DESAPARECIDOS

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Estuve un largo rato llorando en el pecho de él. No fue desagradable. Pero todavía seguía sintiendo que en cualquier momento podía pegarme un balazo entre ceja y ceja.

Cuando ya pude calmarme, me soltó de a poco. Como si tuviera miedo a que me desmorone de nuevo.

Me sequé las lágrimas con brusquedad, respiré profundo y fui a mi habitación decidida. Agarré más ropa, otra linterna y por último fui a la pieza de mis papás. Abrí el cajón donde guardaba sus cosas, yo se que estaba acá. Re Busqué hasta tocar con mis dedos algo frío y metálico. Lo saqué, era pesada, brillaba con la luz. La puse en la parte de atrás de mi jean. Terminé por agarrar las balas y salí de ahí.

Ojos grises estaba en la sala mirando el monitor de la computadora.

— ¿Qué haces? —dejé la mochila en el piso.

— Vi las cámaras en las puntas de la casa, así que entro a tu computadora para ver qué pasó. —me había olvidado completamente de las cámaras que habían instalado.

Hizo clic para reproducir el vídeo de las últimas horas. Y ahí estaba mi hermano en el sillón, dormido. Se ve que se levanta sobresaltado. Corre a la pieza de mi madre y ella está aún más blanca, con las ojeras muy marcadas.

Tuve ganas de abrazarla.

Algo andaba mal. Mi hermano agarra a mi mamá, la saca de la cama, corre a su pieza por la mochila que tenía en su cama. Tratan de salir por la puerta de atrás. Pero estaba trabada. Deja a mi madre en el sillón de la sala y en el momento que se sienta, se abre la puerta principal dejando a la vista soldados, muchos, en cantidad. Omar discute un rato con ellos, pero después se calma y toman a mi mamá para llevársela. Él da una mirada a toda la casa y se va con ellos también. Adelantamos unas horas después y entraron personas en busca de comida seguramente. Pero no encontraron nada. Por eso estaba toda la casa revuelta.

— Al menos sabemos que no están muertos —me mira con indiferencia

— ¿Eres estúpido o te haces? —agarro mi mochila y salgo de la casa.

— Ey ey, no te enojes —dice a mis espaldas— No era para ofender, solo dije que sabemos que no están muertos y eso sería peor. —me paré en seco. Ya no lo aguanto.

Tengo que buscar a mi familia y con el idiota este atrás mío no me voy a poder concentrar si sigue con las estupideces que escupe.

— ¿Te puedes callar? Solo un minuto, cierra tu bocota. Da media vuelta y esfúmate de mi vida —sigo mi camino. La base militar sé en dónde queda, está a un par de kilómetros de donde estamos ahora. Y sería un golaso tener una bicicleta al menos.

— Mira niña, ahora sí, estás completamente sola. Y no te queda otra de que te ayude —no se rinde

— ¿Qué parte de que no quiero tu ayuda, no entiendes? Ahora vuelve por tu camino y gracias pero no gracias —suelto ya enojada. Si algo enserio me molesta es que me insistan con algo y más si es así de intenso como éste.

— ¿Quieres recuperarlos? Bueno, yo te ayudo a ir por ellos y si deciden salir de la base vienen conmigo —acomoda su mochila y extiende su mano.

¿Acaso quiere que le estreche la mano?

Igual no es mala idea. Al encontrar a mi familia vamos a decidir quedarnos en la base y él se tendrá que ir. Todos felices. Fin.

— Okey —terminé por estrechar su mano y se asomó una sonrisa de su parte.

...

— A ver, por lo que entendí. Estas diciendo que el virus se empezó a expandir después de que unos científicos querían derrotar a un virus mucho más pequeño y algo salió mal en la dosis. Comenzaron los síntomas, hasta que los niños que fueron inyectados se convirtieron en los Kaicos. ¿Mordieron y contagiaron al resto? —terminé mi conclusión.

— Si, así mismo —estamos hace horas caminando y hablando de todo el desastre que es la tierra. Y resulta que su padre estuvo básicamente presente en todo el experimento.

— Tengo otra duda ¿Por qué el nombre Kaicos?.

— Simple, porque en Latín significa "ciego". Obviamente le modificamos algunas letras —se encoge de hombros.

— Hay algo que no te pregunté ¿cómo es tu nombre? —sonrió.

— ¿Qué nombre se te ocurre? —se para en medio de la calle y observa todas las casas. Se dirige a una, y yo sigo su paso.

— No puedo decirte cara de qué nombre. Porque solo tienes cara de idiota, egocéntrico y ese aire de "que se joda el mundo". Así que no lo sé. —me encojo de hombros— Solo dime tu nombre y no juegues. —sonreía con cada palabra que salía de mi boca.

— ¿No tienes filtros, no?¿siempre dices lo primero que se viene a tu cabeza? —empujó una de las puertas— Revisa que esté todo cerrado y que no haya ninguna de esas porquerías

La casa era grande, por lo que nos separamos. Saqué el arma con la mano derecha y con la izquierda sostenía la linterna.

Revisé todas las habitaciones, me faltaba solo una y estaba cerrada. Tuve un mal presentimiento, me preparé para que venga un cuerpo a atacarme, pero solo al abrir la puerta, salió un olor putrefacto que me hizo ver a mis ancestros. Lo que vi solo fue sangre por todas las paredes, vísceras por todos lados y cadáveres en los suelos y hasta colgados en el techo.¿que mente enferma hace todo esto? O ¿que tan desesperado estas para llegar a este punto?.

Me dieron ganas de vomitar por el olor y cerré la puerta con fuerza.

Me dediqué a respirar el aire bueno y sacar esa horrible sensación de mi cuerpo.

Fui a la cocina en busca del idiota de ojos grises y para mi sorpresa estaba ahí apoyado en la mesada lo mas tranquilo tomando de su botella, lo que supongo que era agua.

— No subas a la planta de arriba y ni se te ocurra abrir la ultima puerta del pasillo a la izquierda. —pongo cara de asco.

— ¿Mucha sangre y cuerpos mutilados, no? —sigue tomando agua. ¿Cómo le entra eso en el estómago? Yo no tengo una pizca de hambre por lo que vi— Si, las personas se vuelven un poco psicóticas con estos problemas y llegan a cosas extremas —se encoge de hombros.

Este idiota se lo toma todo a la ligera, lo detesto.

— Me llamo Jairo —me regala una sonrisa de lado. 

S.O.S: "El purgatorio" [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora