CUANDO TE ENCUENTRE
CAPÍTULO 24
Cuando por fin terminó de abrirse la puerta estaba García delante mío, a un metro, tenía a Amanda del cuello y la apuntaba con una pistola en la cien.
- Pasa y cierra la puerta. - dijo García mientras me apuntaba a mí y luego a Amanda.
En corazón se detuvo y me di cuenta que esto no iba a acabar bien, García nos tenía a su disposición, con toda la libertad del mundo para matarnos.
- ¡Que curioso Bradd! - dijo de forma sarcástica - volverte a ver aquí, con la mujer que ocasionó todo esto. ¡Que tiernos! ¿Se pusieron de acuerdo para matarme? Ja ja ja, ¿no conoces a Amanda verdad? Fue tan fácil darme cuenta que traía algo entre manos, no dejaba de mirar el reloj y estaba más nerviosa que de costumbre. ¿En realidad creíste que este plan iba a funcionar? - se echó a reír nuevamente.
- ¿Vas a matarnos? Hazlo de una vez, hijo de puta ¿Qué carajo esperas? Ya nos tienes aquí a los dos, ¿Qué más quieres?.
- Siempre te has creído muy valiente, desde que te conocí me lo demostraste, pudimos hacer muchos negocios juntos, pero decidiste meterte con mi mujer.
- Yo nunca haría negocios con una basura como tú.- dije furioso.
- Mira lo que te has perdido muchacho, por tu soberbia; podrías tener mucho dinero, un buen lugar donde vivir, te hubieras convertido en mi hombre de confianza y ahora estás aquí, a punto de morir por idiota.
Mientras hablábamos seguía tomando del cuello a Amanda, ella solo lloraba y con su mirada podía sentir como me pedía disculpas por echar a perder el plan. Yo no podía reclamarle por tener miedo, por estar asustada o ponerse nerviosa, después de todas las cosas que había hecho, después de todo lo que había pasado; al parecer este era el final.
Sentí ese momento como el final de las películas, que cuando estás a punto de morir comienzas a recordar tu vida y la ves en tu mente pasar en forma de fotografías. Así me sentí y así empecé a recordar cómo comenzó todo. Con una cita en el tinder y una mujer que conocí en un cine, viviendo la vida a mil por hora y buscando tener sexo con todas las faldas que se me cruzaran por el camino. Viviendo con un vacío en el corazón, con el dolor de ver a mi madre morir a golpes a causa de la violencia de mi padre, creyendo que el amor verdadero no existía, cerrando las puertas al enamoramiento y a todo lo que eso significaba, creando barreras enormes, paredes inmensas. Marcando distancias con cualquier mujer que intentara acercarse a mí y encontrando en el sexo el único motivo para seguir sintiéndome con vida.
Amanda llegó luego, para seguir encendiéndome en el pecado, en la lujuria y con su experiencia se convirtió en una maestra que me hizo sentir cosas que nunca había sentido, que sacó mi lado más perverso y más salvaje, que liberó todos mis demonios ocultos y con su experiencia derrochó pecado en esas camas de hotel. En nuestro afán de jugar, vivir la vida y creyéndonos invencibles terminamos ocasionando todo esto que estaba por terminar.
Luego Ángeles e Isabella, con sus locuras y su mente abierta, sobrepasando todos los límites que pudiera imaginar, aún confundido, aún desorientado, aún si saber qué rumbo darle a mi vida, vacío y lleno de problemas internos que me destrozan poco a poco el alma y que se solo se calmaban cuando estaba encerrado en las cuatro paredes de una habitación.
Y cuando la vida parece que no me puede golpear más con la muerte de la mujer de la que creía estar enamorado, cuando solo quiero salir de esta mierda, acabar con todo y por fin poder empezar de nuevo aparece ella. La mujer que tendría que ser mi enemiga, la que tendría que sacarle información y destruir para poder ser libre, aparece con sus cabellos rojos y una sonrisa que es capaz de derretir el iceberg más grande del mundo, con una mirada inocente y sin maldad en el alma; aparece y te hace creer que en este mundo aún hay personas que valen la pena, que tienen sentimientos buenos; personas con las que podrías caminar de la mano toda la vida.
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CUANDO TE ENCUENTRE
Novela Juvenil¿Qué tan dificil es para un chico malo encontrar el verdadero amor? Sobretodo cuando no quieres que llegue, cuando odias el compromiso y eres adicto al sexo.