TIRO AL BLANCO

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Sé que dije que me iba a ir en cuanto se me cure la herida de la pierna, pero no pude. Tengo a mi mejor amiga acá y no me voy a quedar tranquila si me voy y la dejo sola.

Por eso tomé la decisión de quedarme, además Eneas me dijo que me quiere por todo lo que sé de Glassman. Ese hombre cuando estamos planeando cómo abarcar más territorio o como vamos a poner en la noche guardia o lo que sea con los alimentos, siempre se pone en modo acechador, en el sentido que todo el tiempo quiere estar cerca mío y hubo veces que llegamos a una pelea que siempre termina él en el piso.

Hubo varias veces también que me topé con Killean en la guardia nocturna y hay días que me ignora y otros en los que solo me mira de lejos, como si no me diera cuenta de que lo está haciendo.

Abi solo se basa en contarme con toda su alegría de siempre su día, aunque sepa que fue lo mismo que el día anterior y el anterior. Pero me gusta verla feliz.

Por otro lado mi días solo se basan en entrenar en una de las cabañas que es especialmente para eso y muchas veces Eneas me dijo que le diera clases a los más chicos de todo el grupo. No me molesta ni nada, solo que durante estas semanas no solo a ellos empecé a darles clases sino también a uno de los grupos más grandes. Todos tendremos más de dieciocho y menos de veintiséis.

Hay noches que no puedo conciliar el sueño y le digo a los chicos de la puerta que me dejen salir afuera por una hora para salir a cazar algunos Kaicos. No piensen que estoy loca, solo que las pesadillas no me dejan dormir tranquila. O sueño con mis padres, con mi hermano y en esa noche con Jairo. Es jodidamente insoportable ver esos ojos grises en mi mente y no saber nada de él.

Y crean o no tengo mucho desgaste físico matando a los Kaicos, me alivia hacerlo. Es como calmar o alimentar a una parte que tengo en mi que grita cada vez que pienso también en Glassman.

Hoy es una de esas noches. Hace horas estoy dando vueltas en la cama y las pesadillas no me dejan tranquila.

Me levanto y me equipo para ir a la cabaña de entrenamiento. Salgo y empiezo a trotar un poco para ir calentando, una vez en el lugar estiro un poco más. Me coloco las vendas en las manos y le doy un golpe a la bolsa de boxeo y enseguida me siento un poco mejor conmigo misma y doy otro, otro, otro, hasta que ya tengo mi respiración agitada.

Voy agarrar mi botella de agua y me pongo a pensar que solo con la violencia calmo toda revolución que tengo adentro.

— Se supone que tienes que estar descansando —dicen a mi espalda una voz gruesa

— Vete a dormir Killean, no me jodas y métete en tus cosas —contesto y golpeo de nuevo el saco.

Veo de reojo que se acerca al estante donde están todas las vendas y se coloca un par, se saca la remera.

Lo hace apropósito.

Le da un fuerte golpe a otro saco y salta sobre su eje. Me detengo a mirarlo.

— ¿Se te perdió algo? —dice sin parar.

— No. Solo quiero saber qué quieres —me cruzo de brazos— Porque hay días en los que me ignoras como si fuera algo repugnante y otros me miras de lejos, pensando que no me voy a dar cuenta —se detiene y sonríe.

— Pensé que eras mas tonta y no te dabas cuenta de ciertas cosas... —me mira mientras se va sacando las vendas. Pongo los ojos en blanco y le doy la espalda para ir también a sacarme las vendas y salir de ahí. No pienso gastar mi energía en él.

Me toma por las piernas y me carga sobre su hombro. De un momento a otro tengo su culo en mi cara.

— Bájame Killean, no estoy de humor —le digo ya enojada.

— Eres una presa muy fácil. Te haces temeraria, pero si alguien te agarra por sorpresa ¿también le vas a decir eso? —se ríe. Pellizco la parte de atrás de sus piernas y chilla soltándome. Una vez abajo le doy un golpe en el pecho que hace que se tambalea. Tomo carrera y salto para apoyarme en su pierna, luego enredar mis piernas sobre su cuello y tirarlo al piso con mi peso.

— En tu puta vida vuelvas a decirme presa como si fuese un jodido animal —lo suelto de mala gana. Me levanto y me voy de ese lugar dejándolo en el piso.

Al llegar a la cabaña se me caían las lágrimas del dolor porque los puntos de la herida se rajaron un poco.

***

A la mañana siguiente Eneas me mandó a llamar para que ayude a un grupo a despejar toda la zona de los alrededores de los muros.

Me armé y a esta hora que íbamos a salir ya el sol pegaba horrible, ah si que me puse un jean pegado al cuerpo y una musculosa que se veía mi ombligo. Después un par de vendas gruesas en lo que son mis muñecas. Agarré el rifle y las armas comunes una en la pierna y la otra en la parte de atrás de mi pantalón.

Estaban por abrir las puertas y veo a Killean corriendo hacia el grupo. Insoportable.

Hago como si no estuviese ahí y sigo en lo mío. Apenas abren las puertas el grupo se divide en dos para cubrir más terreno. Yo fui para la derecha. Estuvimos caminando un rato largo, hasta que llegamos a un lugar del bosques más descubierto y a lo lejos se veían Kaicos caminando a lo lejos.

Todos van tomando distintos puestos en diferentes direcciones pero sin estar lejos uno del otro.

Caminé un poco más para apoyar el fusil en una piedra y empezar a jugar tiro al blanco con las cabezas de los Kaicos.

Puse la mira y empecé. Uno, dos, tres y así hasta pasar el rato.

Me senté y comí un poco que me alcanzaron los chicos de mi grupo.

Killean estaba sentado en otra piedra con dos chicos más y cada tanto miraba en mi dirección. Sé que le dejé el orgullo por el piso con lo de anoche y eso llena el mío. Sonrío de medio lado al acordarme. Me pongo de nuevo en mi posición y vigilar toda la zona.

Uno se asoma por los árboles, espero el momento indicado y cuando disparo algo cae al lado mío haciendo que falle el tiro.

— Eres idiota o que te pasa? Hiciste que falle —vuelvo a mi posición y terminó el trabajo dejándole un agujero en el cráneo del Kaico.

— Ves.. Ya está. Qué tanto drama —sonríe y se mete un pedazo de manzana a la boca.

— Idiota. —susurro. Pongo mi vista en la zona que me toca.

— Hoy a las 00:00 en la cabaña que usamos para entrenar —se levanta y se va. Lo veo irse dándome la espalda. Los ojos se me van, me es imposible no mirarle el trasero.

No había necesidad de hacerlo, pero en estos casos los ojos parecen tener vida propia.

S.O.S: "El purgatorio" [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora