Cuando estuve en el mar... - Después de todo

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Cuando estuve en el mar era marino 
este dolor sin prisas. 
Dame ahora tu boca: 
me la quiero comer con tu sonrisa. 

Cuando estuve en el cielo era celeste 
este dolor urgente. 
Dame ahora tu alma: 
quiero clavarle el diente. 

No me des nada, amor, no me des nada: 
yo te tomo en el viento, 
te tomo del arroyo de la sombra, 
del giro de la luz y del silencio, 

de la piel de las cosas 
y de la sangre con que subo al tiempo. 
Tú eres un surtidor aunque no quieras 
y yo soy el sediento. 

No me hables, si quieres, no me toques, 
no me conozcas más, yo ya no existo. 
Yo soy sólo la vida que te acosa 
y tú eres la muerte que resisto.

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Después de todo -pero después de todo- 
sólo se trata de acostarse juntos, 
se trata de la carne, 
de los cuerpos desnudos, 
lámpara de la muerte en el mundo. 

Gloria degollada, sobreviviente 
del tiempo sordomudo, 
mezquina paga de los que mueren juntos. 

A la miseria del placer, eternidad, 
condenaste la búsqueda, al injusto 
fracaso encadenaste sed, 
clavaste el corazón a un muro. 

Se trata de mi cuerpo al que bendigo, 
contra el que lucho, 
el que ha de darme todo 
en un silencio robusto 
y el que se muere y mata a menudo. 

Soledad, márcame con tu pie desnudo, 
aprieta mi corazón como las uvas 
y lléname la boca con su licor maduro.



Jaime Sabines

Poemas Históricos 3 (TERMINADO)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora