MANITOS

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Abi abre la puerta y entra gritando "Que tengo que ir rápido al hospital, porque Ambar está muriendo y pregunta por mi".

Apenas escuché esas líneas, mis piernas reaccionaron de inmediato, pero en mi mente me repetía una y otra vez, que aquello a lo que le temía se estaba por cumplir. Iba a ver como mi amiga se estaba por morir y es más que obvio que lo último que me va a decir es que cuide de su hermano.
Llegué lo más rápido que me dieron las piernas y al entrar había muchas monjas de acá para allá.

Ambar me escuchó llegar y estiró su brazo. Corrí a su camilla, porque sabía que ya estaba en el último suspiro. Pero... no llegue, el tiempo se me hizo una eternidad de la puerta y donde ella reposaba. Lo único que logré ver es como sus labios pronunciaban un "Cuídalo".

Me arrodillé y pude tomar de la mano que estiró, miré sus ojos ya vacíos, y el peso de su pedido calló en mi espalda con brusquedad.

Abi puso su mano en uno de mis hombros para darme fuerza y como si no tuviera más lágrimas que derramar, me paré, cerré sus ojos con mi palma y salí de ahí a buscar al niño.

Lo encontré jugando con los demás pequeños que habían, se escondían detrás de los arbustos y árboles. Y miles de recuerdos cuando yo iba a su casa y jugábamos con esas armas de juguete que hacían un ruido espantoso.

Acordarse de eso y volver a la realidad, en el que sí hay que usar armas que dañan y lastiman al otro.

—Jack... —el niño paró de jugar y vino hacia mí.

— Sel, ¿Hay noticias de mi hermana? —me arrodillo para estar a su altura. ¿Cómo le dices a un niño de siete años que su hermana murió?.

— Jack... Mira. Ámbar... —respire profundo— Ella se fue. La llevaron a otro lugar para que se pueda mejorar —le sonrío y acaricio su pelo— Me dijo que ahora voy a tener que cuidarte ¿Si?, también dijo que te ama mucho y que eres un niño muy inteligente y valiente. —él asintió y no me esperé lo que hizo. Pensé que se iba a dar cuenta o que me iba a reclamar sobre su hermana. Pero me abrazó, sus dos brazitos envolvieron mi cuello y apretó ligeramente. Le correspondí y le acaricié su espalda.

— No me abandones tú también Sel. —dijo contra mi oreja.

Algo se me removió dentro y fue a mi garganta, quise responderle, pero no me salían las palabras. Aclaran una garganta por detrás mío, interrumpiendo el momento.

Al separar al niño volteé a mirar. Tuve que echar la cabeza un poco para atrás y mirar la cara de la persona. Y antes de llegar vi que en el cuello le adornaba una cicatriz en la garganta, la cual me resultó muy familiar.

— Enserio me dejaste una linda cicatriz. —sonríe. Miles de emociones recorren mi sistema nervioso y no lo pensé dos veces y salté abrazarlo, el cual me recibió riendo.

— Pensé que habías muerto —le suelto apenas me separo de él— Escuché el disparo.

— Si, no te miento. También pensé que iba a morir cuando me dijeron que me ponga de rodillas. Pero el disparo cayó al lado mío. Mi compañero me perdonó la vida. —se encoge de hombros y se rasca la cicatriz— Cuando escuche los motores alejarse me quedé dormido dentro de una de las casas, estaba herido y perdí mucha sangre. Cuando desperté me puse a caminar y llegué al monasterio ese y me recibieron, me curaron y nada. Ahora estoy acá —sonríe divertido— ¿Y Jairo?.

Ahí me dieron ganas de vomitar, fue como una patada seca al estómago.

— No sé. Tuvo que irse con Glassman. Si no lo hacía me mataba. —respire profundo— Estoy muy preocupada por él. Ya fueron meses y nada.

Me toma de los hombros y siento como Jack me abraza las piernas, acarició su cabeza y me agachó.

— Jack, te quiero presentar a un amigo. Él es... —y me di cuenta que no sé su nombre. Que en todos esos meses sabiendo que él me ayudó a poder salir de alguna manera, nunca supe su nombre y se dio cuenta.

— Eros... Me llamó Eros. Un placer Jack. —le extiende la mano y el niño la toma. Su manito quedó tan pequeña arriba de la de él.

— Que lindo momento... —habla Killean apoyado en uno de los árboles— Alparecer se conocían. —le da una calada a su cigarro.

— Si, ella es la chica que te conté que ayudé. —Killean no hace nada solo nos mira a él, a mí y así como dos veces más.

— Bueno, hay que celebrar la reunión. —lo larga con tono alegre pero sarcástico.

No le quise dar más vueltas al asunto y tomé la mano de Jack y me puse a andar para mi cabaña. En la que lastimosamente comparto con Killean.

Pero los horarios que tenemos para vigilar los muros siempre fueron contrarios.

Él está en el turno de noche y yo en él de día. Por lo cual casi nunca nos vemos en el mismo lugar, pero si puede entrar y salir cuando quiera. Los chicos que murieron por mi estupidez dejaron muchas camas vacías y una de ella estaba en la cabaña.

Arrastré la cama junto a la mía y senté a Jack en ella.

— Mañana vas a traer tus cosas de la otra cama para esta, ¿Si? —me siento junto a él— Para pasar tiempo juntos y puedo tomar tu mano cuando no puedas dormir. ¿Quieres?.

No contestó. Sabía y lo notaba, de alguna manera él sabía que su hermana había muerto.

Se pegó a mí y puso su cabeza arriba de mis piernas. Tomé el gesto como un sí, a mis preguntas.

Pensé para mi misma " Amiga... espero no fallarte. Y te prometo que voy a dar mi vida por Jack. Nadie lo va a tocar."

Sellé esa promesa apoyando mi palma en donde está el corazón.

***

El agua helada cae de golpe sobre mi. Se me corta el aire y me despierto con brusquedad y por pegarle al que hizo eso.

Para mi sorpresa solo veo como dos personas salen corriendo del lugar y mojada salgo atrás. Corro y logro subirme arriba de uno y tirarlo al piso. Le entierro la cara en el barro y el otro que estaba con él se agarra la panza de tanta risa.

— Ya Sel —no para de reír Eros— Lo vas ahogar.

— ¡Ustedes casi me ahogan! —me siento en la espalda de Borja y este se queja del dolor.

— Estás muy amargada, relájate reina. —me toman de la cintura y Borja queda libre de mi peso. Las manos de la persona que me agarró me da una pequeña nalgada cuando ya estoy de pie.

Eros y Borja lo vieron, su cara era de un ¿Qué carajo?. Les sonreí rápido y tomé la mano de Eneas, y lo arrastré a mi cabaña.

— ¡¿Estás enfermo o qué te pasa?! —le grito enojada.

— Hermosa, solo toqué lo que es mío —dice con la voz ronca y sensual mientras se acerca y corta el espacio que hay entre nosotros. Toma mi nuca para poder besarme y antes de que llegue a mis labios pongo una mano en su boca.

— No soy un objeto para que me reclames como tuya —se lo digo mirando a los ojos— Y lo que pasó anoche, fue un error. No tuvo que pasar, no se va a volver a repetir —lo empujo y salgo.

S.O.S: "El purgatorio" [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora