CAPÍTULO 9 - SEGUNDAS OPORTUNIDADES

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CAPITULO 9

Fueron dos disparos, el piso se llenó de sangre y vi mi vida pasar en un segundo, un disparó impactó en mi hombro derecho y llenó todo mi pecho de sangre; el otro impactó en la cabeza de Harry, no entendí lo que había pasado, cayó de rodillas y luego terminó por desplomarse en el piso, apreté mi herida con una mano y con la otra intentaba ponerme de pie, pero llegó Edward corriendo y me sostuvo.

-          ¡Carajo!, ¿Estás bien? , pensé que te habían matado.

-          Estoy bien, gracias por salvarme.

-          Que hiciste Bradd, no sabes el problema en el que te has metido, tienes que irte de aquí cuanto antes.

-          ¿A dónde me voy a ir?

-          A donde no puedan encontrarte, ¿Tú crees que el viejo te va a perdonar lo que hiciste? Ahorita deberías estar muerto, si se entera que te salvé la vida nos mata a los dos, debes irte Bradd.

-          Yo no le tengo miedo.

-          Vamos al auto, te voy a llevar a un hospital para que te curen eso.

-          ¿Cómo está Amanda?

-          Ella va  a estar bien, le importa demasiado el dinero como para dejar al viejo.

Cortó mi camisa y con un nudo  apretó fuerte en la herida para que deje de  sangrar, me llevó al hospital y me internaron de emergencia, había perdido mucha sangre y mi estado era algo complicado; tuvieron que intervenirme casi 3 horas para extraer la bala de mi hombro, cuando desperté no había nadie, Edward se había ido, dejó todo pagado y una mochila encargada para mí cuando me levantara.

-             Su amigo dejó esto para Usted - dijo la enfermera con tono muy amable.

Dentro de la mochila había un celular y un sobre con dinero, no me puse a contar los billetes porque eran muchos, pero había por lo menos cinco mil dólares, encima había una nota, un papel doblado en cuatro pedazos que decía :

"Vete de aquí, empieza otra vida, esto es todo lo que puedo hacer por ti, cuídate"

No supe que hacer ni como reaccionar, por primera vez en mi vida me sentí derrotado, me sentí solo, perdido, sentí que me vida se estaba yendo al carajo y yo solo la estaba dejando pasar sin hacer nada.

Ya han pasado dos semanas desde que salí del hospital, estuve encerrado en un hotel recuperándome, aun me duele, pero ya puedo moverme mejor, he llorado algunas noches pensando en mi madre, imaginando como se sentiría ella al verme así, tal vez si estuviera aquí nada de esto hubiera pasado, tal vez seguiría estudiando, tal vez mi vida no se estaría yendo a la mierda, en esas cuatro paredes no tenia que fingir, dejé de ser el chico malo que tenía a la mujer que quería y podía ser más bien un muchacho solitario, que tenía miedos, que estaba rodeado de falsas amistades, ahí en esa habitación me di cuenta que no tenía a nadie, no tenía a quien buscar a quien acudir. Esa noche decidí que todo tenía que cambiar :

Ya ha pasado un mes desde que salí del hospital y me recuperé, viajé y ahora vivo en otra ciudad, como a ocho horas de la capital, su clima es soleado casi todo el tiempo, por las noches a veces llueve y hace frío, pero nada que no se pueda controlar, conseguí trabajo en un restaurante, renté un apartamento pequeño y estoy iniciando una nueva vida, dejé de fumar y hacer carreras de motos, es más, ni moto tengo, he dejado de acostarme con mujeres y estoy tratando de componer un poco mi vida; estaba sentado en una banqueta de la plaza central, sumergido en mis pensamientos cuando la voz de una mujer me trajo de vuelta a la tierra.

-          Chaval, Si quieres dinero al menos estira la mano.
-          ¿Qué has dicho? - le pregunté fingiendo no oír nada.
-           Nada, que sí te ha pasado algo, que te ves muy mal hermano.

Levanté la cabeza y recién pude verla mientras terminaba de hablar, solo sonreí, por su creatividad tan estupida. Tardé dos segundos en examinarla, estaba vestida toda de negro, tenía unas botas grandes, una playera sin escotes, un pearcing en la nariz y el tatuaje de una rosa con espinas en el antebrazo, sus ojos eran verdes y su cabello muy liso y cortado hasta los hombros. Era la típica rockera o metalera, pero esta era hermosa.

-          Sí estás buscando a alguien para hacer tus sacrificios humanos pues te equivocaste, aún quiero vivir.

-           ¡¿Qué te pasa gilipollas?!

-           Jajaj tranquila, tú empezaste, ¿crees qué no te escuché? - ella sonrió al verse descubierta.

-           Bueno lo siento, es que traías una cara de funeral tío.

-           Pues sí, ayer ha fallecido mi abuela, ella me crió desde niño, mis padres murieron en un accidente y ayer se fue mi abuela de un paro cardíaco. - no era necesario preguntarle si era española, por su forma de hablar era evidente.

-           ¡ Joder, tío! Me he pasado, lo siento mucho, en serio discu...

Antes de que termine de hablar, no aguanté más y me eché a reír.

-           ¿Todas las españolas son tan fáciles de engañar como tú? Hubieras visto tu cara, estabas a punto de llorar.

-           Tío, eres un idiota de verdad, con esas cosas no se juegan.

-           Hey tampoco es para tanto no seas amargada, eres la primera española que conozco no dejes que me lleve una mala impresión...en fin, ¿que te trae por aquí?

-            Pues nada, que he venido de vaciones con mi novia me han hablado muy bien de esta ciudad y quería conocerla.

-           ¿Novia dijiste? Que lástima si no me decías eso estaba apunto de invitarte una cerveza para compensar la broma.

-            Pues si tienes dinero para invitar dos, nos la puedes invitar a las dos.

He oído hablar mucho de las Europeas, que son más de mente abierta, sin prejuicios, más liberales a la hora del sexo y más directas cuando quieren algo, esta propuesta era más que una casualidad, abrí un poco más mi panorama y tres metros atrás de ella había otra mujer, mucho más femenina, con un vestido blanco y unos zapatos cremas con tacos pequeños, llevaba el vestido arriba de la rodilla, lo que dejaba ver sus bonitas piernas, tenía unos aretes rosas y un lazo en la cabeza, su cabello era castaño, pero no era tan liso como el de la otra. Ambas eran preciosas y por un momento la peor versión de mí me invadió, ella no había propuesto nada, pero yo ya había imaginado hacerle el amor a las dos, metérsela a una mientras con mi lengua hacía magia dentro de la otra, Dios ¿Por qué me hiciste así?, es que cuando uno quiere cambiar pasan este tipo de cosas. ¿Será lo que estoy pensando?

Pues no, no era lo que estaba pensando, nunca en mi vida, ni en  mis sueños, hubiera imaginado que pasaría lo que pasó.

Continuará...

Jhovany Sánchez

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