d i e c i n u e v e.

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—¿Hace cuanto están juntos? —Preguntó la señora Mayfield haciendo que ambos niños se pusieran nerviosos, y aún más, su hija Max que se había puesto más roja que su propio cabello.

—Hace un par de semanas... —respondió al fin Lucas pero Max seguía nerviosa y algo desubicada con la respuesta del chico.

"¿Desde cuando somos... pareja?" Pensó Max dubitativa.

—Ya regreso —Max salió casi que huyendo del comedor hacía su estrecha habitación. El calor de acumulaba en su cuello y estaba transpirando de forma anormal.

No sabía que ocurría, parecía estar inconforme con la cena, las preguntas y en especial con las respuestas. Algo pasaba en su interior que le hacía tener ese sentimiento de negación hacía la situación en la que se encontraba.

De pronto, Lucas apareció por la puerta bastante confundido pero parecía bastante feliz.

—Tu mamá es muy linda, creo que le caí bien, estaba nervioso pero creo que estuve bien, respondí con educación, se rió de mis chistes y su cena estaba genial por cierto, cocina genial, yo...

—¡Basta Lucas! —explotó todo sentimiento de exasperación en aquel grito. Lucas quedó perplejo ante la interrupción y la actitud de la chica.

—¿Qué es lo que pasa Max? —dijo preocupado mientras se acercaba a la chica pero esta solo retrocedía sin siquiera mirarlo.

—Necesito espacio —Max tomó su patineta y salió por la ventana de su habitación dejando a Lucas solo, triste y confundido con una mar de pensamientos incoherentes.

Max patinó rumbo a la cafetería del pueblo, la que estaba abierta las veinticuatro horas.

Todo parecía calmarse cuando el viento de la gélida noche chocaba en su rostro, parecía más libre de todo problema emocional y era parecido a la gloria.

Max recogió su patineta y entró al local que estaba medio lleno. Miró el reloj y eran ya las nueve de la noche, tomaría un poco de café y luego iría devuelta a casa.

El bullicio inundó sus oídos y todos a su alrededor reían y disfrutaban del calor del momento.

La pelirroja pidió un café normal y se sentó en una mesa vacía al fondo del local. Por un momento sintió que las miradas estaban encima de ella porque parecía absurda estar sentada, ahí... sola; pero luego todos esos pensamientos se fueron y disfrutaba realmente el estar sola por unos momentos.

Lucas había estado todo el tiempo a su lado, sus "amigos" habían estado invitándola a salir y yendo a su casa seguido. Parecía que ahora todos se preocupaban por ella pero se empezaba a poner irritante. Así que un momento a solas, era tener paz completa.

Su café llegó y tomarlo mientras se relajaba era como tomarse a sorbos el cielo. Tenía un sentimiento de tranquilidad y todo en su mundo de desastres parecía mejorar.

Parecía... porque Max es experta en tener a la mala suerte de su lado y vio entrar al local a la persona menos esperada.

Aquella silueta tan perfecta ante sus ojos estaba concentrado en la vitrina de donas añejas que giraba con lucecitas atrayentes. Estaba vestido casual y se había cortado el cabello, así parecía incluso más mayor y aún mas guapo.

Max no podía apartar su mirada de él, nunca había podido, era como una fuerza magnética que la obligaba a mantener sus ojos puestos en él. Tenía nervios de que la viera y el no saber como reaccionar la atormentaba. Antes habría tenido una excusa perfecta para tenerlo cerca pero después de todo lo sucedido ni siquiera sabía como mirarlo sin sentirse pequeña e indefensa.

Hello, zombie boy | Willmax.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora