CAPÍTULO 4 - EL GUARDAESPALDAS

844 11 2
                                    

-          ¡Te voy a matar hijo de puta! – gritó Daniel al verme con su hermana.

Se lanzó a mí con todas sus fuerzas agarrando una lámpara de la mesa de noche y tirándola en mi cabeza, comenzó a darme de puñetes y patadas mientras yo hacía todo lo posible por no hacerle daño, Emily y Anna gritaban pidiendo ayuda, la habitación había quedado hecha un desastre, con vidrios regados y todo el piso de adornos rotos.

-          Cálmate Daniel, no quiero hacerte daño.

-          ¿Qué daño me vas a hacer tú, hijo de puta?, eres un muerto de hambre, crees que por tirarte a mi hermana ya eres un tipaso, solo eres un pobre imbécil que no puede creer que se ha metido con una chica como mi hermana, ¿Qué seguía luego?, ¿Le ibas robar?

-          Estás loco niño, deja que me vaya y terminamos la fiesta en paz, no te quiero hacer daño

-          ¡Cálmate Daniel! , pareces un idiota, ya no soy una niña, sé muy bien con quien me meto. – le gritaba Anna al otro lado de la habitación.

-          Dime , con lo que ibas a robar aquí le ibas a dar de comer a tu madre no?.

Sacó de su billetera un billete de veinte dólares y me lo tiró a la cara.

-          Toma, ya no hace falta que te metas a fiestas ajenas, llévate esto, para que tu madre deje de estar prostituyéndose y tu familia pueda comer algo.

-          ¡Elegiste las palabras equivocadas!

Hablar de mi madre es una historia aparte, es todo un capitulo, un libro entero, por ahora solo hay que saber que nadie se mete con ella, nadie la menciona, nadie la ofende, nadie insulta su nombre y se va como si nada.

Corrí rojo de la furia y con las venas hinchadas, cogí el primer adorno que encontré y lo reventé en su cabeza haciéndolo caer inmediatamente al piso , me senté encima de él y a puño cerrado comencé  a golpearle la cara, no sé si rompí su nariz, pero su cara se llenó de sangre y perdí el control de mí mismo, Joan y su grupo de amigos llegaron corriendo a intentar detenerme, pero mi furia era tan grande que los tres juntos no podían sacarme de encima hasta que levanté el rostro y vi la cara de Anna aterrada gritándome que por favor lo suelte, que lo estaba matando, fue en ese momento cuando por fin entre nuevamente en razón y lo solté, mi mente estaba nublada, mi corazón latía a mil por hora y mis puños apretados temblaban, mientras golpeaba a Daniel por un momento vi el rostro de mi padre y fue ahí cuando perdí el control de todo, él estaba inmóvil en el piso con la cara ensangrentada.

-          Eres un maldito, ¡qué hiciste! ¡lo mataste! Imbécil!

-          Lo siento… Anna... yo no… quería.

-          ¡Lárgate de aquí! ¡Lárgaate! Antes que venga la policía y te denuncie imbécil.

Salí corriendo de la casa, asustado conmigo mismo, nervioso por lo que había hecho, era la primera vez que me mencionaban a mi madre después de todo lo que pasó y no pensé que iba reaccionar así, simplemente todo se salió de control y casi mato a una persona por eso.

No he dormido hace dos semanas desde esa noche, no he querido salir, cada noche recuerdo como casi lo mato a golpes y mis lágrimas caen al recordar que mientras lo golpeaba era la cara de mi padre la que veía. Ya han pasado más de dos meses, no sé cuánto más tendrá que pasar para poder superarlo.

El sonido del timbre interrumpió mi pensamiento. Era Edward, mi amigo de toda la vida.

-          Jodeer, qué es todo este chiquero, qué ha pasado contigo, no has venido a las carreras ni a juntarte con los muchachos, te he llamado y no respondes, qué pasa contigo hermano.

CUANDO TE ENCUENTRE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora