, quienes su actuar no causaba una buena idea de las personas a quienes visitarían.

— ¿Falta mucho? Estoy cansada... — Sana abrumada por el dolor en sus pies, dijo de la manera más tierna a ojos de Chaeyoung, tratando de ganar con eso que se dieran un descanso.

— Tal vez, la verdad no recuerdo muy bien en que parte quedaba, pero...

— ¿Son Chaeyoung? — Una voz lejana seguida del sonido de madera cayendo en el piso resonó por el bosque.

Las chicas se pusieron en alerta, sin embargo al ver solo a una guardabosques, aflojaron sus cuerpos. Parecía inofensiva, y su acto con la leña al ver a Son hizo verla como alguien tal vez débil. Pero Chaeyoung fue la única que lejos de estar tranquila con esa presencia, comenzó a temblar.

— Y-Yoo... ¿Cuánto tiempo? Ja... — Sin notarlo, sus pasos retrocedían, y su sonrisa forzada llena de nerviosismo hizo sobre salir una vena en la contraria.

— Sí, bastante.

El tono en la chica en frente de ellas comenzaba a elevarse, y era obvio, que no le agradaba para nada la intromisión de la más baja.

— Oye, ¿r-recuerdas que te hice un favor? Hace un tiempo... C-Creo que ahora necesito de tu ayuda. Justo había venido a buscarte.

— ¿Hablas del día en que destruiste mi casa? ¿O de la vez en que te acostaste con mi hermana?

Mina giro su cabeza para mirar a Chaeyoung y está solo le sonrió torpemente.

— E-Eh... Y-Yo, yo no, yo no hice eso... — Tartamudeo siendo presa de los nervios de la mirada de todas sobre ella. Pero aún más preocupada, tembló de nuevo, al ver cómo la alta de cabello teñido de un exuberante azul, se alejaba rumbo a una camioneta a lo lejos, sin antes mirarla con desprecio.

Pero estaba en todo su derecho. Había sido una estúpida en creer que podría contar con ella luego de todo lo que le hizo. Sin embargo, era la única amiga que tenía, y por más que quisiese arreglar el pasado, todo estaba hecho.

No dijo nada, dejó que aquella chica se fuera sin ser capaz de enfrentarle. Miró su espalda con ligera tristeza y arrepentimiento, y claro, la impotencia de que sin ella las posibilidades de salvar a Tzuyu se minimizaban.

— ¡Estamos aquí por ayuda! — El sonoro grito de Sana llamó la atención de todos, deteniendo el andar de Yoo, quien solo giro su cabeza un poco sin mover su cuerpo. — Una amiga, Zhou Tzuyu, un lobo que fue convertido en humana por Chaeyoung ha sido raptada por todo el Clan de Moon Byul Yi. Es una chica linda y tierna que no le ha hecho daño a nadie, y una vez logró salvarme de morir por un disparo.

Chaeyoung pudo presentir el montón de emociones que la japonesa tenía dentro, tanto que incluso, la conmovió. Estaba desesperada, y el cariño que sintió en el corazón de Sana hacia Tzuyu, le dio un empujón más para dejar su orgullo y enfrentar a Yoo.

— Sana... — Mina, por su lado, se acercó lentamente y colocó su mano sobre el hombro derecho de su mejor amiga, dándole conforte, tras las lágrimas que la mayor dejaba salir.

— No puedo dejar que le pase algo, ella me salvó una vez y yo debo regresarselo, ¡quiero rescatarla!... Pero no podemos hacerlo siendo solo nosotras tres...

Un silencio abrupto reinó en el medio del bosque, la peliazul volteo su cabeza dispuesta a irse una vez más, pero al querer dar un paso y escuchar el jadeo de aquella quien le hablaba, no pudo evitar sentirse cohibida ante sus palabras.

— ¿Ustedes dos son humanas? — Preguntó con gran curiosidad. Chaeyoung sólo se relacionaba con humanas para una sola cosa, por lo cual, eso quería decir que ellas se trataban de un caso especial.

— Así es. Un día en que Moon volvió a atacarme, casualmente ellas estaban con nosotras y tuvimos que ayudarlas ya que Byul había puesto su vista en ellas. — Volvió a hablar Chaeyoung, sin importarle si la contraria tratara de asesinarla con la mirada. — Las rescatamos, y ahora que Tzuyu no está, no puedo dejar que se arriesguen por querer ir por ella. Jeongyon, te lo ruego.

Los ojos castaños de Chaeyoung se fundieron con los de Yoo, quien pudo ver la sinceridad de sus palabras en ellos.

— Tendrás que explicar todo... Suban al auto.

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— N-Necesito ir al baño... — Incluso le dolía el hablar. No podía aguantar el peso de su propia cabeza, y sus ojos se cerraban con la intensión de descansar un poco.

Tal vez, su cuerpo no estaba siendo afectado del todo, pocas veces eran las que era golpeada. Sin embargo, habían otra formas de tortura que la llevaban al límite. Tenía frío, pues había perdido la cuenta de los baldes de agua con pedazos del más fino hielo que le habían lanzado cada que intentaba dormir. Su garganta estaba seca, le habían obligado, con tal de humillarla, a cantar canciones que no conocía y que cada vez que se equivocaba un chorro a presión le golpeaba. Seguramente era de una manguera.

— ¿Qué? ¿Acaso no te bastó con toda esa agua? — Escuchó a alguien, un hombre, con un tono burlesco que se reía de ella.

— Tirale más agua, mientras la mojas que haga lo que tenga que hacer y así no se apesta el lugar.

Las risas resonaron por toda la sala, incluso llegando a dónde cuatro personas más estaban concentrados en una sola cosa. El laboratorio de Xiumin, apartado de todos los idiotas, estaba siendo testigo de "la salvación" de la humanidad.

— Y con esto hermana, nuestros problemas quedan resueltos. — Dijo sosteniendo el suero en una botella de vidrio que no tardó en colocar en un refrigerador especial con más de aquella sustancia.

Moon sonrió tétricamente, observando como su hermano usaba los restos del líquido dentro de una jeringa goteante.

Jackson y Solar, quienes acompañaban a ambos jefes de la manada en su experimento, se miraron mutuamente. Una sin emoción aparente, pero deseando que nada malo le pasase a la chica que estaba sufriendo en una silla en la planta de abajo. Y el otro, con arrepentimiento.

La visita de Tzuyu, tan delicada y frágil, completamente acabada, le bastó para demostrarle que había cometido un error muy grande al entregarla y hablar de ella.

Tzuyu no merecía ese infierno.

El lobo que se enamoró de la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora