CICATRICES DE DOBLE FILO

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SELENA

Estábamos los dos ya en la miseria. El tiene más de un moretón en el cuerpo, el pómulo izquierdo le sangra y el labio se le partió dejando ver la sangre que cae. Está agitado, cansado y sigue de pie como yo.

Debo estar igual o peor que él, de tanto pegar patadas me empezó a doler la pierna de la bala.

No tengo idea tampoco hace cuanto ya estamos peleando. Pero el griterío no cede y cada golpe que nos damos tambaleamos los dos.

Ya veo todo borroso. Me preparo para dar otro golpe, lo esquiva y terminamos abrazándonos. No aguanto mi propio peso, estoy por caerme, pero me levantan y dejo a Eneas hecho trizas en el círculo. El clima se vuelve pesado, hace mucho calor.

No veo quien es la persona que me está cargando como si fuese un bebe. Apenas puedo visualizar que entramos a los muros y vamos a la cabaña donde están las duchas.

Una vez adentro me sienta en uno de los bancos de madera. Levanto la vista para ver a la persona, pero solo veo un par de brazos llenos de tatuajes.

— Killean —arrastró las palabras— Déjame. —lo aparto de un manotazo, se detiene y cruza los brazos.

— De verdad que eres tonta. Solo quiero ayudarte y curar tus heridas —trata de poner un pedazo de algodón en una herida de la cara, pero me aparto.

— Estoy bien. No necesito de tu ayuda —me paro. Pero las piernas me traicionan y si no fuera porque él me agarra me iba de nariz al piso.

— No seas estúpida. Apenas te mantienes de pie y los golpes que te dio ese infeliz te puso de la mierda y ni hablar de tu pierna —me pone de pie pero me quejo del horrible tirón que me dieron las costillas.

Creo que el alcohol que tengo en el sistema también hace un poco de efecto a la situación. Es que si no mal recuerdo con Abi empezamos a tomar antes que empiecen las peleas y así pelee. Supongo que todavía estoy bajo los síntomas del alcohol.

Killean me agarra me abraza por la cintura, me levanta y vamos a una de las duchas. Abre el grifo haciendo que el agua tibia me estremezca al tocar mi piel y las heridas. Él solo se queda bajo el agua conmigo, agarra un poco de shampoo y lo frota sobre mis rulos. En ningún momento me suelta la cintura, está claro que si lo hace mi cuerpo se desmorona.

De un momento a otro siento un vacío enorme en el pecho, derramo lágrimas y pienso en lo rota que estoy. En estos momentos no me importa que Killean me este bañando y que me vea en mi estado más vulnerable. Soy humano carajo, tengo mi punto quiebre y si casi me mato a golpes con hombres del doble que yo es porque quiero romperme por fuera tanto como lo estoy por dentro.

Él no dice nada solo se limita a sacarme la remera y el jean que tengo para sacarme toda la sangre que tengo en el cuerpo. No hace caso a los gritos que se me atascan en la garganta. Una que otra vez me mira con esas miradas que tiras cuando te da pena lo que ves y no me gusta que me vea así.

Pasa sus nudillos acariciando mi rostro. Es mucho más alto que yo y tengo que levantar la cabeza para poder mirarlo a los ojos. Pero se me atraviesan los ojos profundos y grises de mi Jairo.

— Jairo... —susurro.

Él cierra el grifo de agua, agarra una toalla y me envuelve secándome. Hace lo mismo con su cuerpo y me toma de nuevo para cargarme.

Sigo teniendo en la cabeza las veces que estuve así con Jairo. Pero una luz me nubla los ojos cegandolos.

Me veo a mi misma hecha trizas, llorando, el cielo llora conmigo. La visión cambia para ver a mi hermano en mis brazos en esa noche que lo cargué hasta los muros. Me veo como me derrumbo en el piso y las ansias de sangre que tenía en ese momento. Las ganas de poner una bala en el cráneo de Glassman. Las miles de maneras que pensé en como arrancarle el esófago con mis manos. Los momentos con mi familia pasan como película ante mi como otras tantas veces.

S.O.S: "El purgatorio" [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora