CARGA DE CONCIENCIA

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Kaicos, viseras, tiros, sangre, partes del cuerpo desmembradas, fuego, humo...

Sobrevivir. De eso siempre se trató. Siempre fue el quedar con vida y rodear la horda.

Nunca me hubiese imaginado que por un error. Solo uno.

Solo... era rodear la maldita horda por los callejones. Pero nos rodearon y fue mi culpa.

Asesiné a la mayoría de mi equipo por un estúpido error en mi cabeza. Y los culpo por hacerme caso y no haberme parado para razonar mejor los pro y los contra del plan.

— Vamos. No se distraigan. Sigan corriendo. —ya no importa que nos escuchen. Están muy bien entretenidos con la carne de mi grupo.

Seguimos corriendo. Hasta dejar la ciudad atrás. Como me encantaría volver despertarme y tomar mejor las decisiones. Pero de eso se trata la realidad de ahora. La jodes una vez y todo se viene abajo.

Nos empezamos a meter por el bosque para evitar otro contratiempo. Se supone que en un par de horas deberíamos llegar a la sociedad si seguimos por esta ruta.

Los únicos que seguimos con vida somos, Borja, Diana, Adiel, Nieves, dos chicos más y una mujer. Por suerte ninguno tiene heridas graves. Solo Borja tiene un raspón que fue por salvarme el culo.

Un kaico estaba por morderme la nuca y él pudo matarlo antes de que eso pasara.

Camino con la bronca atragantada y solo me estoy volviendo por inercia del cuerpo. Cuando pasan estas cosas pierdes a personas no muy cercanas pero las conoces lo suficiente, como su nombre y una breve historia de cada uno. Solo se te pasa por la cabeza la culpa por la decisión que hizo que ellos ahora no estén con nosotros y el nombre de la persona. Esa persona que pudo evitar todo este desastre y que cada uno ahora podría estar no sé, llevando a su hijo al jardín o ir a trabajar, hacer las compras del mes, millones de cosas que ya no se van a volver hacer como antes o que ni siquiera vamos a volver a ver algo parecido.

— Sel...— me toman del hombro.

— ¿Qué?

— Solo quería saber si estas bien —creo que es la primera vez que veo a Nieves preocupada por algo o alguien. Desde que la conozco siempre vi ese lado que ama como las gente se caga a golpes y puedo jurar que le brillan los ojos cuando ve salir sangre de alguno de los contrincantes.

— Si, solo pienso en el mal movimiento que hice. Fui una idiota. —enredo mis dedos en mis rulos.

— Eh, no te alteres. Sabes... Antes de que llegaras a los muros teníamos a uno que nos mandaba de la mierda y la seguridad era un asco. —suspira y acomoda su arma— Además le debo la vida a Eneas... y tu... me devolviste las ganas de seguir peleando por sobrevivir. —me sonríe.

— Alto —Borja se pone de cuclillas y lo imitamos. Me acerco a él y vemos que está muy cerca de la sociedad.

— Vamos hacer esto. Todos van a guardar las armas de fuego bien. Y tengan a mano solo los cuchillos, navajas, etc. Debemos llegar tranquilos y sin mostrar amenaza.

— ¿Estas loca? Nos van a matar. Van a vernos y nos van a meter una bala entre ceja y ceja —se queja Adiel.

— ¿Tienes una mejor idea? Habla porque la necesitamos.

— Somos carnada fácil si vamos de esa manera. —sigue discutiendo

— Adiel. Te recuerdo que esto es como la guerra y si no proporcionamos amenazas no nos van atacar. Ah si que iremos caminando despacio con las manos arriba en señal de que no disparen. ¿Entendido? —todos responden, menos él.

— Nos van a matar Selena. —escupe

— No nos van a matar y si tanto temes a eso, no tendrías que haber venido a esta misión, sabiendo que al salir de los muros corremos peligro seguro. Y ahora escuchándote creo que Eneas se equivocó al poner en este equipo. Porque no soporto a los cobardes. Acá estamos porque los más débiles no pueden y esas personas que están también encerradas son gente vulnerables que corren peligro a cada hora que corre y ¿Y venís a preocuparte por tu culo? —todos se quedan callados y Adiel se queda con la boca cerrada.

— Ahora ¿te vas a quedar escondido acá tras un árbol o vienes con nosotros? —me levanto para empezar a caminar.

— Voy —todos se paran, hacen lo que les ordené y me siguen con las manos arriba.

Caminamos por el césped amarillo. Hay uno que otro kaico con un agujero en el medio del cráneo, el olor es horrible. Las paredes son todas de chapas y pedazos de madera, hay algunos autos que evitan que los kaicos lleguen a tocar sus muros.

Al ir llegando se ven personas moviéndose de un lado para otro y por unas especies de ventana que le hicieron a las maderas sacan los rifles.

— No, no, no ninguno está infectado, solo queremos hablar con la persona a cargo del lugar —seguimos avanzando todos juntos, hasta llegar al portón.

— ¿Para qué quieren hablar con él? ¿Cuántos son? —un hombre con barba nos habla desde la ventana.

— Somos los que ven. Venimos a informarle de un asunto bastante serio y no sé cuánto tiempo tenemos. Así que por favor...

— Abran las puertas —se escucha del otro lado. El hombre cierra la ventana y el portón se mueve a un lado, dejándonos ver a otro hombre de edad media. Tiene sangre en toda su remera y se le pega al cuerpo.

— ¿Está bien? —trato de acercarme pero me apuntan y retrocedo con las manos arriba.

— Estábamos operando un contratiempo. ¿Qué quieren? —se limpia el sudor de la cara con la manga de la remera.

— ¿Usted es el que está a cargo?

— Si, el mismo —sonríe

— Tengo que hablar algo muy urgente con usted es de vida o muerte.

— Bien. —eso fue demasiado fácil— Antes de entrar dejen todas sus armas en la entrada. Todas. —se cruza de brazos

Veo de reojo a Adiel y me asesina con la mirada.

— ¿Algún problema?

— No. —les hago un ademán con la cabeza y empiezan a sacar las armas. Por mi lado dejó todo, hasta la navaja— Listo, ya estamos.

— Perfecto, siganme —entramos y el espacio no es muy grande. Todos los habitantes están durmiendo en carpas y hay unos cuantos baños químicos. Tienen a un lado una huerta de vegetales.

Todas las personas nos ven y algunas se acercan, otras nos ignoran y puedo ver que algunos están desnutridos.

Seguimos caminando detrás de él hombre..

— ¿Sel? —escucho mi nombre dentro del grupo de gente que se aglomeró. Ignoro, porque seguro estoy oyendo cosas.

— ¡Sel! —gritan a mi espalda. Todos nos giramos y veo a una chica con un nene en brazos. Ella se rompe a llorar — Sel...

— ¿Ámbar? —no lo creo. Me quedo helada en el lugar, mi cuerpo no reacciona. Todo vuelve a mi como una cascada de emociones y no me doy cuenta que mis mejillas están totalmente empapadas.

— Sel... yo... —trata de caminar hacia mi y tambalea. Corro y logre agarrarla antes que caiga.

Le tomo la cara y está llorando a mares, tiene unas ojeras muy notorias y su cuerpo está muy delgado por eso no la reconocí. Ambar... mi amiga.

— Pensé que estabas muerta —lloro y limpio sus lagrimas. Veo a su hermanito que carga y lo abrazo también.

— Yo también —solloza.

Después de todo... puede haber esperanza.

S.O.S: "El purgatorio" [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora