CAPÍTULO 19 - ULTIMÁTUM

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CUANDO TE ENCUENTRE

CAPÍTULO 19

Esa noche no pude pegar el ojo, estaba inquieto, intranquilo, furioso; ese maldito me tenía en sus manos, no quería matar a nadie, no era parte del trato, mucho menos al papá de Ashly, mucho menos después de lo que pasó con ella ¿Por qué carajo me pasa todo esto? No había otra opción, tenía que encarar a García y que pase lo que tenga que pasar.

En un abrir y cerrar de ojos, ya eran las seis de la mañana, me di un duchazo rápido y fui a buscar a  Ashly. La esperé como siempre en la puerta de su casa, salió con esos trajes elegantes que usaba siempre para la oficina y una maleta que no le había visto antes, pasó por mi lado sin saludarme, pero comiéndome con la mirada, dejando su olor en el viento y haciéndome suspirar. Me di prisa y llegué al auto antes que ella para poder abrirle la puerta, subió a la parte de atrás, subí también yo y comencé a conducir.

-           ¡Dios mío! Estás hermosa, quería gritarlo ahí afuera, pero me aguanté. ¿A dónde te llevo hoy?
-           Frena ahí en la esquina, quiero sentarme contigo. - dijo tocando mi cuello desde atrás y haciéndome sentir una carga de electricidad que alborotó mis sentidos.
Hice lo que me pidió y se sentó conmigo, estaba hermosa, con otra actitud, se le veía radiante, se sentó del lado del copiloto e inclinó su cuerpo hacia mi lado para darme un beso, un beso cálido, tierno, que me tomó por sorpresa.
-              ¡Debo estar soñando! - dije fingiendo asombro - la chica más hermosa de esta ciudad se ha subido al auto a robarme un beso.
-              ¿Así que te lo he robado? - sonrió
-              Sí, pero a mi nadie me roba y se sale con la suya.
Le cogí las mejillas y esta vez fui yo quien la besé, ella sonrió.
-              Bueno venga ladrón, en marcha que el día de hoy será largo.
-              ¿A dónde te llevo? ¿A la empresa?
-              No, esta vez haremos algo distinto - mientras daba palmadas con ambas manos a la maleta que subió y le brillaban los ojos como a una niña traviesa.
-                No entiendo - dije extrañado.
-               ¡Nos vamos a la playa! - y sus ojos explotaron de alegría.
-                 ¿A la playa? ¿Es joda verdad? - más confundido que nunca.
-              Sí, he cancelado todo hoy para pasarla contigo, así que no me vayas a salir con que no te gusta la playa.
-               Estás loca, pero me encantas, no sabía que las niñas buenas también faltaban al trabajo - sonreí.
-              Idiota - me golpeó y ya empezaba a acostumbrarme a esa sonrisa.
-              Bueno venga, ¡genial! Vamos a la playa, pero tengo que confesar algo - dije avergonzado- no sé nadar.
-              jajajajajaj - se echó a reír como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo - ¿es broma no? ¿Cómo de qué no sabes nadar? Me estás jodiendo.
-              No, no venía mucho a la playa con mi madre así que nunca aprendí.
-               Perdóname, pero no me lo creo - siguió riéndose - ¿Dónde quedó el hombre valiente que se paró delante de una pistola, para defenderme? - se apretaba el vientre de tanto reírse.
-               ¿Estás muy graciosa hoy verdad? - desordené su cabello con mi mano y la besé.
-           Bueno venga, vamos, yo te voy a enseñar.
-           Listo, vámonos, espero que no me ahogues, cierto... ¿Qué pasó con tu celular, ya lo bloqueaste?
-           Sí claro - abrió su maleta, sacó uno nuevo y lo agitó mostrándome su juguete nuevo.
-           Genial.
Conduje casi una hora por la carretera y llegamos a una casa de playa enorme, estaba toda pintada de blanco, con enormes ventanas como espejos, por dentro estaba todo cubierto, parecía una casa nueva, los sofás, adornos, mesas estaban cubiertas por sábanas, blancas, había algo de polvo en el piso, se notaba que nadie había venido aquí en mucho tiempo, tenía un balcón con una vista al mar increíble.

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