v e i n t i s e i s.

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Todo había ido demasiado rápido desde esa noche.

Lucas y Max, Max sola y corriendo, todos reunidos y sorprendidos, Will corriendo tras Max, Will no la encuentra y vuelve a casa de Lucas, Lucas bebiendo Vodka en el suelo del baño y explicándole a Lilia lo horrible que había sido, Lilia ayudándolo a vomitar, Will tratando de entender y Lilia tratando de ayudarlo, Will sufriendo ataques de pánico y Lilia nuevamente tratando de ayudarlo, Will y Lucas tomando Vodka juntos y Lilia, de nuevo, tratando de ayudarlos, Will y Lucas borrachos con poco consentimiento y adivinen qué... Lilia, nuestra heroína, tratando de ayudarlos.

Así había sucedido todo desde el punto de vista de Will, esa noche había sido todo un terremoto y no sabía si estaba listo para salir de los escombros y enfrentar la realidad.

Si, Lucas había ocasionado todo esto. No hay manera de que no sienta ni un poco de rabia en su interior, pero al fin y al cabo era su amigo de la infancia y prefería perdonar el error, antes que acribillar más su corazón. Es solo un loco enamorado intentando ser correspondido, y aunque no es la manera, estaba dispuesto a ayudar a su amigo.

Cuando Will se levantó con la resaca del año, lo cual era raro ya que jamás lo había experimentado. Se encontró en la sala de los Sinclair al rayo de luz que hacía que todo lo horrible se viera, al menos por un momento, hermoso.

Estaba ahí, tan serena, emanando calma después de una tormenta al ritmo de Elvis Presley, movía sus caderas y sus pies descalzos de un lado al otro, mantenía una sonrisa y los ojos cerrados.
El vestido celeste que traía puesto desde anoche dejaba al descubierto su clavícula y con ella aquel pequeño tatuaje en forma de corazón que se había hecho en secreto y que Will mismo había escogido para ella.

«¿Cómo es que luce tan hermosa, aún cuando se derrumba un edificio entero encima de ella?» pensó Will observándola en silencio. «¿Por qué no puedo enamorarme de ti y ya? Todo sería más fácil».

Lilia notó la presencia de Will y como de costumbre, se puso nerviosa. Detuvo torpemente la música y consigo el gran show que le presentaba a nadie, básicamente. —Perdón no te vi —soltó un poco sonrojada esperando que no estuviera ahí hace mucho.

Will tampoco se quedó atrás, pues había estado ahí parado observándola como tarado y esperaba que ella no lo hubiese notado mucho. —Si, eh, acabé de bajar y vi que estabas ahí bailando... no quise interrumpir —Will ni siquiera se había dado cuenta de su aspecto de recién levantado, así que Lilia se acercó un poco y acomodó ese cabello castaño despeinado, se fijó un poco en las ojeras bajo aquellos ojos que tanto le gustaba mirar y le acomodó un poco la camisa que estaba torcida. —G-gracias —ambos estaban muy cerca y entonces con los nervios apoderándose de la situación. Lilia tomó distancia y se puso a pensar que a pesar de verse de esa manera, aún pensaba en lo tierno que se veía y que tenía ganas de abrazarlo todo el día.

—Ah si, me gusta bailar de la nada. Me ayuda a desestresarme un poco, como que solo escucho la música y los pensamientos se quedan en silencio —Lilia pensó que había sonado absurdo, sin embargo a Will le había parecido fascinante.

—Ojalá pudiera hacer lo mismo, mis pensamientos realmente no se callan si no hay cinco shots de Vodka de por medio —y entonces ambos rieron. Dejaron de preocuparse un poco en cómo se veían y de qué hablaban, para preocuparse más por las risas y lo bien que se sentía soltarlas de a poco.

—Ni me lo menciones. Son un desastre —volvieron a reír, así, genuinamente.

—Lo somos y tú estás ahí siempre, no sé cómo; pero estás ahí para ayudar y limpiar el desastre de los demás —Lilia sonrió y Will la miró fijamente, esperaba que se diera cuenta que esto iba enserio y que jamás le había dicho algo más sincero que eso. —Gracias, no sé que haría sin ti —Will susurró, pero fue tan audible como para remover todo dentro de Lilia. Cualquiera habría dicho: "no sé que haríamos sin ti", y hubiese sido todo menos personal, pero para Lilia significaba mucho que fuera realmente algo personal. Así que lo abrazó, no se aguantó ni un segundo sin tenerlo en sus brazos, aunque temía que él escuchase como su corazón iba a salirse de su pecho.

—No hay de que —susurró entre el abrazo. Ninguno daba indicios de retirarse, era el silencio y ellos dos, pero Will sintió un poco de rareza, algo que no había sentido jamás con ella. Un tipo de miedo, como si empezase a sentir algo que no quiere sentir en el fondo de su corazón.

—Debería intentar... —y la cortó de raíz, así sin más, sin siquiera darle el beneficio de la duda al sentimiento nuevo.

—¿Qué? —preguntó ansiosa apartándose de él. Aunque realmente no quería.

—Bailar hasta que mis pensamientos se callen. Tal vez descubra que no necesito alcohol para eso... —Aunque bailar no era lo suyo, quería intentarlo y fue lo primero que se le ocurrió para cortar el silencio y consigo el abrazo.

—Será un placer —a Lilia se le iluminó la mirada y se acercó para poner nuevamente al rey del Rock and Roll. A ambos les encantaba, sin duda era lo que más escuchaban en los ratos libres cuando se sentaban en la alfombra de la habitación a hacer nada, literalmente.

De la nada empezó a sonar Burning Love y Lilia comenzó chasqueando los dedos con los ojos cerrados y moviendo lentamente las caderas al ritmo de la música.

Lord Almighty, i feel my temperature rising —tarareó con su delicada voz y sonriendo abrió los ojos alentando a Will a unirse.

Will la vio ahí, tan genuina, tan genial y sin vergüenza, que se abalanzó a la "pista de baile" y cerró sus ojos mientras se dejaba llevar con el ritmo de la música. Movió sus brazos libremente y la cabeza de un lado a otro, dio giros y saltó, cuando abrió los ojos la vio nuevamente sonriéndole y supo entonces que todo se había callado, menos la música.

La ofreció su mano y ella la tomó. Dió giros junto a ella y empezó a cantar:

You light my morning sky with burning love —y se liberó, justo ahí, junto a ella se sentía nuevamente feliz. Ya no pensaba en lo mal que la pasaba en el colegio, ya no pensaba en que jamás daría su primer beso, ya no pensaba en su madre llorando por la falta de dinero o en que la gente gritara por ahí: "chico zombie". Ya no pensaba en la graduación y en que iba a perder a sus amigos, y sobre todo, ya no pensaba en ella y en si realmente merecía ser amado.

Justo ahí, en medio de la sala de los Sinclair, bailando al ritmo de Elvis Presley, con el cabello desordenado y sosteniendo la mano de una chica hermosa. Supo que justo ahora, no habría mejor lugar que ese y que repetiría la misma canción una y otra vez con tal de volverlo a vivir.

—Alguien tan amable que me sirva una tostada... ¡Rayos! —susurró Lucas al ver la escena frente a sus ojos. —Yo me la sirvo, no hay problema —y salió sigilosamente a la cocina tratando de no interrumpir en absoluto.

Hello, zombie boy | Willmax.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora