(16) Wilhelm

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Victoria despertó en un cuarto desconocido, no sabía cómo había llegado hasta allí. Apartó las sábanas con desconfianza y se sentó en la cama, con la espalda apoyada sobre la pared. Empezó a recordar todo lo que había hecho hasta llegar allí, intentando encontrar alguna pista sobre qué hacía en esa habitación. Había permitido que Noah viera a John y se marchara en busca de su hermano. Como no había conseguido dormir en toda la noche, al amanecer decidió despertar a Chloe para que le diera algún consejo. Después...

No recordaba nada más, solo que le había entrado sueño. Se culpó por haberse dormido en un sitio tan alejado del grupo, y decidió salir del cuarto a investigar. Abrió la puerta con cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible, y comprobó que no hubiera nadie fuera. Salió al pasillo, y oyó un ruido muy cerca. Se aproximó a la puerta que daba con el cuarto en el que había despertado, y escuchó con atención lo que parecía una ducha.

Quienquiera que fuese el que se estaba duchando, probablemente sabía qué estaba haciendo ella allí. Aunque no sabía si era seguro enfrentarle desarmada, porque había comprobado que sus poderes allí no funcionaban cuando se dio cuenta de que no podía sentir cómo estaba su Jelhoc.

Agarró un florero que había en el pasillo y respiró hondo antes de abrir la puerta. Tenía que ser rápida y eficaz, para aprovechar bien el factor sorpresa que jugaba a su favor. Escuchó como el agua dejaba de salir, y pensó que ese era el momento perfecto. Ya no había marcha atrás.

Abrió la puerta con decisión, mientras su cerebro liberaba adrenalina. Allí dentro solo había un joven de unos veinte años, que no pareció sorprenderse en absoluto ante la aparición de Victoria. Esta lo observó de arriba a abajo, moreno y con un cuerpo con el que podría ser modelo con facilidad, al que de cadera hacia abajo cubría una toalla blanca. Por no hablar de sus facciones: mandíbula marcada, labios gruesos y unos ojos tan oscuros como dos agujeros negros.

- ¿Te gusta lo que ves? - preguntó sonriendo, con burla.

Victoria se ruborizó y desvió la mirada. Después de todo, seguía siendo una adolescente de dieciséis años que tenía las hormonas por las nubes. Oyó como el desconocido se reía y sacudió la cabeza, intentando no distraerse.

- ¿Quién eres? - inquirió la chica, agarrando con fuerza el jarrón.

- Si venías a conquistarme se te han olvidado las flores - apuntó él señalando al florero y acercándose a Victoria.

Ella retrocedió, instintivamente, y el joven levantó las manos en un gesto cómico, pero sin dejar de acercarse.

- Solo quiero coger el cepillo, tranquila - rió.

Entonces, delante de sus narices, se colocó frente al espejo y comenzó a peinar sus cabellos castaños, que empezaban a rizarse. Victoria no sabía qué hacer ante la situación, así que optó por repetir su primera pregunta, esta vez tan desconcertada que no sonó nada amenazadora:

- ¿Quién eres?

- Vaya, eres persistente - volvió a sonreír - Soy Wilhelm.

A Victoria no le sonaba de nada ese nombre.

- Aunque tú puedes llamarme Wil - añadió él, guiñando un ojo.

Las mejillas de la chica volvieron a teñirse de rojo, era obvio que ella no tenía el control de la situación, como había esperado en un principio.

- Y tú, ¿cómo te llamas? - preguntó él, para su sorpresa.

- Vic... - empezó ella.

- Tú no, Victoria - cortó Wil - Ella.

Victoria se giró, asustada porque no sabía a quién podría referirse el chico. A su espalda se encontró con Chloe, que estaba casi más sorprendida que ella.

- Chlo... Chloe - respondió la Jelhoc, tartamudeando.

- Pues bueno, Chlo-Chloe - dijo él, haciéndole burla - Tu amiga está más buena que tú, lo siento.

Ambas abrieron mucho los ojos, ante su descaro e insolencia.

- Pero siempre podríamos ser un trío - añadió, guiñándoles un ojo a ambas.

Victoria se giró y salió del cuarto de baño, empujando a Chloe fuera con ella y cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Qué acaba de pasar? - preguntó la más joven.

- No lo sé - admitió Virgo.

Sacudió la cabeza, para aclarar sus pensamientos.

- No tenemos poderes aquí dentro - informó.

- Lo sé, ya me he dado cuenta - respondió Chloe.

- Quizá, si salimos de esta casa, los recuperemos - pensó Victoria.

La otra se encogió de hombros:

- Supongo que por intentarlo no perdemos nada.

Comprobaron todas las puertas, pero todas daban a otras habitaciones, al salón o a la cocina. Incluso subieron las escaleras, pero allí solo había más habitaciones y otro baño, y todas las ventanas tenían barrotes. Regresaron a la planta baja, en la que había dos puertas cerradas con llave: una junto al cuarto donde se había despertado Victoria y la otra en la cocina. Supusieron que ambas daban al exterior y que por eso estaban cerradas.

Subieron otra vez las escaleras, solo para asomarse a las ventanas más altas e intentar averiguar donde se encontraban, pero fue inútil. Estaban rodeadas de campo, como si estuvieran en el medio de la nada.

- ¿Ya os habéis dado cuenta de que es imposible salir de aquí o espero un poco más? - oyeron gritar a Wil desde abajo.

Cáncer (Doce Elegidos IV) [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora