CAPÍTULO 23 - EL PRINCIPIO DEL FIN

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CUANDO TE ENCUENTRE

CAPÍTULO 23

No teníamos nada contra García para poder acabar con él y él por el contrario tenía todo el odio del mundo contra nosotros, todo el deseo de matarnos a los tres y acabar con todo. Esa noche tuvimos que pasarla en un hotel. El papá de Ashly estaba en la quiebra y García buscándonos por cielo y tierra. Pasaron algunas semanas y ya estaba cansado de huir, de esconderme como si le tuviera miedo, ya era hora de dar la cara, de enfrentarlo, ese hijo de puta no nos podía tener así.
-         Voy a buscar a García - le dije a Ashly mientras estábamos sentados en una banca de madera en una casa vieja que alquilamos y donde vivíamos los tres a las  afueras de la ciudad.
-         Ya hemos hablado de eso Bradd, entiende que él es muy peligroso, no quiero que te pase nada. No te quiero perder. - apretó fuerte mi mano y me dio un tierno beso en la mejilla.
-         ¿No te das cuenta que no podemos seguir viviendo así? Esto no es vida, estoy cansado de esconderme, quiero pasar tiempo juntos, tiempo de verdad, quiero poder invitarte a un restaurante de comida china aunque no sepa comer con los palitos, quiero que podamos caminar tomados de la mano en cualquier parque de la ciudad sin estar preocupados por si alguien nos sigue, quiero invitarte al cine, a tomar un helado; quiero llevarte a un hotel lujoso y hacerte el amor toda la noche, que podamos amanecer juntos sin miedos, sin temores. Quiero que vayamos a bailar y nos emborrachemos hasta el día siguiente. ¿No te das cuenta? Quiero amarte, quiero quererte, quiero que seamos libres.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, cogió mis mejillas y me besó fuerte, introdujo su lengua dentro de mi boca y una vez más me alejaba del mundo, dejaba mis pensamientos en blanco y hacía que me pierda en sus labios.
-           Gracias por todo lo que has hecho por nosotros Bradd. - El brillo en sus ojos decía más que cualquier palabra que pudiera pronunciar.
-             Te he buscado en muchas mujeres, en muchos cuerpos, he deambulado sin rumbo muchas noches, Y ahora por fin te he encontrado y ya no puedo y ya no quiero seguir viviendo así, Esto se tiene que acabar, García tiene que pagar por todo lo que ha hecho. ¿No te das cuenta que quiero hacerte feliz?

Se puso de pie, se sentó encima de mí y comenzó a besarme. Ya llevábamos una semana escondidos en esa casa, pero no teníamos privacidad, siempre estaba Morgan en casa, nunca estábamos solos y eran pocos los momentos que teníamos para besarnos, tocarnos o sentirnos, pese a que Ashly ya era ya mayor, respetaba mucho a su padre. Así que ahí andábamos por la casa como dos adolescentes escondidos de que papá pudiera vernos y nos reprenda.

-          Me muero de ganas por hacerte mía. – Le dije mientras la tenía sentada encima, moviéndola de atrás hacia adelante.

Comenzó a regalarme pequeños gemidos que eran música para mis oídos, era increíble lo que generaba en mí y a la vez era increíble también que hasta el momento no hubiera pasado nada entre nosotros. Solo algunos besos o pequeños momentos como estos en los que podía sentirla.

-          Yo también quiero Bradd, pero mi padre está en la casa, en cualquier momento nos puede ver. – Lo curioso era que pese a que podía vernos ella seguía meciéndose de atrás hacia adelante, rozando su cuerpo contra mi entrepierna, excitándome a más no poder.

-          Ya no aguanto más – mientras quitaba el botón de su pantalón e introducía lentamente mi mano por debajo.
-          ¡Qué haces loco! – dijo susurrando a mi oído con un tono de voz que por momento parecía asustada de que su padre pudiera vernos y a la vez podía sentir el deseo de que no me detenga y continúe con mi travesura.

-          Te necesito – le dije mordiendo su oreja mientras mis dedos se humedecían dentro de ella.
Apretó mi espalda con sus uñas y mordió mis labios conteniéndose por no gritar. Estábamos desenfrenados, por un momento dejó de importar que su papá nos viera, que entrara y nos encontrara así, pese que ya sabía que teníamos una relación era bastante serio en esas cosas, pero en ese momento no nos importó, estábamos sumergidos en el placer, en el deseo, en las ganas que teníamos por sentirnos, por rozarnos, por tocarnos. De pronto mi celular sonó, haciéndonos saltar del susto ya que era un celular nuevo que compramos solo para comunicarnos los tres, nuestros anteriores celulares los botamos para que no pudieran rastrearnos y era imposible que alguien estuviera llamando.

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